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ENTREVISTA Ministra de Exteriores

Arancha González Laya: “En 2008 la respuesta a la crisis se basó en el sálvese quien pueda; en 2020, en la solidaridad comunitaria”

La ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya, en la sede del Ministerio

Andrés Gil

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Arancha González Laya (San Sebastián, 1969) llegó al ministerio de Exteriores después del nombramiento de Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea y de las elecciones de noviembre de 2019 que alumbraron el Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos. González Laya, con formación en Derecho, ha pasado por la Comisión Europea (2002-2005) de la mano del entonces responsable de Comercio, Pascal Lamy, con quien luego trabajó en la Organización Mundial del Comercio, antes de convertirse en directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional de Naciones Unidas. De ahí, dio el salto al Consejo de Ministros de Pedro Sánchez al frente de la diplomacia española con un importante acento en las relaciones comerciales.

Este fin de semana, los líderes de la UE han debatido en Oporto sobre la propuesta del Gobierno de Estados Unidos de liberar las patentes de las vacunas contra la COVID-19, así como de la estrategia para aumentar la producción y el acceso a todo el mundo. El Gobierno español, por su parte, ha afirmado que la suspensión de patentes “marca el camino”, pero avisa de que “no es suficiente”. El Ejecutivo llevó a la Cumbre Social Europea de Oporto una propuesta en forma de non paper en la que pide “reforzar la transferencia de conocimiento y tecnología, aumentar la producción global de vacunas y acelerar su distribución por todo el planeta”.

Los 27 Estados miembros de la UE están divididos, con España e Italia, que lo ven insuficiente, y Alemania, país donde se producen millones de dosis, firmemente contraria al levantamiento de las patentes. Eso sí, todos coinciden en que EUU y Reino Unido deben dejar de poner trabas a las exportaciones, mientras se emplazan a zanjar el debate del certificado covid en la cumbre del 25 de mayo.

¿Qué opina del debate abierto sobre las patentes de las vacunas?

El acceso equitativo a las vacunas tiene que ser la prioridad de la comunidad internacional, lo es desde luego para un Gobierno progresista como el español, y por eso el presidente del Gobierno ha puesto sobre la mesa un plan para para ir más rápido, un plan que pasa por flexibilizar al máximo las reglas de propiedad intelectual, estando incluso dispuestos a discutir el tema de levantamiento de las patentes para la vacuna de la COVID-19, siguiendo también por identificar cuáles son las capacidades de producción que en estos momentos no se están utilizando y buscando, con transferencia de tecnología, escalar la producción.

En tercer lugar, buscando también compromisos de prohibir restricciones a la exportación de vacunas y de componentes para fabricar vacunas, que en estos momentos están inhibiendo la producción de vacunas globalmente. Europa ha exportado en estos últimos tiempos 200 millones de vacunas al mundo. Países como Estados Unidos todavía no han exportado ninguna. Esto tiene que cambiar.

España ha propuesto un plan para ir más rápido con las vacunas, que pasa por flexibilizar las reglas de propiedad intelectual, estando dispuestos a discutir el levantamiento de patentes

Tiene, finalmente, que acelerarse la distribución de vacunas, tanto a través de COVAX como buscando una gran alianza público-privada con las líneas aéreas. Este es el plan alrededor del cual esperamos tejer una gran coalición internacional que en la próxima asamblea general de la OMS a finales de mayo adopte medidas concretas para acelerar la llegada de vacunas a todos los ciudadanos a través del mundo.

La Comisión Europea acaba de lanzar su propuesta para reabrir la movilidad y el turismo en las próximas semanas. ¿Qué expectativas tiene España?

España ha liderado dentro de la Unión Europea el retorno a la movilidad ordenada y segura. Y poco a poco esta tesis española, que es compartida por otros Estados miembros de la Unión Europea, como Grecia o Italia, se ha ido abriendo paso. Lo que hemos buscado siempre es que la respuesta fuese comunitaria, y evitar los errores que vimos en la primera ola de la pandemia, de respuestas nacionales. Esto es lo que la Comisión ha propuesto, una respuesta europea donde se van abriendo las fronteras de la Unión Europea a países terceros, teniendo en consideración el menor nivel de riesgo de las personas vacunadas.

