Madrid bien vale una pensada

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Madrid bien vale, igual no una misa como París, pero al menos una repensada. Al final, el PSOE -más bien Pedro Sánchez- lo ha entendido. Por motivos de peso. Por los cualitativos que manejaba su partido. Por el escaso volumen y conocimiento de quien se daba por candidata. Por la experiencia que dan los errores cometidos. Porque la capital no es cualquier plaza. Porque seguir siendo cuarta fuerza política en el principal Ayuntamiento del país es una humillación para el partido que gobierna España. Porque entregar la capital sin antes pelear es dar la victoria de antemano a un PP que aguarda a las municipales del próximo mayo para erigirse definitivamente en ganador de las próximas generales.  

¡Paren el calendario! Se posponen las primarias y empieza un nuevo casting para elegir el cartel electoral en 2023. Mercedes González no reunía las cualidades para ser candidata al Ayuntamiento de la capital, aunque desde la dirección federal se le dieron alas para hacerle creer que lo sería. Y, aunque hay quien cree que Juan Lobato tampoco da la talla para la Comunidad, ese melón no se ha querido abrir. 

Unos dicen que porque es el secretario general del PSM. Otros, que porque es más fácil derrotar a un Almeida desgastado y repudiado tanto en su propio partido como en la derecha mediática que a una Ayuso populista con 23.000 millones de presupuesto para repartir generosamente entre los medios de comunicación amigos. También hay quien cuenta que Lobato salva el cartel porque está Zapatero metiendo cuchara aquí y acullá, e incluso diciendo por los mentideros que el joven ex alcalde de Soto del Real podría ser la solución para el post sanchismo. 

Nadie como en este momento el mejor amigo del portavoz socialista en la Asamblea de Madrid cometió más errores en su política de selección de personal durante sus años como mandamás del PSOE, pero ahí sigue, erre que erre, haciendo gestiones para redoblar la presencia mediática de Lobato y poniendo a su servicio a quienes fueron sus colaboradores más cercanos. Lucir, de momento, le luce poco, la verdad. Su propuesta estrella en el debate de la región de abrir de 7 a 19 horas los colegios públicos para conciliar los horarios escolares con los laborales de los padres es una forma de esclavizar a los niños para que sus progenitores puedan seguir siendo esclavos de las largas jornadas de trabajo. La conciliación es otra cosa y el secretario general del PSM aún no se ha enterado.

El caso es que Lobato estará en la carrera electoral por la Comunidad de Madrid y González da un paso al lado para la del Ayuntamiento con un comunicado un tanto exótico en el que no explicita que no se presentará a las primarias para ser candidata -como le han indicado desde las alturas de Ferraz-, sino que permanecerá en su puesto como delegada del Gobierno y como secretaria general del PSM de la ciudad de Madrid de “forma exclusiva”.  

Ya suena algún nombre como posible candidato, y no solo los de los ministros que, con fundamento o sin él, aparecen en las quinielas periodísticas. Un poeta de prestigio por aquí; un veterano y respetado periodista por allá, una ministra, un exministro… 

De momento, solo ocurrencias que el propio Sánchez no ha tomado aún en consideración y no tomará hasta que llegue diciembre, que es el tiempo que se ha dado para estudiar en profundidad una propuesta con la que intentar recuperar Madrid para la izquierda, después de tres décadas de errores tácticos y electorales de calado en los que no se tomó conciencia de la importancia política y estratégica de Madrid. 

Bulle el socialismo madrileño por todo ello y bulle también el PP de Madrid. Almeida, como la delegada del Gobierno, tampoco tiene quien le quiera en su propio partido. El alcalde se queja por las esquinas del malquerer de Ayuso, que se la tiene jurada por haber jugado a dos bandas en la guerra interna que se libró para echar de Génova a Pablo Casado. Tanto que, aunque solo sea para incordiar a Almeida, ha incluido en las encuestas internas como posible aspirante a la Alcaldía a su consejero de Hacienda, Javier Fernández Lasquetty, que debe tener un grado de conocimiento entre los madrileños entre 0 y menos diez. Retirar a un alcalde de la carrera electoral si no es por voluntad propia no es fácil. Los de Feijóo saben que se trata de una nueva boutade de la inquilina de Sol, que se empeña en incordiar. A Sánchez, a Casado, a Feijóo, a Almeida o a quien se cruce en su desproporcionado camino.