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Rajoy aborta

Rajoy busca en China ampliar relaciones que ayuden a agilizar la recuperación

Javier Gallego

La crónica de la muerte anunciada de Gallardón es la historia de un matrimonio que va a tener un bebé. Rajoy le pidió al ministro que le diera este hijo. Gallardón lo incubó durante meses. Rajoy estaba encantado con su criatura, pero mucha gente, incluso dentro de su partido, no. En esto llega el médico de Génova, Pedro Arriola, con las encuestas y dice que el PP se desangra. Rajoy toma la decisión de abortar al niño y dejar que se muera la madre para salvarse a sí mismo. Un padrazo, vaya. Como para dejarle la custodia de un partido y de un país. Pero ya es tarde también para él. El daño está hecho. Como dirían ellos, haberlo pensado antes de folgar sin protección.

Ahora Rajoy no solo tiene en contra a todos los que se rebelaron contra su ley del aborto, ahora también ha conseguido levantar en armas a los provida que han prometido iniciar una campaña para pedir que no se vote al PP. Y menudos son ellos como los tengas enfrente. Te cogen a los obispos y te lían un cristo que arde Troya. Rajoy ha conseguido que arda Génova. A lo bonzo. Le ha metido fuego a su partido. Rajoy ha conseguido lo que no logró ni la incompetencia de ZP: ponerse a todo el mundo en contra, incluso a los suyos.

La marcha atrás en política puede ser aún más catastrófica que la marcha atrás en la cama. Una vez que das un paso al frente no puedes recular aunque se te echen encima porque entonces todos se te acabarán tirando al cuello. Rajoy tenía en contra a la mayoría, pero sus votantes no le iban a dejar de votar por la ley del aborto. Al contrario, para muchos este proyecto compensaba algunos de sus errores. Podría haberles contentado y apuntarse el tanto de cumplir (al menos) un punto de su programa electoral. Pero ahora ha quedado retratado como un hombre sin palabra, un político sin honor y un presidente sin agallas. Esto no lo salva ni Marhuenda en La Sexta Noche.

Rajoy no tienen quién le defienda porque ha dejado tirados a los últimos que le defendían. Es un cadáver político. Un presidente que arde a cámara lenta. Se nota que siente las llamas en los pies por estos pasos en falso que da últimamente. Se acabó el Rajoy impasible, el Mariano inmutable, el presidente plasmático. Ha empezado a ver sombras a su alrededor y a disparar a lo loco como un cazador a punto de ser devorado por los leones. Gallardón es el primer daño colateral de las balas perdidas que dispara un presidente que ha perdido el dominio sobre su miedo. Ha echado al ministro a las fieras para intentar que a él no le cacen, pero acabarán pillándole. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo y Rajoy es un mentiroso que cojea.

Hasta ahora había mantenido la estabilidad de su ejecutivo frente a rescates, recortes, tormentas sociales y mareas en la calle. Rajoy era el presidente que no tenía crisis de gobierno. Desde ayer, ni eso. Ayer se cargó a su primer ministro, por cierto un señor que, a su vez, se cargó la igualdad ante la ley y las arcas madrileñas y que quería cargarse también la libertad de las mujeres. Mucho ha tardado en irse Gallardón, el faraón, el ladino, el tapado, el lobo con piel de cordero. Pero es mala hierba y la mala hierba nunca muere, así que nada nos asegura que no intente volver para salvar a su partido y a España. Él es muy de salvarnos de nosotros mismos, empezando por las mujeres. Pero hoy por hoy está muerto y se lo ha cargado su propio padrino político. Ahora la familia popular sabe que Rajoy es de los que apuñala por detrás.

Rajoy es Saturno devorando a sus hijos. Dice el psicoanálisis que este mito simboliza la impotencia. El líder del PP es el padre decadente que empieza a comerse a sus criaturas porque se siente sin fuerzas, no se le levanta. Es el principio del fin. El capitán lleva demasiadas piedras en las alforjas como para salir a flote. De esta no le saca ni la recuperación, si es que llega. El barco se hunde y el presidente empieza a tirar a su tripulación por la borda para quitarse peso. Puede que le estalle un motín a bordo o que se hundan todos juntos mientras toca la orquesta. Se dice que el PP es el único partido que tiene un suelo electoral, pero también se dijo que el Titanic era indestructible.

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