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Pues yo estoy orgullosa

Pedro Sánchez y su esposa, Begoña Gómez ; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el presidente de Francia, Emmanuel Macron (con su mujer, Brigitte Macron; el primer ministro albanés, Edi Rama y su mujer, Linda Rama, a su llegada al Museo del Prado.

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Hay un patriotismo infecundo y vano, el orientado hacia el pasado; otro, fuerte y activo: el orientado hacia el porvenir

Ramón y Cajal

Madrid es un pifostio de movilidad. No sólo de tráfico rodado sino también peatonal. Esta misma mañana me han detenido en una acera mientras una comitiva formada por dos “bestias” -por asimilación, porque no eran Cadillac- un minibus y varios coches más bajaban mangados por la calle de al lado de casa. Nadie ha dicho ni mu. Todos hemos esperado, todos hemos comprendido, y todos hemos cruzado después. Vivir en Madrid es también esto y a la mayoría nos gusta.  

Desde ayer me llevan sorprendiendo las reacciones histriónicas proferidas desde la ultraderecha y desde “lo más” de la izquierda -si les llamo ultra izquierda se me revienen- criticando aspectos absurdos de la organización de esta cumbre. Nuevamente han coincidido. Chicos de la ultraderecha comentando en redes “miles de personas atascadas en la A-2 para que Sánchez se pueda hacer la foto con Biden” o bien del otro lado criticando por “elitista” la cena que el presidente del Gobierno ofrece en el Museo del Prado o los que sin decantarse critican por “anacrónico” que los jefes de Estado sean invitados a las cumbres internacionales con sus cónyuges o parejas. Es hablar por hablar. Bobadas que pretenden que el único interés de este encuentro histórico de una organización internacional de seguridad y defensa lo tiene el presidente del Gobierno, porque no es el gobierno que a ellos les gusta, o bien espectros de un falso “igualismo” que en ambos casos no deja de ser populismo. ¡Pues claro que es una élite la que se reúne a cenar en la mejor pinacoteca del mundo! ¡Una élite democrática que representa a casi mil millones de personas! Me van a perdonar pero es de un narcisismo producto de la época quejarse porque estos líderes tengan caravanas de seguridad “que no paran en los semáforos mientras yo tengo que parar”. ¿A qué punto de ridiculez social hemos llegado? Señores agraviados por las élites electas ¡preséntense! ¡Esa es la grandeza de la democracia! Que puede ser un actor, un chaval de Madrid, un coletas o una jovencita de un país frío los que desfilen en esas caravanas. Ninguno ha tenido otro problema más que concitar la mayoría de los votos de sus conciudadanos. ¡Ándele, señor quejica, logre ser revalidado por sus compatriotas y disfrute de viaje en bestia sin semáforos!

Lo del museo del Prado es de traca sideral. Quejas porque puedan verlo a solas, quejas porque cenen allí. ¿Saben cuántos millones de personas van a ver en los informativos mientras cenan en sus distantes casas esa maravilla que España guarda entre los árboles del Paseo del Prado? Por cierto, también seguro que ignoran que es posible hacer visitas en grupos privados por la noche al museo a cambio de una buena billetada. Yo he estado invitada en un par de ellas. Lo hacen empresas, lo hacen entidades y hasta lo hacen particulares. No les he visto quejarse de eso. A mí me llena de orgullo que casi medio centenar de mandatarios, incluso llegados de las antípodas, vaya a quedarse boquiabiertos ante los tesoros que alberga la mejor pinacoteca del mundo. Como me decían un rato antes desde el museo, en pleno curro: “Esperemos estar a la altura, esto es diplomacia cultural de primera división”. 

Por no hablar de la cara de pasmo que se le quedó ayer al hombre más poderoso del mundo al bajarse de su bestia que se quedaba pequeña en la inmensa Plaza de la Armería. No pudo sino comentarlo en su intervención. No en vano se trata de uno de los mayores palacios del mundo occidental y muy notorio de visitar, lo digo para aquellos de los lectores que no lo hayan hecho aún. 