Ahora de lo que se trata es de establecer los criterios comunes para ir pudiendo articular esta apertura de las fronteras exteriores.

Los países tienen competencias sobre sus fronteras. Puede darse el caso de que algún país no quiera participar de la iniciativa y el resto de países sí puedan.

Siempre se ha construido esta respuesta como recomendaciones por parte de la Comisión Europea. Dentro de esas recomendaciones, evidentemente, habrá unas reglas. Se prevé también que haya un posible freno de mano. Es decir, que cuando en un país la situación sea particularmente difícil, ese país pueda también tomar medidas para limitar la entrada de ciudadanos de países terceros en su territorio.

La Unión Europea es un territorio que recibe millones de ciudadanos de países terceros, y cuanto más coordinada sea la respuesta, más ordenado será también el retorno de la movilidad en nuestro espacio europeo.

Y es clave para la economía también.

Es clave para la economía, y es clave en particular para un país como España, porque el 13% de nuestra economía son realmente servicios turísticos ligados a la movilidad de las personas.

Por eso, en Europa, España ha liderado la vacunación comunitaria, la respuesta económica comunitaria y también los esfuerzos de reapertura de fronteras comunitarias de una manera coordinada, porque sabemos que estos tres elementos son pilares claves para la recuperación económica y social de nuestro país.

Para eso es esencial que la vacunación siga cogiendo velocidad y que las empresas sigan entregando las vacunas. Subsisten los problemas con AstraZeneca. ¿Se podrán resolver los problemas que existen con esas vacunas?

Nosotros hemos apoyado que la Comisión Europea demande a AstraZeneca por incumplimiento de su contrato. Es importante que la Comisión ponga esto sobre la mesa, demande a AstraZeneca y se busque dar cauce a una insatisfacción grande por parte de la Unión Europea con la manera en la que AstraZeneca ha suministrado a la Unión Europea.

Pero más allá de AstraZeneca, hay otra serie de empresas farmacéuticas que han cumplido con sus contratos, que suministran a la Unión Europea, y España está utilizando esos suministros de una manera muy profesional. Y aquí quiero poner en valor el esfuerzo ingente realizado por el sistema público de salud español, que casi cada vez que recibe un nuevo suministro de vacunas es capaz de utilizarlo en un tiempo récord. Cada día se está batiendo un nuevo récord de vacunación en nuestro país y eso se lo debemos al personal del sistema público de salud.

Es importante darnos cuenta de lo importante que es para luchar contra una pandemia como esta, el construir sistemas públicos de salud resilientes: financiarlos, dotarlos de los medios humanos y económicos necesarios. Tendremos que recordarlo una vez que pase la pandemia.

Una crisis pandémica como esta no se vivió en 2008, pero sí que se vivió una crisis económica, y ahora hay quien habla de un cambio de paradigma. ¿Existe realmente ese cambio de paradigma o dentro de dos años volveremos a tener austeridad con el pacto de estabilidad, recortes, etcétera?

Creo firmemente que la Unión Europea aprendió las lecciones de la crisis de 2008, y que la respuesta que ha desplegado la Unión Europea ha sido diametralmente opuesta a la de 2008.

En 2008 la respuesta se basó en el sálvese quien pueda, en 2020 la respuesta ha sido solidaridad comunitaria. En 2008 la respuesta fue recortes, austeridad, recortes, austeridad... En 2020 la respuesta ha sido “gasten cuanto más mejor para mantener la economía y la sociedad y el tejido productivo vivo”.

Es cierto que la crisis de 2008 era una crisis de un sector de la economía y que la crisis de 2020 era una pandemia que afectaba a todos los países por igual, a todas las economías y a todo el tejido productivo y a todos nuestros ciudadanos.

Pero creo también que hemos interiorizado los errores de la gestión de la crisis del 2008 y hemos sido capaces, esta vez, de darle una respuesta adaptada a la especificidad de la crisis. Esto es un gran paso adelante. No creo que haya marcha atrás en este paso que se ha dado.

