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Vuelve el centralismo ilustrado

Sanidad informa de cinco muertes y 134 nuevos positivos en 24 horas, un leve descenso

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Cuanto más avanzan las negociaciones de la comisión para la reconstrucción, más señales llegan del regreso con fuerza de la vieja idea de que la raíz de todos los problemas fue que no estaba el centro al mando y todas las soluciones pasan por devolver el mando al centro; que es donde está la gente que sabe, que tiene experiencia y posee la visión global y no localista necesaria en estos casos. Frente a la periferia paleta, ignorante y egoísta, aquí está de nuevo la esperanza de un mando central paternal, compasivo y solidario.

Avanza la idea de que la mejor vacuna contra el virus es la uniformidad, basada en las mismas evidencias científicas y epidemiológicas de ocurrencias ya clásicas e igualmente contrastadas como que el virus se iría con el calor. Las conclusiones pactadas hasta la fecha en sanidad o servicios sociales responden a la idea de que lo que realmente funcionó fue el mando único y allí donde hubo problemas, se debieron precisamente a su falta. Una idea que, además de radicalmente falsa, ofrece un preocupante indicador de lo poco que algunos han aprendido.

Proponer otra agencia central, un cuerpo nacional de reservistas y un depósito central de material como solución a los males afrontados por nuestra sanidad durante la pandemia es como ofertar tiritas contra una apendicitis; además de acreditar un alarmante desconocimiento de cómo funciona este país en realidad. Ni la centralización ni el voluntariado van a arreglar los problemas de una Sanidad cuyo principal mal reside en que invertimos mucho menos de lo que exigimos recibir a cambio.

La gestión sanitaria ganará poco con semejantes aportaciones. El beneficio político tampoco se antoja muy claro. Cuando comenzaron los trabajos de la comisión para la reconstrucción, el ejecutivo de Pedro Sánchez contaba con el apoyo de los nacionalistas y la necesidad de agarrarse a su cuello de unos Ciudadanos en medio del naufragio. Hoy, los nacionalistas votan en contra y el náufrago naranja se pasea por los medios explicando cómo salvó el cuello del gabinete y le devolvió por el camino de la sensatez y el buen gobierno. Echen números para ver quién ha salido ganando con el trato. No parece ser un gobierno al cual no le salen las cuentas si suma los votos ganados y perdidos. Tampoco parece fácil saber qué ha obtenido exactamente la mayoría gobernante a cambio de sus renuncias programáticas; más allá de los diez votos naranjas que tienen el valor que los demás quieran darle, no aquel que Inés Arrimadas cree que tienen.

Puede que alguien crea posible sacar las conclusiones de la reconstrucción con unos votos y una mayoría y los presupuestos que deben traducir esas mismas conclusiones en partidas y gasto con otros votos y otra mayoría. Ese alguien ignora que, en la política, las leyes de la física siguen rigiendo.

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