Lección de democracia parlamentaria
En todas las sesiones de investidura que se habían vivido en España desde la entrada en vigor de la Constitución los diputados ocupaban sus escaños durante la intervención del candidato propuesto por el Rey y durante la intervención del representante del primer partido de la oposición, fuera de AP o PP o del PSOE. Apenas se había acabado el debate entre ellos, se producía una desbandada casi general en los escaños, quedando el hemiciclo más que semivacío.
En la sesión de investidura vivida estos dos últimos días ha ocurrido por primera vez lo contrario. No solamente no se vació el hemiciclo el lunes por la tarde tras las intervenciones de Pablo Casado y Albert Rivera, sino que las intervenciones de Pablo Iglesias, Jaume Asens, Alberto Garzón, Yolanda Díaz y posteriormente Santiago Abascal fueron seguidas con más interés incluso que el que habían despertado las de los líderes del PP y de Ciudadanos. Y lo mismo cabe decir de la continuación del debate en la mañana del martes. Jamás un segundo día de investidura ha tenido el seguimiento que el que ha tenido en esta ocasión.
La lección de democracia parlamentaria que ha recibido la sociedad española ha sido realmente formidable. En el debate se ha expresado la complejidad política de la sociedad española. Y se ha respetado y seguido con educación la expresión en sede parlamentaria de dicha diversidad. Todos los oradores han sido escuchados en silencio, sin que la Presidenta de la Cámara tuviera que hacer la más mínima llamada al orden. Ha sido una lección de democracia en el fondo y en la forma.
En democracia tienen que poder hacerse visibles las diferencias que existen entre los ciudadanos de las distintas “nacionalidades y regiones” que integran España y se tiene que tomar conciencia de que la dirección política del país supone la gestión de dichas diferencias, sin que ninguna de ellas pretenda hacer desparecer a ninguna otra, por muy minoritaria que sea. Todas tienen que ser respetadas, aunque ninguna pueda pretender tener una influencia en la dirección política del país superior a lo que su tamaño le permite. Pero todas tienen que ser oídas y respetadas.
Espero que las direcciones del PSOE y de Unidas Podemos hayan tomado buena nota y que entiendan, como muy bien le indicaron los portavoces de ERC y PNV, que si quieren gestionar las diferencias de todas las “nacionalidades y regiones” de España, tienen que empezar por aprender a gestionar las diferencias que existen entre ellos. ¿Cómo pueden pretender gestionar un país con la diversidad que tiene el nuestro, si no son capaces de gestionar la diversidad que existe en el espacio relativamente homogéneo de la izquierda española?
Una izquierda que no es capaz de reconocer primero y gestionar después su propia diversidad no puede reconocer y gestionar la mucho más amplia diversidad y complejidad de la sociedad española, en la que conviven “naciones” diversas. Porque esto es algo que diferencia a España de la mayor parte de los países europeos. La plurinacionalidad con la intensidad con que está presente en España no es única, pero casi única en Europa. Si la izquierda española, a la que la plurinacionalidad le afecta internamente de manera muy limitada, no es capaz de hacer una síntesis política que le permita construir un proyecto de dirección política del país, en el que esa plurinacionalidad sí tiene una fuerte presencia, se está inhabilitando por eso mismo como Gobierno de España.
Esto es lo que ha resultado visible en un debate de investidura por primera vez desde la entrada en vigor de la Constitución. Ha habido investiduras anteriores en las que el nacionalismo catalán y vasco han completado la mayoría de investidura de PSOE o PP. Pero no ha habido ninguna en la que su mediación haya sido indispensable para que partidos de ámbito estatal se tengan que poner de acuerdo para poder ofrecer una alternativa de dirección política del país. Para dirigir a un país tan diverso como es España, señores de PSOE y de Unidas Podemos, tienen ustedes que aprender a gestionar sus propias diferencias. Cuando lo hayan conseguido, podrán contar con nosotros. Solamente entonces podrán salir del laberinto en que se han metido.