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Independientes contra independentistas: El PSC se abre en busca de voto huérfano

Miquel Iceta.

Imma Aguilar Nàcher

Qué grande es el espacio que se abre en la zona no polarizada del electorado en Catalunya. Miquel Iceta lo sabe porque, entre otras cosas, es el líder más experimentado de todo el arco político catalán. El dirigente socialista sabe moverse en la adversidad mejor que nadie. Está bien aconsejado y no está solo. Un situación muy diferente de la de Inés Arrimadas, más neófita, más solitaria y peor aconsejada. En el Partido Popular, su cabeza visible, García Albiol, está ahí para arder en la hoguera a la que su partido le lanzó ya en la pasada contienda electoral. Els Comuns se han equivocado demasiadas veces en los últimos meses y sus quiebros de cintura no ayudan a la concreción de un electorado que se consolide. Ada Colau es posible que haya perdido su tren directo a Madrid, si los resultados certifican el despiste y la torpeza con la que ha actuado en los últimos tiempos. La situación se presenta tan polarizada entre los que están a un lado y a otro del eje Independencia vs. Constitución que los espacios se acotan muy claramente para partidos en cada uno de los extremos. Lo que se ensancha es la zona central electoral, una bolsa de votantes lo suficientemente heterogénea como para ser zona de pesca para partidos nacionalistas, españolistas, de derechas o de izquierdas.

En esa zona de centro hay mucho voto moderado, voto decepcionado, voto huérfano, voto silenciado, voto olvidado y voto joven. En esas aguas nadan los electores en busca de proyecto político de futuro. Catalunya no es distinto al resto de realidades electorales. Se impone el voto reactivo a situaciones negativas, es decir, el voto a la contra, el voto que se moviliza por la existencia de un enemigo fuerte, de una situación adversa o que genera miedo. En Catalunya hay miedo a la debacle económica, a la inestabilidad, lo cual juega en contra del bloque independentista; pero, por el contrario, hay ilusión por la victoria en esta carrera en que el Estado español parece que va por delante: el enemigo fuerte que moviliza. Ese enemigo es más el Partido Popular que España. Por momentos, parece que busca la independencia del PP y no tanto de España. La épica es de los partidarios de la independencia. Otra cosa es que los de aquí no vemos esa épica, sino una situación cercana al ridículo y al esperpento, la diferencia es que eso no moviliza a los “unionistas”, más bien todo lo contrario.

¿A dónde irá ese voto silenciado y huérfano? Mucho se irá ¿a la abstención?. La gente sale a votar si cree que puede haber un cambio, si su gesto ayuda a modificar las cosas. Tendemos a pensar y a suscribir que “lo importante es participar” y eso no es así. Nadie quiere hacerlo, de entrada. Cuando los ciudadanos participan en decisiones sobre lo público lo hacen con la intención finalista de cambiar las cosas, de incidir en las decisiones políticas. Si no vislumbra posibilidad de cambio, la gente no sale a votar. Ese es el fantasma que se agita en esta elecciones, el de que se reproduzca la situación electoral que ya había. Pero lejos de dar miedo, al electorado le desmotiva, le da pereza. La mejor opción para el bloque no independentista es agitar el miedo o elevar la ilusión. Sin eso crecerá la abstención.

El rescate del voto silenciado y huérfano es el codiciado botín para partidos que optan a recuperar su protagonismo: Ciutadans, que obtuvo su mejor resultado cuando más dura era la batalla anti separatista y más indefinición mostraba el PSC; y el Partit dels Socialistes. Los de Miquel Iceta han optado por una estrategia de agregación de voto huérfano, sumando en sus listas a miembros de Unió Democràtica (los exsocios no independentistas de la antigua CiU), activistas sociales o sindicalistas. Incluso, en un momento de divorcio entre Podemos y el socialismo, se permiten incorporar muy simbólicamente al ex fiscal anticorrupción, Jiménez Villarejo, el mismo que asomó en la lista de Podemos. En definitiva, un centro izquierda que responde a una estrategia que podríamos describir como “independientes contra independentistas”.

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