Pero que no lo vuelva a hacer
El PP se traga todo, se tragó el estado (o el estado ya era el PP), se tragó España y se merendó a Ciudadanos como si fuese un canapé.
Los partidos políticos y los medios habían llegado a la conclusión de que el problema de España era la corrupción, es decir el problema era el PP con sus diversas ramificaciones en Madrid, Valencia... (No por ello queremos quitarle su parte de méritos al PSOE andaluz, a CiU y a quien corresponda). Siendo el PP y Rajoy el problema, Rivera llegó a la conclusión de que solo hay una solución, que Rajoy vuelva a formar un gobierno. Y para ello “hay que desbloquear” y en ello está, desbloqueando.
Primero le dijo a Rajoy que de volver a coger sobresueldos de dinero negro, nada, que de tramas de delincuentes nada… Lo miró con cara muy seria, levantó el dedo y le advirtió: “Tú vuelve a lo que estabas, pero ahora sé bueno y no lo vuelvas a hacer”. Pero Rajoy, que en un tiempo pasaba por tímido pero que ahora presume de tener callo en la cara, le suelta, “A ver, según... Ya te iré diciendo. Tú ve desbloqueando”, y se marchó a paso deportivo de veraneo. Rivera se quedó con un palmo de narices, tragó saliva y simulando conservar dignidad se volvió hacia la otra esquina y a continuación le reprocha a Sánchez que ya lleva ocho meses obstaculizando, bloqueando…, el gobierno de Rajoy.
Sí que existe un bloqueo pero no son los impedimentos para que el PP siga a lo suyo, el bloqueo no es esa argucia de los poderosos sino algo mucho más profundo, el fracaso del sistema político español, incapaz de solucionar los problemas sociales y nacionales. El fracaso de un modelo de estado y de organización del poder político, el fracaso de un estado que carece de proyecto nacional razonable y viable.
El Reino de España está atrapado en dos procesos. Por un lado, una Europa en transformación, donde estados nación vieron cómo fueron intervenidos, cómo desaparecía su soberanía económica y política, y cómo permanecía casi únicamente la cáscara institucional. Y, por otro lado, la propia dinámica interna de un estado con una cultura política heredada del franquismo, centrado en una economía especulativa e incapaz de asumir su diversidad nacional siendo incapaz, por tanto, de gestionarla y conduciéndose así a este colapso. Todo se resume en el tapón Rajoy que preside este festín de corrupción e incompetencia como una sonriente reina madre que se lo está pasando de miedo riéndose de todo quisque, a diestro y siniestro.
Pero eso son minucias, así que sigamos enredados en la absurda actualidad, porque proyecto estratégico de futuro no hay ninguno en marcha, quitado el que puedan tener los catalanes, y desde luego no es el PSOE quien lo ofrece ni Podemos tampoco. El caso de Podemos merece una reflexión particular, una reflexión que debe comenzar por el origen mismo de esa operación política que pretendió ser la representación del descontento generacional y social y que hoy casi nadie sabe lo que es.
El PSOE representado por Sánchez ha conseguido un éxito relativo en las últimas semanas, ha conseguido que el debate político y la evolución de la situación pase de nuevo por el bipartidismo, consiguió polarizar el escenario entre Sánchez y Rajoy. Pero ese éxito inmediato es miseria si no sirve para solucionar los problemas sociales, el PSOE es un partido dividido y en este momento enfrentado. Algunos dirigentes territoriales consiguieron maniatarlo anteriormente en su intento de investidura, impidiéndole pactar con Podemos e incluso dialogar con los catalanes, pero Sánchez resultó más correoso de lo que esperaban quienes querían merendárselo en su partido y también los amos de los medios de comunicación y ahora está estableciendo sus propias reglas. Se trata de ver quién dobla a quién, pero eso no puede durar.
Efectivamente, ese partido, ya que no ofrece un proyecto colectivo, al menos necesita un plan para esta situación concreta. Un plan que no sea solo de un grupo enquistado en la dirección y enfrentado a otros poderes dentro y que ese plan sea asumido y compartido. ¿Sánchez tiene un plan? Es probable, pero tendrá que explicárselo a su partido y luego a la sociedad.