Creo que, en lo económico, el mutualizar la respuesta de manera comunitaria está aquí para quedarse. Ahora lo más importante va a ser desplegar todo el poder de esta respuesta mutualizada europea, de esta inversión común, a partir de una financiación colectiva.

Una inversión común que sirva no sólo para reactivar la economía, pero que sirva también para transformar nuestra economía. Ésta es también otra de las grandes diferencias del 2020 con el 2008. No es solamente restablecer los pilares de la economía, es solidificarlos con una transformación muy basada en descarbonizar los procesos productivos y digitalizar nuestra economía y nuestra sociedad que nos van a dar la nueva competitividad en este siglo XXI. Creo que hemos aprendido la lección y creo que con esta lección que hemos aprendido, Europa sale fortalecida.

Biden ha aprobado recientemente un nuevo paquete de medidas de inyección económica. ¿Cree el gobierno que con el que tenemos en Europa será suficiente o que hará falta otro más?

Es curioso que una gran parte del paquete que propone el presidente estadounidense se parece bastante a un programa socialdemócrata europeo clásico. Tenemos que reivindicar los valores de la socialdemocracia europea, los valores de no dejar a nadie atrás, de la justicia social y de la equidad.

Cuando oigo que en Estados Unidos va a haber una mejora del salario mínimo, que va a haber permisos de maternidad y de paternidad remunerados, me suena bastante a políticas socialdemócratas que muchos de los gobiernos europeos llevan años impulsando. Esto es un gran paso adelante, porque demuestra que hay un consenso internacional en la importancia de políticas socialdemócratas que no dejan a los ciudadanos atrás, en el que no hay sálvense quien pueda, sino que hay un mínimo de red de protección social, que es la que garantiza cada uno de los Estados.

Incluso pide subir los impuestos, cosa que en España de momento el Gobierno dice que aún no toca.

Ahí quiero reivindicar medidas que también son de corte socialdemócrata europeo, que es la justicia fiscal. Eso es lo que está diciendo el presidente Biden: que quien tenga más, quien gane más, quien ingrese más, y esto se ha visto también durante la pandemia, como por ejemplo el caso de las empresas tecnológicas o los ciudadanos más ricos, el 1% más rico de la población, lo lógico es que esos ciudadanos y esas empresas contribuyan más a través de los impuestos.

Esto es lo que dice el presidente Biden y el Partido Demócrata estadounidense, y esto es lo que dice la socialdemocracia europea y lo que dice el Gobierno de España. Y diciendo esto no somos radicales, somos partidos políticos y movimientos políticos comprometidos con la justicia, también con la justicia fiscal, que tiene que estar en la base de la economía.

El presidente de EEUU intervino brevemente por vídeo recientemente en una cumbre europea. Ahora en junio se celebrará una cumbre de la OTAN, en la que está previsto que acuda Biden, seguida por una cumbre UE-Estados Unidos. ¿En qué se traduce el regreso de Estados Unidos a las relaciones transatlánticas?

Estados Unidos ha cambiado, pero también la Unión Europea ha cambiado. El mensaje de la visita de Biden, tanto a la cumbre de la OTAN como a una cumbre Unión Europea-Estados Unidos en Bruselas, significa una reconciliación transatlántica después de un período en el que ésta cojeó por falta de visión, pero también por falta de energía política y de compromiso político.

La relación transatlántica vuelve a estar en el centro de las prioridades americanas y europeas, adaptada al momento que estamos viviendo y que quiere ser motor de un gobierno de las cosas de todos, que es la gobernanza internacional, con más multilateralismo, más cooperación internacional, más compromiso de cooperación en la lucha contra la pandemia, en el acceso a las vacunas de forma equitativa para todos los países, con una defensa de la democracia, de los derechos humanos y de las libertades individuales en el mundo, con un compromiso muy claro de luchar contra el cambio climático, y de descarbonización de nuestras economías.

