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El populismo de los jueces

El presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, en una imagen de archivo.

Elisa Beni

“El modelo del 80 fallaba estrepitosamente porque estaba constituido sobre una premisa falsa y extremista: el desbordamiento del sentido natural de la independencia judicial (...) la idea de control se diluye hasta casi desaparecer a favor de los jueces y magistrados y el servicio público justicia se hace opaco e infiscalizable”

Fernando Santaolalla López - Consideraciones constitucionales sobre el llamado autogobierno judicial

Este jueves se votará en el Congreso la “inocente” enmienda presentada por Ciudadanos y el Partido Popular para volver a 1980 y que los doce vocales judiciales del Consejo General del Poder Judicial sean elegidos de nuevo por los propios jueces. Doce son mayoría. Inocente en un sentido totalmente irónico, ya me entenderán. En el caso del PP es una huída hacia adelante después de que se descubriera el tejemaneje interno que se traen y la forma servil en la que tratan a los jueces, a través del wasap de Cosidó. El PP no cree en la elección gremial de los 12 vocales judiciales, como ha demostrado a lo largo de su historia, pero ahora se apunta. Les pillaron con el carrito del 'helao' y a Casado alguien le dijo que salvara la cara así. Ciudadanos, Ciudadanos no es believer sino de sí mismo así que hemos de pensar que tiene claro que sacará tajada de que los jueces se autoelijan, aunque no sea más que por el lavado de cara electoral que les procura esta medida que, dicen, pretenden despolitizar la cúpula judicial. Ahora veremos qué hay de verdad en esto.

Hay que explicarlo porque en estos últimos días hay toda una pléyade de magistrados en redes sociales, y por tierra, mar y aire comunicacional, intentando explicarnos por qué es necesario que el Poder Judicial se convierta en el único que se elija a sí mismo y se controle a él mismo, sin ningún contrapeso externo. Bienvenidos al populismo judicial, al verdadero. No son seres angélicos, son seres que en muchos casos buscan el poder y quieren ocuparlo ellos. Ante la posibilidad siquiera remota, porque mucho confío en que el resto de grupos parlamentarios vean de qué va esta emboscada, de poder repartirse el poder sin intervención alguna ajena están dispuestos a blanquearlo todo, a confundir los conceptos y a intentar confundir al pueblo con la promesa de una vida mejor. En todo eso andan con una cohorte de informadores que, desconocedores de las raíces profundas del problema, les aplauden como una claque expectante. El esquema es el de todos los populismos: hay un problema insoportable de injerencia política en las cúpulas judiciales y de falta de independencia ergo dennos todo el poder a nosotros los jueces y verán como esto mejora. Plas, plas, plas. Los jueces, que venden que para ser independientes necesitan independizarse absolutamente y no tener ningún control externo, como si la independencia no fuera una virtud de la que cada uno individualmente debe revestirse. Ser un juez independiente no consiste en que un político o un chorizo o el puñetero dinero no traten de influirte sino en que tu tengas la valentía y la honradez de rechazar tales envites y mantenerte firme en tu función incluso si eso supone no medrar. Si hoy día hay jueces dependientes siquiera moralmente del poder político, lo son porque han aceptado serlo. Son malos jueces, no son víctimas del sistema. Un juez tiene que ser imparcial, independiente, sometido exclusivamente al imperio de la ley y, por ende, valiente para aceptar las consecuencias de mantener tales premisas. Algún día les hablaré del número de los valientes.

Los magistrados y sus asociaciones se han estado reuniendo todos estos días con los grupos políticos para venderles la mercancía de que la despolitización de la Justicia y, sobre todo, de los nombramientos jurisdiccionales (magistrados del TS y presidentes de todas las salas y tribunales importantes) pasa por juntar las manos en signo de plegaria y, con una fe ciega, entregarles un poder omnímodo. Los jueces no buscan ser independientes sino independizarse de todo poder y de todo control y para ello presentan como deseable una fórmula que ya fracasó estrepitosamente en su día. La primera regulación del CGPJ se produjo por la ley 1/1980 que estableció un sistema corporativo para a la elección de los 12 vocales judiciales, primó a los escalones superiores de la judicatura y estableció unas competencias más amplias. Ahora el CGPJ no sólo hace política judicial sino también política criminal y controla los castigos disciplinarios a los jueces, los castigos jurisdiccionales también los controlan los magistrados que ellos mismos han enviado al Tribunal Supremo. Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como.

