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Vamos pilladísimos, Alberto

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo, en la presentación de la candidata de su partido a la Presidencia del Gobierno de Cantabria, Mª José Sáenz de Buruaga.

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No llevamos ni un fin de semana de campaña y la derecha ya ha sacado a ETA. Se nota que hay apuro. Nada como volver a los viejos territorios conocidos en tiempos de tribulación e incertidumbre ante los resultados.

Pueden echarle la culpa al boogie y a José Félix Tezanos, pero lo cierto es que la macroencuesta del CIS no dice cosas muy distintas, en lo esencial, a lo que apuntan otras. Todo se juega en los márgenes de error, el PP no tiene asegurado recuperar casi ninguna de las plazas clave que se había marcado como objetivo y tanto los socialistas como Podemos aguantan mejor de lo que muchos esperaban. Hasta Narciso Michavila, que seguro les ofrece más confianza a los populares y es buen conocedor de las tendencias del electorado, especialmente el conservador, no augura una gran victoria popular como en las municipales y autonómicas que antecedieron a la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en 2011; el PP subirá, aunque solo sea porque hace cuatro años obtuvo uno de sus peores resultados.

Las encuestas no pronostican, de momento, el gran triunfo que busca y necesita Feijóo en una cita electoral que ha planteado como una especie de primera vuelta de las generales. Los datos de valoración de presidentes y gobiernos socialistas a mantener en estas elecciones tampoco apuntan en la dirección de un cambio, aunque todo puede depender de unos miles de votos en territorios como Aragón o Valencia.

Vistos los augurios, a lo mejor no habría sido tan mala idea seguir rebajando las expectativas, como hacían desde el PP hace apenas unas semanas, en lugar de lanzarse a derogar el sanchismo; una estrategia de alto riesgo. Pedro Sánchez parece hoy en día más cerca de conseguir aquel que era su objetivo primordial en estos comicios: resistir e incluso aspirar a ganar en Barcelona y esperar a que el PP pierda el Ayuntamiento de Madrid. Más que una derogación, parecería una revalidación.

La demoscopia trae otra mala noticia para Núñez Feijóo. Vox también aguanta mejor de lo que seguramente esperaba, incluso puede aspirar a entrar en todos los parlamentos autonómicos en juego, con crecimientos nada desdeñables en comunidades como la valenciana. Incluso en la Comunidad de Madrid, a pesar de la clara estrategia de Díaz Ayuso dirigida a absorber por completo su espacio, la extrema derecha parece en condiciones de mantener lo que tiene.

A un resultado por debajo de las expectativas puede sumarse al día siguiente del 28M el trago de sentarse a negociar con Santiago Abascal por un puñado de alcaldías y gobiernos, mientras lidia con las críticas internas y los aspirantes a hacerle un Pablo Casado. Puede que una campaña planteada por Feijóo como una especie de enmienda a la totalidad del sanchismo, el terreno donde mejor y con más soltura se desenvuelve Vox porque carece de límites, tenga mucho que ver con sus buenas perspectivas demoscópicas. Que ETA ocupe ahora el centro de la campaña tampoco parece que vaya a cambiar la tendencia; más bien al contrario. Qué agobio, Alberto. Y la campaña pasa volando.

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