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El dedo en Venezuela y la luna en China

Entrada al pabellón de Fira que debía albergar al Mobile

Neus Tomàs

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La cancelación del Mobile World Congress es una mala noticia y según las autoridades españolas, una decisión que no está justificada. “No había motivos”, ha resumido la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. La organización alega motivos de “fuerza mayor”, un argumento pensado para la batalla que librarán los ejércitos de abogados entre el GSMA y las compañías para ver quién asume el coste de la anulación del evento. En este caso, las declaraciones de la Organización Mundial de la Salud así como las del Ministerio de Sanidad y la conselleria de Salud juegan a favor de las aseguradoras de las empresas.

En algunos despachos de la administración catalana se especula con que detrás de la decisión está la guerra comercial entre China y Estados Unidos y que todo lo que sea debilitar a Huawei, la que tenía más metros de 'stand' en el Mobile, les conviene a las grandes firmas americanas y europeas. Esta tesis, que puede ser tan cierta como difícil de comprobar, se tambalea cuando también se han registrado bajas de empresas chinas. Es cierto que solo dos pueden considerarse como destacadas, Vivo y Umidigi, pero su renuncia hace que la teoría sobre una explicación geopolítica a la cancelación ofrezca dudas.

Las administraciones se limitan casi solo a dar hospedaje al Mobile. Ponen los pabellones y los servicios, pero la negociación con las empresas depende directamente de la patronal GSMA. En resumen, que para saber qué pasa y pasará es más fácil saberlo en Londres que en la plaza Sant Jaume. Una opacidad que es terreno abonado para las conspiraciones. Tanto el presidente, Pedro Sánchez, como la vicepresidenta Carmen Calvo ha dejado caer que la cancelación responde a “otras razones” distintas a las esgrimidas. Pero el Gobierno no ha aclarado cuáles son.

Lo que parece innegable es que el miedo se ha impuesto. Y es legítimo que una empresa no quiera exponer a sus trabajadores a riesgos innecesarios, aunque estos riesgos no estén basados en datos. Los únicos que en estos momentos pueden hablar con conocimiento de causa son los 400 expertos de todo el mundo que están reunidos en Ginebra y que combinan los mensajes de alerta con las apelaciones a la calma. Catalunya está considerada como una zona de muy bajo riesgo pero, como explica el jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, Antoni Trilla, el miedo ha ganado a la ciencia.

Sea por motivaciones geopolíticas, por temor a una enfermedad desconocida o por una combinación de ambas, lo único evidente es que ya no hay marcha atrás y que lo que no debería olvidarse de cara al futuro es que el Mobile no es solo un evento importante para Barcelona. Lo es para España. Pero en el Congreso esta semana estaban más entretenidos con Venezuela. El tiempo dedicado por políticos y periodistas a debatir sobre el llamado 'caso Delcy' o mejor dicho, al karaoke venezolano, en acertada definición del compañero Iñigo Sáenz de Ugarte, es inversamente proporcional al que le ha destinado la prensa internacional o las cabeceras editadas fuera de Madrid. Decirlo es impopular pero debería servir para reflexionar sobre qué tendría que ser prioritario para unos y otros. Dudo que pase. Fuera de la capital está bautizado irónicamente como el 'madrileñismo'. El colega Enric Juliana lo ha resumido con un titular: España, capital Maracaibo.

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