En aquel primer Consejo, la mayoría absoluta conservadora tuvo un peso insoportable de la APM ya que no hubo posibilidad de representación proporcional y todos los vocales, lista única, pertenecieron a la mayoría conservadora. Aún hoy hay quien defiende algo así. En eso no están de acuerdo las asociaciones. Hoy día pasaría lo mismo. La carrera judicial es mayoritariamente conservadora. Yo no creo que tenga que ver nada con el franquismo ni con esas chorradas que a veces se dicen con buena intención. Tiene que ver con el origen burgués mayoritario -sí, aunque haya un porcentaje que nos vaya a contar siempre en las redes lo pobres que eran al opositar, esos siempre serán unos outsiders y siempre los mirarán como tal, por encima del hombro, y ellos los saben-, con los preparadores y hasta con la función que representan que no es otra que administrar la coerción estatal. No esperen encontrar grandes revolucionarios en este colectivo. Ça va de soi.

¿A quién tiene que representar este gobierno onmímodo que controla a los demás, que se controla a sí mismo y que administra vidas y haciendas? Los jueces pretenden que debe representarlos a ellos y otros muchos, incluidos los partidos de izquierdas, piensan que su representatividad y su legitimidad debe emanar del pueblo como la del resto de los poderes. ¿Pueden unos individuos, por el hecho de pasar un examen jodidísimo, controlar a los demás poderes y controlarse a si mismos? ¿De dónde les vendría la legitimidad si el examen lo organizan y controlan también ellos mismos? Ya les conté la historia de la hija de Marchena que no ha habido forma de fiscalizar desde ninguna parte, Congreso incluido.

Si ellos mismos se presentan y hacen campaña ¿quién y cómo se va a controlar a sus asociaciones -que son como partidos, porque son uniones ideológicas- o los fondos que reciban o de quién los reciban y a quién van a estar agradecidos? Hablamos de poder, de mucho poder, del poder casi sin control ninguno. Cuando les oigan hablar de independencia no pierdan de vista esto. Ahora me dirán que, en algún momento espeso, yo misma defendí esta fórmula. Debió ser antes de darme cuenta de hasta dónde puede llegar la postura gremialista en los nombramientos y en las prebendas a los propios y antes de darme cuenta de cómo cuando Almenar y Margarita Robles se encargaban de pactar los nombramientos, también lo hacían de forma más bien gremial y nepotista y de cómo le han arreglado el tema a la hija de Marchena y no ha habido forma de saber siquiera. Además estoy convencida de que una forma de elección así volvería a la carrera aún más conservadora. Pura necesidad. Si tus compañeros controlan tu progresión profesional y también la posibilidad de sancionarte y hasta expulsarte de la carrera, ¿no sería cada vez más difícil levantar la voz? De hecho, está sucediendo. En Jueces para la Democracia la posición a favor de regresar a esta forma de elección es levemente mayoritaria y, desde luego, no lo es el apoyo a la enmienda presentada por el PP y Ciudadanos. ¿Por qué no denuncian todo esto y van de comparsas? Puro corporativismo dado que creo que piensan que no sería bueno ser los únicos en discordia “con la carrera” ahora mismo.

Todo apunta a que todas estas razones, y muchas más en las que podría extenderme, harán que la moción oportunista de Ciudadanos y el Partido Popular no prospere el jueves. Eso no significa que no haya que limpiar y sacar las pezuñas de los políticos de en medio pero, perdonen, no para poner las de los jueces. Al menos a los otros los votamos.

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