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Crisis de los cuidados: propuestas para abordarla y renta básica

dependencia

Economistas Sin Fronteras

Juan Luis del Pozo —

La última vez que tuve ocasión de escribir para este blog hace algunos meses planteaba que debía aprovecharse la presencia de Podemos en los espacios mediáticos para llevar algunas cuestiones al debate público que deben ser abordadas urgentemente en nuestras sociedades: la crisis ambiental y la crisis del modelo de cuidados.

Si en aquel momento la formación de los círculos acababa de hacer público un documento elaborado por los profesores Juan Torres y Vinçent Navarro que debía servir al debate previo a la elaboración de su programa económico, recientemente ha sido publicado un nuevo documento en donde se aborda directamente la cuestión de los cuidados y las políticas de igualdad. En este caso la propuesta ha sido elaborada por María Pazos Morán y Bibiana Medialdea.

El documento toma en consideración la problemática planteada por un sistema en el cual el trabajo de cuidados es asumido fundamentalmente por las mujeres en el ámbito familiar, con las consecuencias en términos de desigualdad y dificultades para el acceso al mercado laboral que esto conlleva, y refleja asimismo los desafíos que deberán acometerse como resultado del envejecimiento de la población y el aumento del número de personas dependientes, una situación que, de mantenerse las políticas actuales, no es exagerado que pueda ser calificada como insostenible a medio o largo plazo.

Las propuestas que se plantean giran en torno a tres ejes: atención a la dependencia, maternidad y paternidad, e infancia (ver página 8). A grandes rasgos, el modelo que se defiende tendría como objetivo que la sociedad en general, y los hombres en particular, fueran corresponsables en el sostenimiento de los cuidados, de manera que la atención a las personas dependientes en un sentido amplio, es decir, abarcando desde los recién nacidos y los menores hasta las personas con diversidad funcional o personas mayores que necesiten asistencia, fuera garantizada por unos servicios sociales de calidad y por una distribución justa y equitativa de las tareas a realizar en el seno del hogar familiar entre ambos sexos.

En este sentido, esta reorganización de los cuidados vendría acompañada de la adopción de medidas como, entre otras, la reducción de la jornada laboral a 35 horas, la equiparación y ampliación progresiva de los permisos de maternidad y paternidad, o la aplicación efectiva de la ley de dependencia y el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras domésticas.

No es el objeto de estas líneas abarcar toda la complejidad de la problemática de los cuidados ni tampoco realizar un repaso exhaustivo del documento, cuyo diagnóstico y propuestas compartimos en su gran mayoría. Sí quisiéramos en cambio aportar alguna reflexión con el objeto de sumarnos a este debate que tan necesario es abordar desde todos los ámbitos.

Recientemente, Economistas sin Fronteras y el Salmón Contracorriente organizaban una jornada de debate sobre “Renta mínima, renta básica y trabajo garantizado”. La pregunta que hoy queremos plantear es si las propuestas que se hacen desde el documento elaborado por Bibiana Medialdea y María Pazos pueden articularse con estas medidas que tienen como objeto que las personas tengan asegurado un trabajo o un nivel mínimo de ingresos que permita garantizar la subsistencia. Mi opinión es que, al menos, sería deseable.

El encaje con la renta mínima y la propuesta del trabajo garantizado parece más sencillo que con la renta básica, en la medida en que las primeras ya se aplican en la práctica y su regulación podría mejorarse sensiblemente, y la creación por parte del Estado de puestos de trabajo en sectores de interés social, uno de ellos el de los cuidados, iría en la línea de dotarse de unos servicios públicos potentes que permitieran “sacar los cuidados de los hogares”, usando los términos del documento.

En el caso de la propuesta de la renta básica, por su parte, quizás la compatibilidad no sea tan evidente, y sin embargo entiendo que pondría sobre la mesa algunas cuestiones de gran importancia. Así, en mi opinión sería una medida que contribuiría a la puesta en valor del trabajo de cuidados en sí mismo. Dicho de otra manera, si queremos dignificar y reconocer el trabajo de cuidados, y puesto que dichos cuidados no siempre serán dispensados por un trabajador/a o una institución, ¿no deberíamos empezar por darle algún tipo de valor en forma de participación en la riqueza colectiva? Entiendo que se trata de una cuestión de difícil solución, en la medida en que el valor de ciertas actividades resulta ya de por sí incalculable, pero pienso que la renta básica viene a paliar en cierta medida esa infravaloración del trabajo no remunerado o “no productivo”, en un contexto en el cual las fronteras del mismo con el trabajo asalariado tienden a diluirse.

La renta básica permitiría una mayor autonomía a la hora de decidir cuándo incorporarse al trabajo. Es decir, creo que debe existir la posibilidad de que hombres y mujeres puedan compatibilizar cuidados con su carrera profesional, si así lo desean, en igualdad de condiciones, pero creo también que sería positivo que tanto hombres como mujeres pudieran dedicarse a cuidar con esa misma libertad.

Entiendo que esto exigiría un cambio cultural de base muy importante, cambio que es necesario acometer, por otra parte, pero pienso también que no siempre el trabajo remunerado es el espacio de realización personal que esperamos, tal y como defendía la autora del libro “Dónde está mi tribu”, Carolina del Olmo, en este artículo publicado en la revista Sin Permiso. No al menos para todo el mundo, del mismo modo que en determinados casos cuidar puede ser una actividad enriquecedora si se ejerce libremente y contando con un colchón que asegure al menos cubrir las necesidades básicas.

Para terminar, me parece importante señalar dos aspectos importantes del funcionamiento de la renta básica:

- En primer lugar que, en las propuestas que defienden su aplicación y a la hora de fijar su cuantía, se tiene en cuenta que la financiación de la misma no debe ir en detrimento de los servicios sociales ni suponer un incremento desmesurado del gasto público.

- En segundo lugar, que su percepción no iría en detrimento de otros derechos y otras prestaciones de mayor cuantía que pudieran corresponder, incluidas evidentemente aquellas ligadas al ejercicio de una actividad remunerada, sino que quedaría absorbida por éstas.

Sin duda, se trata de un debate muy complejo que excede los límites de este espacio. Sin embargo, lo que hoy quisiera poner de relieve es que la repercusión de la renta básica sobre la organización de los cuidados es quizás una faceta que no se suele poner en valor y que, desde mi punto de vista, resulta muy interesante en tanto refuerza su carácter de medida que, no solamente combatiría la pobreza y la exclusión, sino que contribuiría a reforzar la autonomía de las personas y a que la sociedad tomara verdadera conciencia del valor de los cuidados y de las actividades que se desarrollan al margen del mercado de trabajo.

Este artículo refleja la opinión y es responsabilidad de su autor. Economistas sin Fronteras no necesariamente coincide con su contenido.

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