¿Ha influido en que en la Unión Europea esté frenando el principio de acuerdo de cooperación con China el hecho de que las relaciones de Estados Unidos con China son más frías que las que en principio parece que puede tener la UE?

El que el motor transatlántico funcione y funcione mejor y tenga un sentido y un objetivo muy claro no significa que no tengamos que tener relaciones con otros países terceros. Y este es el caso de Rusia o el de China. Yo reivindico, como lo reivindica la Unión Europea, la necesidad de establecer, como lo está haciendo Estados Unidos, espacios de colaboración con China en la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad y de lucha contra la pandemia.

Es cierto que tenemos también áreas en las que tenemos una relación más ambivalente e incluso una relación de adversario con China. Pero eso no significa que no tengamos que encontrar puntos de encuentro, y lo que el acuerdo de inversión entre China y la Unión Europea representa es un punto de encuentro buscando dotar a una relación de reglas de juego, de respeto a los derechos laborales, a los derechos medioambientales, a los derechos sociales... Eso es lo que este acuerdo representa.

Evidentemente, todo acuerdo entre entre la Unión Europea y, en este caso China, necesita de un contexto. Y es verdad que el contexto es un poco turbulento en estos momentos, pero creo que es importante encontrar también puntos de encuentro con aquellos países con los que uno tiene evidentes desacuerdos, como es el caso de China.

Ahora se están yendo las tropas tanto de la OTAN como de Estados Unidos de Afganistán. Y parece que el foco que más preocupa es el de Rusia y Ucrania. ¿Hasta dónde puede llegar esa guerra fría que está produciéndose?

Tenemos que ser claros en nuestras relaciones con Rusia y trazar líneas muy claras de no injerencia en países terceros, de respeto de la integridad territorial de un país como Ucrania y del retorno a los mecanismos de diálogo y de desescalada que existen en el marco de la OTAN y de la OSCE. Y poner en valor esos espacios de diálogo para discutir las cuestiones en las que existen desacuerdos con respeto de la integridad territorial de los países, y en este caso de Ucrania.

Eso va a ser fundamental para mantener también un espacio de entendimiento con un vecino inevitable como es Rusia. España ha sido muy clara en esto. También lo ha sido la OTAN y la Unión Europea. Y creo que poco a poco se va abriendo paso ese espacio donde se busca traducir un desacuerdo fundamental para dialogar más que buscar el conflicto, incluso militar, como método para gestionar un desacuerdo.

Las dificultades de vecindario de la Unión Europea no se acaban con las que tenemos con Rusia en lo relativo a Ucrania. Tenemos otros lugares, como es el Sahel. No es nuestro vecino inmediato, pero es el vecino de nuestro vecino, una zona de gran inestabilidad, que preocupa mucho a España, que tiene que preocupar por lo tanto a la Unión Europea, donde hay una confluencia de terrorismo, criminalidad de todo tipo, incluida la de tráfico de personas, de armas, de drogas, en donde además hay una gran zona donde el Estado está ausente y de la que también tenemos que ocuparnos porque también ahí se juega nuestro futuro y la estabilidad de la Unión Europea.

Allí fallecieron recientemente dos periodistas españoles. ¿Cómo va esa investigación?

Mi homólogo me ha confirmado la voluntad del Gobierno de Burkina Faso de colaborar con las autoridades españolas en el esclarecimiento de los hechos y me consta que están investigándolos, y espero que puedan compartir con nosotros el fruto de su investigación para que no quede perpetrador sin castigo y para que no queden sombras alrededor de estos actos tan ignominiosos, que no son los primeros y que esperemos que sean los últimos.

Los conflictos de los que estamos hablando, sobre todos los de la vecindad sur, generan unos flujos migratorios que Bruselas está intentando ordenar con un pacto que no termina de convencer, entre otros países, a España. No sé qué le parece también la última propuesta de agilizar las devoluciones y del nuevo papel reforzado que se le quiere dar a Frontex como guardia implicada en las devoluciones de personas. ¿Cómo lo ve España?

Tenemos que tejer un gran acuerdo migratorio que sea el fruto de un consenso europeo, y ese consenso todavía no existe. La voluntad de España es tejerlo porque entendemos que la respuesta más eficaz es una respuesta solidaria, responsable, pero de toda la Unión Europea.

