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Equilibrios incluyentes

Sergio Pascual

Secretario de Organización del Consejo de Coordinación de Podemos —

La todavía breve historia de Podemos es un relato de equilibrio, de la aceptación de que las dinámicas sociales son siempre procesuales y que la conformación de mayorías, la construcción de capitales simbólicos y legitimidades responden a una fluctuante y enriquecedora dinámica de posiciones políticas y confianzas densas, estructurales o personales, distintas fórmulas de expectativa mutua como las definirían Luhman, Gambetta y Mutti.

El proceso constituyente que actualmente aborda Podemos en lo local nos conduce hacia la consolidación de estructuras municipales. Este momentum se da tras varios meses de desarrollo de dinámicas grupales en los círculos, estructuras que, siguiendo la terminología del sociólogo Z. Bauman, serían líquidas por su propia naturaleza y que han catalizado posiciones políticas y grupos humanos al tiempo que hacían evolucionar con sus debates tanto las contradicciones naturales de cualquier grupo heterogéneo galvanizado en torno a un significante (Podemos), como los compromisos con la equivalencia entre las múltiples demandas insatisfechas generadas por el recrudecimiento de las continuas agresiones a nuestra soberanía y a nuestras vidas.

La tendencia humana a patrimonializar los espacios en los que participa se ve ahora nuevamente reseteada por la estructurante interpelación a un demos más amplio, el del conjunto de los y las inscritas, un demos al que los militantes de los círculos invocan para dirimir los disensos internos.

En este caso, los disensos cristalizarán en propuestas político-organizativas asociadas a equipos humanos que se postulan para dirigir la organización en cada municipio en el futuro inmediato.

Esta vuelta de tuerca, reequilibrante, trae consigo nuevos riesgos. Es por esto que ante la posibilidad de que Podemos se burocratizara y esclerotizara en la forma de sus nuevas estructuras partidarias municipales, perdiendo la frescura del dinamismo de los círculos, espacios abiertos en los que prima la acción y el debate frente a la decisión, los y las inscritas decidimos vacunarnos y apostar por una fórmula organizativa mixta que posibilita seguir navegando entre la máxima eficacia y el escrupuloso respeto a la democracia interna. En definitiva otro giro reequilibrante en la trayectoria organizativa de Podemos.

Y es que en Podemos el poder decisorio seguirá recayendo en la gente, esa gente a la que es preceptivo consultar como requisito para la adopción de decisiones estratégicas, como la de un hipotético pacto electoral. Entre tanto, el poder ejecutivo, incluyendo las portavocías ante los medios residirá en los y las compañeras que sean elegidos para los cargos orgánicos y finalmente, y, sobre todo, algo verdaderamente revolucionario en términos organizativos, los círculos seguirán siendo el órgano de contrapoder que permite articular colectivamente la crítica constructiva y la propuesta imaginativa, invocando al demos decisorio cuando así lo estimen oportuno y marcando el paso del ejecutivo cuando se trate de ámbitos de su interés, ya que éste está obligado a articular debates públicos en este caso.

Podemos apuesta así por un poder constituido en permanente condición constituyente abierta a la participación de nuevos y nuevas ciudadanas en igualdad de condiciones. Es una cuestión de principios. Los podemistas asumimos la mayoría de edad de la ciudadanía, nos entendemos como su instrumento político y no como sus tutores.

Iniciamos en definitiva con este proceso constituyente territorial una aventura que estamos seguros será performativa, es decir, por el hecho de existir y enunciarse tendrá efectos en la forma en la que se organizará nuestro pueblo cuando derrotemos a los partidos de la casta en 2015.

Este país está cansado de soluciones cerradas e inconsultas y es por eso que sobre el consenso social básico e irrenunciable de la defensa de los derechos humanos, incluyendo muy enfáticamente los derechos sociales a una vivienda digna, a una educación pública gratuita y de calidad y a la sanidad pública, así como con el compromiso irrestricto con la lucha contra la corrupción, proponemos al país su emancipación, no sólo de las tutelas merkelianas, sino de cualquier tutela, apostando con convicción por la recuperación de sus instituciones por parte de la ciudadanía y para la ciudadanía, así como por la devolución permanente del derecho a decidir sobre nuestro futuro como personas.

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