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Celaá y unas cuantas razones más

La JEC insta a Celaá a no hacer valoraciones "electoralistas" tras los Consejos de Ministros pero no la sanciona

Esther Palomera

Confundir lo institucional con lo partidista. He ahí el debate. Un gobernante que usa el poder en beneficio propio o de partido contribuye al descrédito y corroe los cimientos de la democracia en tanto que difumina la obligada distinción entre lo público y las siglas propias. Hablamos de legalidad, de ética, de estética… Y de doble vara de medir según se esté en la oposición o en el Gobierno. Les pasa a todos. Esa delgada línea entre lo que se dice y se hace, entre lo que se ha de hacer y lo que debe evitarse que a menudo traspasan los líderes políticos, y con más descaro en tiempos electorales.

La resolución de la JEC ha vuelto a sacar los colores al Gobierno de Pedro Sánchez. Ya lo hizo en marzo pasado, tras apercibir a Carmen Calvo por usar la cuenta del Ministerio para hacer campaña en una flagrante “vulneración del principio de neutralidad de los poderes públicos”. E insiste ahora con Isabel Celaá por lanzar valoraciones políticas “con connotaciones electoralistas” en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

El órgano que vela por la neutralidad y el cumplimiento de las normas que garantizan la limpieza de las elecciones recuerda que manifestaciones de este tipo pueden “quebrantar la estricta neutralidad que han de mantener los poderes públicos a lo largo de todo el proceso electoral”. “El PSOE sale a ganar las elecciones. Así de claro se lo digo”, espetó la portavoz del Ejecutivo pasándose por el arco del triunfo de La Moncloa el incumplimiento del artículo 50.2 de la Ley Electoral que tantas veces invocó el PSOE cuando era oposición y ahora parece haber olvidado siendo Gobierno.

“Desde la convocatoria de las elecciones y hasta la celebración de las mismas queda prohibido cualquier acto organizado o financiado, directa o indirectamente, por los poderes públicos que contenga alusiones a las realizaciones o a los logros obtenidos, o que utilice imágenes o expresiones coincidentes o similares a las utilizadas en sus propias campañas por alguna de las entidades políticas concurrentes a las elecciones”. Es el mismo artículo que blandió el PSOE, en mayo de 2016, para denunciar a Mariano Rajoy ante la Junta Electoral El PSOE por grabar un vídeo pre electoral en el Palacio de la Moncloa.

El entonces presidente en funciones alertaba en las imágenes del peligro de que gobernase Podemos en un intento de polarizar la campaña entre el PP y el partido morado. La causa de la denuncia, no obstante, era el lugar del rodaje y “el uso de medios públicos como el palacio de la Moncloa con fines electoralistas”.

Exactamente lo mismo hace ahora Sánchez cada vez que convierte en escenario electoral La Moncloa para grabar una entrevista como candidato del PSOE a las elecciones del 10N. Hasta cinco ha concedido a distintos medios desde que se disolvieron las Cortes Generales, y todas con la misma localización institucional y el mismo registro electoral. Esto por no recordar que su comparecencia tras la última ronda de Felipe VI también fue en la sede del gobierno, y no en la del PSOE o la del Parlamento, como correspondería en su registro de candidato.

Sánchez, que ha pasado de conceder entrevistas contadas a contar por pares las que tiene agendadas en una misma semana, se quejó incluso en su cuenta de twitter de que Rajoy usase las instituciones con fines propagandísticos y convirtiese el Consejo de Seguridad Nacional en un centro de propaganda al servicio de su campaña. Hoy, el presidente en funciones no se molesta siquiera en desdoblarse y combina con absoluta soltura la agenda institucional con la de candidato de tal forma que lo mismo anuncia en un mitin del PSOE que desbloqueará fondos a las Autonomías por valor de 7.000 millones antes del 10N que aprovecha una visita presidencial a la Feria Internacional Ganadera de Zafra para referirse a la situación de Catalunya y su deseo de que nadie tenga que abandonar una Comunidad que ha decidido convertir en eje principal de su estrategia de campaña. Y todo, claro, haciendo uso de los medios públicos que le confiere su condición de presidente en funciones.

O Pablo Casado ha decidido llevar al extremo su versión de moderado o en el PP no tienen noción del pasado reciente ni recuerdo de las leyes que rigen en periodos electorales. Pero que hay materia para dar trabajo a la Junta Electoral Central en esta campaña es un hecho inopinable. ¿O acaso hay alguna diferencia entre lo dicho por Celaá, lo que se escucha a Sánchez en cada entrevista que concede en su despacho presidencial o la presencia masiva de altos cargos de La Moncloa y los Ministerios en cada acto matinal que organiza el PSOE para lucimiento del presidente en funciones? Pues eso: que en este país se confunde todo. Y luego, ya si eso nos lamentamos de cómo se deteriora una democracia.

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