También sabemos la importancia de tejer ese consenso europeo en un diálogo con nuestros vecinos, porque las cuestiones migratorias afectan también a la vecindad sur, a Marruecos, que también sufre la presión migratoria de países subsaharianos; afecta a Argelia, a Túnez, a Egipto...  Y quiero poner aquí en valor el diálogo que España tiene con Marruecos, con el que tratamos esta cuestión con corresponsabilidad, entendimiento, diálogo, entendiendo que es un problema para Marruecos y para España, y debemos gestionarlo de manera conjunta utilizando todos los mecanismos europeos, utilizando también los mecanismos de Frontex, que es una institución comunitaria muy valiosa para la gestión de los flujos migratorios y para la búsqueda de soluciones a nivel europeo.

Ha habido una investigación interna de Frontex por las denuncias sobre devoluciones irregulares en el Egeo; hay investigaciones de la Oficina Antifraude europea, de la Defensora del Pueblo Europeo, del Parlamento Europeo... Es una agencia cuestionada y su dirección también. ¿Darle este papel añadido ahora no es contraproducente?

Yo creo que la agencia es válida y tiene una misión importante. Otra cosa es cómo ejerza, con esta administración, su mandato. Y si hay algo que aclarar, creo que es muy importante que la agencia de luz y transparencia sobre todas sus acciones concretas, que esa luz nos ayude a dilucidar qué se hizo bien y qué se puede hacer mejor, pero que con ello no se ponga en cuestión la agencia.

Tenemos que asegurarnos de que la dirección actual de esta agencia ejerce este mandato de manera escrupulosa, respetando los principios de funcionamiento.

Hablábamos de dificultades con países fronterizos. ¿Hasta qué punto la Unión Europea puede tener un papel geopolítico independiente en un mundo tan multipolar sin la posibilidad tener una voz única o una voz propia?

A la Unión Europea le cuesta, por tener que buscar construir un consenso constantemente. Y en política interna, en cuestiones relativas al mercado interior, al derecho de la competencia, las reglas son más claras, y en muchos casos ese consenso tiene detrás unas reglas de juego de mayorías cualificadas o mayorías simples, y por lo tanto ese consenso es más fácil de gestionar.

Y hay una parte de la política de la Unión Europea, que es la política exterior, donde este consenso es más difícil, en parte porque hay una parte de esta política exterior que sigue estando en manos de los Estados miembros y porque prima la regla de la unanimidad y que tropieza con que cualquier país puede poner un veto en cualquier momento.

Eso nos lleva más tiempo, crea más dificultades. El que sea unanimidad dificulta una expresión más clara de una postura europea, pero el que cambiemos la regla de la unanimidad por reglas más flexibles no nos va a eximir de construir una postura y una posición europea firme en cuestiones en las que no todos los Estados miembros de la Unión Europea verán las cosas de la misma manera.

Vamos a tener que seguir trabajando, con o sin unanimidad, en esa búsqueda de un mayor consenso europeo, y esto es imprescindible si queremos una mayor autonomía estratégica europea. España, desde luego, piensa que la respuesta a la mayor multipolaridad actual, a los riesgos más difusos a los que nos enfrentamos en nuestras relaciones internacionales, a este nuevo poder que es la tecnología, necesita de mayores dosis de resiliencia europea.

Esto que hemos venido a llamar autonomía estratégica de la Unión Europea tiene que construirse con alianzas con países terceros: una alianza transatlántica, con países latinoamericanos con los que España claramente cree que hay que construir puentes mucho más sólidos, con países de Asia o de África. Pero necesita también de una visión europea muchísimo más clara. Y desde luego, para un país como España que cree en la resiliencia europea, va a seguir apostando por construir una mayor solidez de la postura internacional europea.

¿Hasta qué punto se vio debilitada esa postura común europea con el Sofagate, el episodio de Ankara en el que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de repente se encontró que no tenía asiento al lado del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel?

