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La imposibilidad de la izquierda
Batacazo de la izquierda en las elecciones del 28-M. Otra vez. Tertulias donde se vuelven a exponer los tautológicos argumentos de por qué la izquierda no ha podido convencer, otra vez: la crispación política que solo beneficia a la derecha, la falta de unidad, de un discurso que hable de los problemas de la gente, de una explicación didáctica de los avances conseguidos por el Gobierno de coalición, etc. Viendo y escuchando todo lo acontecido, no puedo evitar sentirme como el hámster que corre dentro de una rueda giratoria, condenado, como Sísifo, a no salir del lugar.
Sucede es que la izquierda sigue sin entender lo fundamental, y es esto:
El neoliberalismo ha ganado la batalla cultural de una forma tan contundente y completa, que lo más seguro es que incluso el trasfondo de nuestros sueños esté impregnado hasta el tuétano del mismo. Ya no existe ni una sola parcela del mundo, ni del ser humano, donde esa victoria no pueda percibirse de una forma abrumadora. Y es ahí donde está el meollo de la cuestión: el neoliberalismo es la derecha. Es decir, el individualismo egoísta, la convicción de que nuestras acciones no repercuten en los demás ni en nuestro entorno, que el individuo se debe a unos méritos que solo son suyos y no tienen conexión alguna con el contexto histórico o social, en definitiva, que el individuo aislado y egoísta no tiene límites (más que aquellos que se intentan imponer desde la debilidad ontológica de la izquierda). Pero el drama consiste en que todos hemos sido deconstruidos por el neoliberalismo, incluidos los individuos de la izquierda. Por tanto, todos (de uno y otro espectro ideológico), todos sin excepción, esperan que la economía siga creciendo, que el turismo siga creciendo, que la producción de bienes y servicios siga creciendo, que la población, sea vía inmigración o natalidad, siga creciendo, que la venta de vehículos siga creciendo, que los carriles bus y de bicis sigan creciendo, que los parques eólicos y solares sigan creciendo o que la pobreza y los problemas medioambientales se resuelvan sin comprometer el crecimiento.
El individuo neoliberal pretende existir ignorando todo lo que está más allá de sí mismo, y eso incluye a la realidad misma. Ese es el motivo por el cual el individuo neoliberal es intrínsecamente negacionista, es decir, conservador-reaccionario, es decir, de derechas, por mucho que algunos intenten envolverse en el rojismo de la izquierda. Para decirlo más claro (por si ya no lo estaba suficientemente): incluso la izquierda ha sido conquistada por el noeliberalismo. Esta es la verdadera derrota, no la del 28-M.
La izquierda seguirá siendo derrotada en las urnas, porque, o bien seguirá empeñada en ofrecer una alternativa al neoliberalismo sin renunciar a sus principios (y para eso ya está la derecha), o bien porque si asumiera un proyecto que dejara de lado al individuo egoísta y reaccionario e incluyera como actor político a una sociedad de individuos interdependientes consigo mismos y con su entorno, tendría que subir a la palestra para dar muy malas noticias.
Y, en efecto, para eso ya está la derecha.
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