Luego están los que están en contra de la diplomacia que invita a los mandatarios a viajar con cónyuges o parejas. Ahora resulta que es “anacrónico”. ¿Qué tienen contra las parejas en la vida social o diplomática o de protocolo? A ver, digan. ¿Qué tienen? Si no quieren venir acompañados, pues no vienen, de facto ha habido varios que han venido solos. Ahora resulta que asistir a actos públicos protocolarios en pareja tampoco es de recibo. Pues resulta que en muchos países los consortes tienen un papel público determinado claramente, como sucede en Estados Unidos. ¿También están en contra de que la reina de España haga cosas o vaya a sitios? ¿Y si fuera la mujer del presidente de la República? Siempre hay el tonto de turno que sale con el gasto, como si las cuentas de representación de un Estado fueran el Bizum de su grupo de amigos. 

Es curioso pero todos estos inconvenientes nunca se ven cuando es un grupo de futbolistas que ha ganado una copa, la que sea, el que llega a Madrid. Entonces no importan atascos ni restricciones ni privilegios de descenso por la Castellana ni vuelos especiales que aterrizan fuera de hora ni gastos municipales en limpieza y organización. Perdonen, pero eso no es serio.

Tal vez es que en el fondo late un rechazo visceral a lo que significa la OTAN y un antiamericanismo como de fondo de armario. Eso por parte de muchos que se tragan con deleite toda serie producida, dirigida e interpretada por norteamericanos, que representa la sociedad y la cultura americana, que para eso no se hacen ascos. Yo, particularmente, no soy especialmente fan de ese país, cuyo idioma nunca he terminado de dominar por desinterés, que no he visitado sino en escala y eso porque son otras mis filias. Eso no me impide reconocer la realidad de ese imperio, con sus luces y sus sombras. [Si Biden pasea unos segundos con nuestro jefe de Gobierno, ridículo, si le hace fiestas y le llama líder, pues mal también porque todo es mal si se trata de un gobierno que no te gusta, aunque es el tuyo quieras o no]

Está también lo de la paz. Un poco manido ya porque todos queremos la paz. La paz es lo que están intentando afianzar en la cumbre de la alianza de defensa a la que pertenecemos. Me parto con los que creen que más allá de Suiza -por lo que todos imaginan- y algún otro país enano o irrelevante pueden mantenerse al margen de los vaivenes geopolíticos. España es un país grande que está en un lugar peculiar, justo entre dos continentes, y pensar que podemos mantenernos “neutrales” -gran eslogan de Franco, por cierto- es batir palmas para bobos. Tampoco podemos disuadir ni defendernos solos máxime cuando tenemos voces clamando por el mínimo incremento del presupuesto de Defensa o rasgándose la túnica por tener dos destructores más con base en Rota -que por cierto los roteños van a aplaudir, seguro-. Aquí la única cuestión es con quién te alías. Aquí lo que discuten algunos anti OTAN es el alineamiento con el grupo de países que constituye el grueso de las democracias occidentales en torno a Estados Unidos. ¡Díganlo así! Digan que prefieren hacerle guiños al otro bloque que se está formando y sobre el que gira el documento de la Alianza que define las líneas estratégicas para la próxima década. Por cierto, no olviden que si Franco pudo ganar la guerra fue porque las naciones democráticos obviaron su obligación de socorro a pesar de que los ejércitos alemán e italiano estaban atacando en España.

No les voy a recordar el viejo “Si vis pacem para bellum” pero sí les recomendaré que se bajen del pedestal desde el que no se ve la realidad. Las amenazas están creciendo y son de un signo y una entidad que ningún país, excepto un imperio y hay sólo dos yo diría, puede pretender hacerles frente en solitario. 

Así que yo estoy orgullosa de que estemos alineados con las democracias -¡saben cuántos años clamamos por esto!- y de cómo mi país está respondiendo al reto de organizar un encuentro de esta magnitud. Desde aquí doy las gracias a los miles de personas que han trabajado y dado lo mejor de sí para lograrlo. Ustedes mismos. 

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