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Díaz, la redentora

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, durante un acto de escucha de su proyecto Sumar en Andalucía

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Ya hay fecha. Será el próximo 2 de abril. Domingo de Ramos o de Pasión. En el calendario cristiano es un día en el que los católicos festejan la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, cuando una multitud lo recibió con ramos de olivo y palma como el Mesías, el salvador, el redentor, el ungido, el elegido… 

Yolanda Díaz, la designada y ahora cuestionada por Pablo Iglesias para sucederle en el Gobierno y como lideresa del espacio a la izquierda del PSOE, no es creyente pero dice ser muy respetuosa con quienes sí lo son. De hecho, visitó hace un año el Vaticano cargada de rosarios para que se los bendijera el papa Francisco. De aquella audiencia privada con el jefe de la iglesia católica contó fascinada que había sido una de las conversaciones más interesantes de su vida y que habló largo y tendido con el pontífice sobre política internacional, sobre el mundo laboral y sobre ecología. 

Tras meses inmersa en lo que ha llamado proceso de escucha con la sociedad civil, la vicepresidenta segunda del Gobierno ha elegido esa fecha, no se sabe si consciente o no de las connotaciones religiosas, para anunciar su decisión definitiva sobre su candidatura a las elecciones generales. Será un sí, claro. De lo contrario, no habría convocado a través de un mensaje coordinado en redes sociales a un gran acto en el madrileño Polideportivo de Magariños con presencia de todos los partidos del espacio que aspira a representar. Lo de todos es un decir porque Podemos no tiene aún clara su asistencia. 

Los morados exigen que Díaz les garantice, antes de las municipales, la cuota de poder que creen que les corresponde por derecho en la nueva marca de Sumar. Un contrato que no está dispuesta a firmar quien se sabe redentora de la izquierda a la izquierda del PSOE. Ella es más de esperar a después del 28M para comprobar lo que queda de la formación que fundó Iglesias tras pasar por las urnas. Y, así, en función de unos resultados que ella y su entorno creen que serán mucho más que adversos, poder negociar desde una posición de fuerza.

Mientras Díaz demanda altura de miras para quienes coinciden en el “90% del programa”, Podemos reclama su cuota de poder y que esta se le otorgue ya, sin importarle que lo que esté en juego no sólo sea la unidad de la siempre atomizada izquierda sino sobre todo la continuidad del gobierno progresista en la Moncloa. Los morados reclaman ahora primarias abiertas para ordenar un proyecto para el que la vicepresidenta ya fue ungida sucesora por el propio Pablo Iglesias en 2021.

“Creo que digo algo que sienten millones de personas de izquierdas en toda España si digo que Yolanda Díaz puede ser la próxima presidenta del Gobierno de España”, proclamó entonces en un vídeo compartido a través de sus redes sociales el día que anunció que dejaba el Gobierno de Pedro Sánchez y que había llegado el momento de tomar “decisiones valientes” para que la entonces sólo ministra de Trabajo fuera la candidata a las próximas elecciones generales. 

“Toda la gente que así lo sentimos: la gente de Podemos, la gente de Izquierda Unida, la gente de En Comú Podem, la gente de izquierdas de este país, tenemos que apoyar a Yolanda para que, si ella así lo decide, y si así lo quiere la militancia de nuestras organizaciones, sea la candidata de Unidas Podemos en las próximas elecciones generales y la primera mujer en ser presidenta del Gobierno de España”, afirmó con rotunda solemnidad.

Los de Belarra, los de Montero y los de Iglesias –que son los mismos– arguyen que alguien que ha construido buena parte de su imagen política con la narrativa de los afectos no puede descuidarlos precisamente con quienes la catapultaron a la posición que hoy ostenta. No se trata, según su versión, de regalar puestos en las listas, sino de recuperar emocionalmente a esa parte del electorado identificado aún orgánicamente con Podemos.

Tan discutible es que Podemos tenga que ser la “nave nodriza” de Sumar como que se pueda construir con éxito ese nuevo espacio sin incorporar a parte de lo que queda de la formación morada. Ni los de Belarra, Montero e Iglesias están en su mejor momento electoral ni la candidatura de Díaz tendrá éxito si el voto a la izquierda del PSOE acude finalmente con varias marcas a las urnas.

Sin ser creyentes, tanto Díaz como Belarra, Montero e Iglesias saben que cada Semana Santa, tras el domingo de Ramos, están  también el jueves, el viernes y el sábado santo, que traducidos al cristiano son la última cena, la crucifixión y la muerte. Pues será que unos y otros, que no disimulan ya la animadversión mutua, también creen que aún es posible la resurrección. De la unidad de la izquierda alternativa, se entiende.

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