Iglesias se marca un triple
Cuenta la leyenda “monclovita” que en la primera crisis entre los socios del Gobierno de coalición, alguien le mostró a Pedro Sánchez un modelo de decreto con el que proceder al cese de ministros. “De acuerdo, ¿y después qué hacemos?”, respondió el presidente del Gobierno. No hacía falta explicitar ya entonces que PSOE y Unidas Podemos, por muchas que fueran las diferencias, estaban condenados a entenderse, que no había una mayoría alternativa en la que los socialistas pudieran apoyarse para seguir en La Moncloa y que una posible alianza con Ciudadanos como la que anhelaban algunos sectores del PSOE era tan solo una quimera. 10 diputados son bastantes menos que 35 y la suma con los naranjas hubiera sido disolvente con ERC y quizá con el PNV, que formaban parte del bloque de la investidura de Pedro Sánchez.
Aún así, a la vuelta del verano, en La Moncloa se diseñó un plan para un apoyo transversal de las cuentas públicas que incluyera al partido de Arrimadas. El propio presidente en junio defendió el acercamiento a los naranjas y anunció una Legislatura de acuerdos transversales como consecuencia del tsunami social y económico provocado por la COVID-19. Iglesias vio, sin embargo, una operación a futuro que buscaba alianzas alternativas para el PSOE. “Que no cuenten con nosotros para unos presupuestos con Ciudadanos”, espetaron al unísono Rafael Mayoral e Isa Serra en rueda de prensa convocada única y exclusivamente para lanzar una aviso a navegantes.
Aquellas palabras irritaron a Sánchez. Tanto, que telefoneó a Iglesias para hacerle saber su profundo malestar con la advertencia. Una vez más, presidente y vicepresidente limaron asperezas en el transcurso de un almuerzo y acordaron una hoja de ruta para la negociación presupuestaria que, de acuerdo, al planteamiento de los morados poco a poco fue orillando a los naranjas hasta que la propia Arrimadas, tras muchas dudas y no pocas presiones internas, este jueves anunciaba su “no” definitivo a los Presupuestos. Justo lo que buscaba Podemos desde hace meses para cegar una vía de entendimiento entre Ciudadanos y el PSOE que pudiera diluir a los morados en el futuro y arrojar un nuevo escenario de alianzas parlamentarias.
Iglesias se apunta así un doble tanto, en su continuo forcejeo con el PSOE: arrinconar a Ciudadanos -que tampoco encuentra ya acomodo en el bloque de la derecha tras la negativa de Casado a reeditar España Suma en las elecciones catalanas- y consolidar de paso el bloque de la investidura, al que se incorpora Bildu, pese a no ser necesario en el marco de la geometría variable. Arrimadas pierde definitivamente el foco y también su batalla por diluir las políticas de Podemos en el Gobierno de coalición, como confesó que era su objetivo en la negociación con los socialistas.
Así que si en el baloncesto, “marcarse un triple” es un tiro a canasta que vale tres puntos, en política debe ser algo parecido a lo que ha hecho esta semana Pablo Iglesias al sumar a su doble victoria anterior una tercera, con el compromiso del Gobierno de paralizar los desahucios.
El vicepresidente segundo ha asegurado que el Ejecutivo trabaja ya en un Real Decreto para ampliar la moratoria de los desahucios y para que llegue a todas las familias vulnerables, independientemente de que la causa esté directamente relacionada con la pandemia o no: “Puedo anunciar -declaró solemne- que en los próximos días, espero que no tardemos más de dos semanas, el Gobierno presentará una medida para evitar los desahucios sin alternativa habitacional de las personas vulnerables”.
El anuncio llega después de que el PSOE votara el día anterior en contra de la enmienda que Unidas Podemos presentó junto a ERC y Bildu a los Presupuestos en este mismo sentido y que incomodó especialmente en La Moncloa, que se negó a negociar siquiera el texto defendido por sus socios. La solución llegará ahora vía decreto y en él trabajan ya la secretaria de Estado de Agenda 2030, Ione Belarra, y el secretario general de Vivienda, David Lucas, después de dos semanas de desavenencias en el seno de la coalición en las que la presión del socio minoritario llevó a varios ministros del PSOE a criticar su estrategia.
Hoy, de nuevo, la necesidad se impone, Unidas Podemos arrastra a los socialistas a sus posiciones y los socios cierran filas en torno a una coalición que, con más o menos sobresaltos, durará en el tiempo. Sánchez no tiene otra alternativa con la que sumar mayoría. De tenerla, los morados son conscientes de que la exploraría. No es amor, pues, lo que se profesan, sino necesidad mutua.
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