No creo que esto sea una cuestión de autonomía estratégica. Yo creo que ahí hubo dos ingredientes en un episodio bastante lamentable, dos elementos que deberíamos asegurarnos no vuelven a ocurrir.

Uno es un gesto machista que creo que haríamos bien en no repetir. Y, luego, quedó un tanto difuminada la institucionalidad europea.

Está muy claro que dentro de la Unión Europea tenemos instituciones. Una es la Comisión Europea, que es la garante de la aplicación de los tratados, la que tiene el derecho de iniciativa; y tenemos otra institución, que es el Consejo Europeo, que es el encargado de construir un consenso entre los Estados miembros. Y tenemos también un alto representante [Josep Borrell], que es el responsable de la política exterior, la cara visible de la política exterior de la Unión Europea.

Haríamos bien en ser un poquito más fieles en la representatividad de las distintas instituciones comunitarias al exterior.

Espero que de este de este momento saquemos nuestras lecciones en estos dos ámbitos: la institucionalidad comunitaria y que evitemos estos gestos machistas.

La propia Von der Leyen dijo en el Parlamento Europeo que se sintió sola y humillada como mujer y como europea. Usted que es ministra de Exteriores. ¿En algún momento se ha visto una situación parecida?

Pues sí. Yo creo que ésta es el cotidiano de muchas mujeres, no sólo de la presidenta de la Comisión Europea o de la ministra de Asuntos Exteriores de España. Es el cotidiano de muchas mujeres y en muchos puestos de responsabilidad, de alta responsabilidad, de media responsabilidad, de baja responsabilidad. Es un elemento que queremos sacar de nuestras sociedades, que queremos acabar con él, que es el machismo, que todavía existe en nuestra cultura, en nuestra cultura política, en nuestra cultura administrativa, en nuestra sociedad.

Y por eso tenemos que ser muy claros, y a mí me gusta mucho la manera en la que la presidenta de la Comisión Europea lo puso sobre la mesa con toda su crudeza. Tenemos un problema y tenemos que ser capaces de darle una respuesta y no necesitamos grandes circunloquios ni echar balones fuera. Tenemos un problema que se llama machismo y tenemos que acabar con él. Pongamos todos los esfuerzos como sociedad, no sólo las mujeres, los hombres y las mujeres, trabajando juntos.

Antes hablábamos de estrategia geopolítica. ¿Las vacunas están siendo un un elemento de batalla geopolítica?

Sí, sí. Y no deberían serlo, porque al final la vacuna es el antídoto contra la pandemia, y deberíamos asegurarnos de que la vacuna llega lo antes posible a todos los ciudadanos del mundo, y que lo hacemos por criterios sanitarios, sobre todo a aquellos que lo necesitan más.

Si lo hacemos, saldremos todos más fuerte. Y si nos dedicamos a pequeñas guerras geopolíticas con las vacunas, pues yo creo que nos va a costar más salir de esta pandemia, y esto va a traducirse en pérdidas de vidas. Esto va a traducirse en menor crecimiento y al final esto va a tener repercusiones sobre todos los países, también sobre los que quieren hacer de la vacuna un arma geoestratégica.

Nosotros en España hemos sido muy claros desde el principio. La vacuna es el antídoto contra la pandemia. Eso es lo que nos va a sanar, lo que nos va a devolver la libertad de la que tanto hablamos: la libertad de movimientos, la libertad económica y la recuperación económica.

La EMA ha empezado a revisar inicialmente la vacuna china. Está haciéndolo ya con la rusa también. Hay países de la UE que han mostrado su interés por la vacuna rusa. ¿A España le interesaría?

A España le interesan todas las vacunas, sin excepción, que hayan pasado por el filtro de la autoridad europea y por el de la autoridad sanitaria española. Y una vez que han pasado por estos filtros, y han sido declaradas seguras para el consumo humano, España las acepta y las usará. Ese es nuestro principio. Nuestra obligación como gobierno es vacunar a todos los ciudadanos lo antes posible con vacunas seguras, independientemente de cuál sea la etiqueta de la vacuna. Pero vacunas seguras

Tras el resultado de las elecciones madrileñas, ¿está usted preocupada por el ascenso de la extrema derecha en España y del crecimiento de un ala más derechista del PP?

