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Vox celebra su 12-O en Madrid: bocinazos y banderas contra el Gobierno una semana antes de la moción de censura

Mnifestantes en la Plaza Colón de Madrid.

Víctor Honorato

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Cientos de coches confluyeron este mediodía en el centro de Madrid para protestar por el estado de alarma y celebrar el 12 de octubre, día del Pilar y la Hispanidad. La convocatoria del partido ultraderechista Vox –horizontal, autogestionada, sin itinerario programado ni comunicación a las autoridades– fue secundada también por numerosos vecinos que se acercaron a la plaza de Colón con gran cantidad de banderas de España. Entre el ruido de los cláxones, el grito que más se identificaba era el de “Gobierno dimisión”. La formación de extrema derecha celebró así su 12-O, a una semana de que el Congreso debata su moción de censura contra Pedro Sánchez prevista para los días 21 y 22 de septiembre.

Anunciada para las 12.00, la marcha motorizada era de circuito en principio libre, pero avanzó sobre todo por el Paseo de la Castellana y la calle Serrano, hasta Colón. La calle Núñez de Balboa, centro de la protesta en convocatorias anteriores, sirvió esta vez solo de paso ocasional para los vehículos, que atronaron las bocinas sin misericordia. De los vehículos de los manifestantes de derechas se ha señalado en otras ocasiones que suelen ser de gama alta, y esta vez volvieron a abundar marcas alemanas de lujo, en versión descapotable o con techo solar. También se observaron, no obstante, muy democráticos modelos como el Seat Ibiza o el Ford Fiesta.

Marcos Moya (cuatro hijos) observaba el transitar de coches en una esquina de la calle Serrano, con unos vecinos, también con carrito y retoños, a los que se encontró de camino a Colón. “Venimos a celebrar el día de la Hispanidad y la virgen del Pilar y protestar contra esta vergüenza. Lo que están haciendo con nosotros es lamentable”, expuso, convencido de que la convocatoria del estado de alarma “va a quitarnos la libertad” y que España acabará “como un Estado comunista, como Venezuela”. Una idea que defendía este mismo lunes la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un artículo en ABC.

La referencia a Venezuela no era vana en la manifestación, donde, aunque en mucha menor medida, se podían ver banderas del país sudamericano, probablemente enarboladas por gentes de limitado ánimo bolivariano. Wright, un hombre sudanés que pedía dinero con una gorra que también llevaba los colores venezolanos, comentaba al respecto de la muchedumbre que “España es muy difícil”, que “no hay trabajo” y que la gente a veces está “muy loca”.

Pasado El Corte Inglés, en el cruce entre las calles Serrano y Ortega y Gasset, José Luis, de 61 años, estaba plantado en el extremo de la acera, con el casco de la moto calado y extendiendo una bandera con los brazos, pintada con el lema “libertad”. “Estoy harto de que nos recorten libertades. Nos quieren quitar la Constitución del 78 y quieren imponer una dictadura. Me da igual todo”, expuso.

Un poco más abajo discurrían entre el gentío los dirigentes de Vox Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, abordados insistentemente por simpatizantes que querían fotografiarse con ellos. “Fotos sí, entrevistas no”, advirtió un guardaespaldas al ver asomar la libreta. Esto era un poco antes de las 13.00. Unos minutos después, también en la misma área, apareció el número uno de la formación, Santiago Abascal, para un fugaz baño de multitudes y comparecencia relámpago, acompañado de una marquesina portátil de plástico con el mensaje “España a la calle”. “¿Por qué se lo llevan?”, protestaba una mujer cuando el hombre terminó y se marchó en una furgoneta, decorada con una pegatina con el lema ‘gobierno dimisión’ en el que las oes de ‘gobierno’ eran lazos negros. “¡Presidente, presidente!”, le despidieron los paseantes.

En dos horas entre Colón, Serrano y el Paseo de la Castellana hasta Cibeles, al sur, y Rubén Darío, al norte, no se pudo ver ni una bandera franquista. Sí vienen apareciendo últimamente otras con la cruz de Borgoña y el águila bicéfala, que remiten al apogeo imperial de España, preborbónico. Hubo algún gesto abiertamente fascista, como un conductor que se echó Castellana arriba con el brazo por fuera de la ventana haciendo el saludo romano, pero no fueron abundantes. José y Ávaro, dos hombres de 29 años, de Talavera y Badajoz, respectivamente, desmarcaban su presencia en Colón de la convocatoria de Vox. “No hay que venir porque lo diga Abascal”, decía el primero, molesto en general, no solo por el estado de alarma, con la actuación gubernamental. También porque los símbolos oficiales no entusiasmen por igual a todos los españoles.

“Ayer a [Rafael] Nadal le llamaban facha en Twitter por llorar con el himno”, censuraba. El talaverano dijo tener buen recuerdo de José Bono, que fue presidente de Castilla-La Mancha y ministro de Defensa, por su aprecio por las enseñas nacionales. “Madrid es la región con más libertad de toda España”, convinieron. No lejos de allí había un chico disfrazado de personaje de ‘La casa de papel’, serie de televisión de éxito sobre atracadores de buen corazón, que llevaba un cartón de denuncia: “Lo llamamos dictadura, ¿o todavía no?”, cuestionaba. 

Entre el estruendo de las bocinas se quedaron encajados dos rubicundos hermanos que pretendían llegar al parque en bicicleta (eran holandeses). “Todos los países tienen su sentimiento nacional, que viene del siglo XIX, y los políticos lo llevan a su terreno”, decía uno. “Cada uno tendrá sus razones para estar aquí, si en el fútbol se puede celebrar, no sé porque en la fiesta nacional no”, reflexionaba el otro. Un poco más arriba, una madre y una hija se desgañitaban desde el coche, con las ventanas abiertas: “¡Gobierno dimisión!, ¡gobierno dimisión!”. La circulación de autos, cortada en algunos accesos a Colón, se restableció a partir de las 14.00, y el ruido de las bocinas se fue apagando poco a poco.

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