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Ciudadanos abraza el discurso del miedo en busca de los réditos electorales de la extrema derecha europea

Rivera, durante su visita a la valla de Ceuta, el pasado 30 de julio.

Iñigo Aduriz

“Es hora de que haya orden en las calles y de que los ciudadanos se sientan seguros. ¡Basta de la dejadez!”, aseguraba el jueves Ciudadanos a través de un tuit al que acompañaba una imagen en la que se podía leer “Orden y seguridad. C's trabaja por todos los ciudadanos y los pequeños comercios: queremos combatir a las mafias y velar por el cumplimiento de la ley”. “La dejadez de Carmena permite que las mafias hagan su particular agosto en Madrid. Está en juego la seguridad ciudadana y la economía de los comercios que sí pagan sus impuestos”, añadía en otro mensaje el líder de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, lanzando el hashtag #CallesOkupadas para denunciar la presencia de manteros en la capital, en Barcelona y en otras ciudades españolas.

La campaña se suma a la planteada semanas antes por el partido de Albert Rivera contra la inmigración, al emprender una competición de gestos y declaraciones con el líder del PP, Pablo Casado, por la dureza de su discurso, alertando de una llegada “masiva” de inmigrantes y de la supuesta inacción del Gobierno de Pedro Sánchez y desplazándose hasta Algeciras o a la valla de Ceuta en busca de la foto con las autoridades fronterizas y los propios migrantes.

Ciudadanos ha decidido infundir en la población una sensación de inseguridad y ha abrazado el discurso del miedo respecto a la inmigración. Sin embargo, son problemáticas que por el momento no alarman a la mayoría de la sociedad. En el último Barómetro del CIS, la inseguridad ciudadana era considerada como un problema por tan solo el 2,6% de los españoles, mientras la preocupación por la inmigración sí registraba un repunte –precisamente tras aflorar los discursos en contra de Ciudadanos y PP– aunque tan solo la citaba el 11,1% de los encuestados. ¿A qué se deben, entonces, estas campañas de miedo lanzadas por el partido de Rivera?

“La cultura que genera una percepción común de miedo y ansiedad en los discursos públicos busca el sentimiento de vulnerabilidad de la personas”, explica Carmen Lumbierres, profesora de Ciencia Política de la UNED. “Ciudadanos y el nuevo PP se han sumado a la estrategia que creen que ha dado buenos réditos electorales en Europa, bien usando un 'miedo construido' como diría [el politólogo y filósofo estadounidense Noam] Chomsky, fabricando artificialmente el miedo ante problemas que no lo son ni entre los afectados –como el acercamiento de presos de ETA– o bien exagerando o tergiversando preocupaciones sociales relevantes y legítimas, como la gestión de las migraciones”, añade.

“La manipulación de las masas”

En ambos casos, prosigue Lumbierres “se busca el contagio social, la manipulación de masas y la obediencia”, haciendo a la población “menos reflexiva y menos solidaria” e intentando “eliminar la incertidumbre” que caracteriza a las sociedades actuales. El discurso populista “utiliza técnicas clásicas para alarmar a la sociedad” y luego “fabrica la necesidad de respuestas simplistas, que tengan un chivo expiatorio –como los inmigrantes– para culpabilizarlos de todos los conflictos complejos que necesitan de una resolución larga y entre todos”.

Como argumenta Antón Losada, profesor titular de Ciencia Política de la Universidad de Santiago de Compostela y analista de eldiario.es, ese discurso del miedo a la inseguridad ciudadana o a la inmigración “cala” sobre todo “en sociedades con una gran parte de la población acomodada que teme perder derechos”. Por eso lo utiliza Ciudadanos, “que además necesita mantener uno de sus principales caudales de votos, que es el de los sectores descontentos del PP”. Es un espacio, el del giro a la derecha, “en el que sí puede competir” con los conservadores. 

“Ciudadanos trata de presentar al del PSOE como un Gobierno débil frente a las amenazas terroristas o de migración y se erige en el partido fuerte del orden y la seguridad. Además, no juega con la realidad sino con las expectativas de futuro, con el miedo a lo que pueda llegar. Viene a decir que dentro de un año esto va a ser como la Italia que dibuja Matteo Salvini, las calles van a estar llenas de inmigrantes peligrosos que incluso van a estropear la recuperación económica y van a quitar trabajos a los españoles”. 

Losada alerta, además, de que “si algo ha caracterizado a Ciudadanos son sus bandazos ideológicos. Van donde creen que hay un hueco y es cierto que en el discurso antiinmigración empieza a haber ese espacio”.

La “estela” de los populistas europeos

Así lo constata Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia. “Hay un avance del discurso de la xenofobia como nunca antes en España. Existe un odio hacia la presencia de los inmigrantes que se basa en el miedo a la falsa inseguridad ciudadana, a una supuesta invasión, al temor hacia un hipotético cambio cultural e incluso a que se vayan a quedar con los puestos de trabajo. Esto está provocando una quiebra de la solidaridad en nuestra sociedad”, apunta. 

Él evita responsabilizar a Ciudadanos o PP de esa tendencia, aunque sí echa en falta “una mayor beligerancia” de ambas formaciones ante la xenofobia. “Los partidos no le están dando importancia, pero estamos ante un problema que no se debe banalizar porque está capilarizando en la sociedad. Además, la izquierda no puede caer en un buenismo respecto a la inmigración que no respeta la ley, porque eso exacerba a la población más reaccionaria. Es una pinza que se realimenta. Esto es lo que sucedió en Italia hace diez años y es lo que hace polarizar a las sociedades”, advierte. 

El discurso del miedo “ha funcionado muy bien en partidos de extrema derecha y populismos neoconservadores europeos y esa estela está pesando en las estrategias electorales de Ciudadanos y del nuevo PP”, concluye Lumbierres. Los datos corroboran su teoría: la Liga, en Italia, logró el 17,5% de votos en las últimas elecciones, el Frente Nacional francés obtuvo el 21,3% en la primera vuelta de las presidenciales, el PPV de Holanda representa a un 13,1% de los electres, el JOBBIK húngaro, al 20,5% y el FPÖ austriaco, al 26%.

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