En estas elecciones en Madrid lo que hemos visto son los estertores de la pandemia y el impacto de la pandemia. Ahora se abre una nueva fase, la de la gestión de la postpandemia.

En la pandemia, un momento muy complicado de gran angustia social, ha habido un exceso de eslóganes, de palabras grandes, muchas veces altisonantes, como es la palabra libertad, que evidentemente implica muchas cosas para un país que además ha tenido muy limitada su libertad en épocas relativamente recientes.

La libertad nos la quitó la pandemia, y lo que nos va a devolver la libertad en la postpandemia es vacunar, vacunar y vacunar. Ya estamos viendo cómo a las personas mayores vacunadas se le abren espacios de libertad con seguridad que hasta ahora no tenían.

Lo que nos va a devolver la libertad económica es la implementación del plan de recuperación que está sobre la mesa, es lo que nos va a permitir generar empleos, transformar nuestras economías, conseguir que nuestras pequeñas y medianas empresas, el 99% de nuestro tejido empresarial, se pueda volver a poner en marcha.

Y lo que nos va a dar la libertad es un certificado digital que garantice el retorno de la movilidad ordenada y segura, que va a permitir a los servicios turísticos y a todas las empresas conectadas con el turismo volver a la actividad.

En esta fase postpandémica dejemos de lado los eslóganes, las palabras grandilocuentes, y concentrémonos en recuperar la libertad, vacunando, poniendo en marcha el plan de recuperación y recuperando la movilidad de una manera ordenada y segura.

Y para eso los instrumentos los tenemos sobre la mesa, porque los ha ido tejiendo el gobierno con medidas muy claras, con políticas muy claras, con instrumentos muy claros, tejidos a partir de la construcción de consensos europeos, que ahora lo que necesitamos es desplegar con toda su fuerza.

Una pregunta al hilo del plan de recuperación. España ha publicado una versión no 100% completa, mientras otros países han publicado todas las páginas que han entregado a Bruselas. ¿Publicará el Gobierno el plan entero?

El plan está siendo discutido, debatido y está siendo compartido, ha sido coconstruido, no hay nada que ocultar y se está dando a conocer, se está explicando en Europa, en España, alrededor del mundo, con luz y taquígrafos, como no puede ser de otra manera.

Es un plan del que todos nos tenemos que sentir orgullosos. Desde luego, lo que nos llega de las instituciones comunitarias es la gran solidez de este plan y, por lo tanto, despleguémoslo, pongámoslo en valor y dejémonos de contar el número de páginas, los gráficos que tiene, y concentrémonos ahora en desplegarlo en todo su potencial. Porque de eso va a depender que estas cifras de empleo y de crecimiento, que ya empiezan a mostrar una tendencia positiva, se puedan consolidar en los próximos meses.

Espera que la Comisión pueda acelerar los trámites. Tiene hasta dos meses y luego otro mes para el Consejo, si bien hay Ecofin el 18 de junio. ¿Qué plazos manejan?

Esperamos que el diálogo con la Comisión Europea siga como hasta ahora. Ha sido un diálogo muy fructífero, muy estrecho. Todos los días, equipos enteros de personas en Bruselas con personas en Madrid de todos los ministerios, están dialogando para explicar el plan, para mejorar el plan. Y, ahora, para conseguir que reciba la luz verde comunitaria lo antes posible.

Existen unos plazos máximos, evidentemente se pueden acortar. Nosotros, por nuestra parte, haremos todo lo necesario para poner todas las aclaraciones en la mesa que permitan que este plan se apruebe lo antes posible.

No nos olvidemos, de todos modos, que una parte importante de la financiación de este plan ya se está poniendo en marcha, porque forma parte de los Presupuestos Generales del Estado desde 2021, y está, por lo tanto, empezando ya a desplegar sus efectos.

Entrevista completa a Arancha González Laya

Vídeo: Stéphane M. Grueso, Adriana González y Nando Ochando

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