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Vox supera al PP por primera vez en unas elecciones y amenaza el liderazgo de Pablo Casado

Casado y Abascal, en octubre, durante la fallida moción de censura de Vox, en el Congreso de los Diputados.

Iñigo Aduriz

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Las elecciones catalanas de este domingo han confirmado los peores augurios para el Partido Popular y para su líder, Pablo Casado, con la finalización del escrutinio. Por primera vez en unos comicios desde su nacimiento, en 2013, Vox, la formación de extrema derecha con la que los populares llevan dos años contemporizando en sus mensajes y gracias a la que gobiernan en comunidades y ayuntamientos, ha superado en votos y escaños al PP. Ha ocurrido en Catalunya, una de las plazas más complicadas para los populares en la última década pero en la que el líder nacional del partido, Pablo Casado, se volcó desde su triunfo en las primarias de 2018.

Vox se estrena en el Parlament entrando como la cuarta fuerza de Catalunya, con 11 diputados. El PP, con el peor resultado de su historia, queda en cambio relegado como el partido con menos apoyo del nuevo hemiciclo, con solo tres diputados, uno menos que los cuatro que logró en 2017. Los populares no logran rentabilizar la caída de Ciudadanos, mientras la extrema derecha les triplica en escaños y suma más diputados que PP y Ciudadanos juntos.

“Enhorabuena a S.Illa por su resultado y gracias a los catalanes que confían en el PP y en un gran político como Alejandro Fernández en una situación tan compleja”, ha escrito este domingo, a última hora, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, en su perfil de Twitter. En su opinión, sin embargo, “es muy mala noticia la victoria del independentismo”, que ha conseguido más del 50% de los votos en las urnas. “Pero seguiremos trabajando para fortalecer el constitucionalismo”, ha zanjado.

“No soy amigo de edulcorar la realidad. Nuestro resultado es muy malo porque no hemos logrado dos objetivos: crecer y lograr grupo parlamentario”, había reconocido minutos antes el candidato popular a la Generalitat, Alejandro Fernández, en una comparecencia ante los medios. A su juicio, “ha habido momentos en la campaña que han supuesto un auténtico terremoto”, en clara alusión a la confesión de Luis Bárcenas o al inicio del juicio sobre la caja B del PP. Pese al batacazo, el candidato ha querido lanzar un “mensaje de tranquilidad y serenidad”. “Sigo pensando que a pesar de que lo que hoy ha ocurrido, sigue siendo imprescindible un espacio político constitucionalista que se ha quedado en casa”, ha asegurado.

Con semblante serio, en la sede nacional de Génova 13 ha comparecido a última hora del domingo el secretario general del PP, Teodoro García Egea, que ha culpado del batacazo al “juego sucio” del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en clara alusión a la confesión de Luis Bárcenas sobre la financiación ilegal del PP –conocida en plena campaña de las catalanas– y al inicio del juicio de la caja B del partido el pasado lunes –también en campaña–, en la Audiencia Nacional. Todo se debe, a su juicio, a un “pacto de la Fiscalía con Bárcenas”, una acusación que ya había lanzado en los últimos días el propio Casado. En todo caso, García Egea ha considerado que la derrota de este domingo es “la última factura” que va a pagar la dirección nacional del PP “de ese pasado”.

“España necesita más que nunca el proyecto de centro derecha que representa el PP de hoy, el PP de Casado”, ha zanjado. También ha anunciado que el martes se reunirá el Comité Ejecutivo Nacional del partido para analizar los resultados en Catalunya, si bien ya ha avanzado que Casado no pedirá la dimisión del candidato catalán, Alejandro Fernández, que “cuenta con el apoyo” de Génova 13 “para reconstruir la alternativa para una Catalunya mejor”. García Egea ha tratado en todo momento de desvincular a Casado de la derrota, asegurando que el resultado en Catalunya “no es extrapolable a nivel nacional”. En los comicios del 14F “vuelven a ganar”, según él, “los independentistas gracias a las cesiones de Sánchez”. Su conclusión ha sido que de las urnas en Catalunya “el independentismo ha salido más fuerte y el constitucionalismo más débil”. Y, pese a todo, ha considerado que el PP sigue siendo “la única alternativa a Sánchez e Iglesias”.

La realidad es que como víctima de la división de la derecha española en tres partidos –PP, Vox y Ciudadanos–, Casado lleva más de dos años dando bandazos, con giros constantes en algunos momentos para acercarse a los postulados de la extrema derecha y, en otros, escenificando una supuesta moderación para competir con el partido de Inés Arrimadas. Ese doble juego también se dio durante la campaña catalana en la que el líder del PP echó el resto para apoyar a su candidato, Alejandro Fernández, desplazándose a todas las provincias catalanas y acaparando la atención mediática con entrevistas en radios y televisiones prácticamente a diario. Con esa hiperactividad, Casado asumió en primera persona el resultado de este domingo, por lo que el golpe que ha supuesto para su partido que haya sido superado por Vox en las urnas amenaza directamente su liderazgo.

El líder el PP acumula dos años de sucesivas derrotas electorales, con la excepción de la mayoría absoluta reforzada en Galicia en julio, aunque en esa ocasión el triunfo no fue de Casado sino que se atribuyó al perfil de Alberto Núñez Feijóo, más moderado que el del presidente nacional de los populares y que siempre ha tratado de marcar distancias con la dirección nacional de su partido. Como hicieron con debacles anteriores, es de esperar que barones como el propio Feijóo –que se le considera como el contrapeso interno a Casado, y que puede presumir de ser el único presidente autonómico del partido que gobierna con mayoría absoluta–, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, o el castellano y leonés, Alfonso Fernández Mañueco, hagan valer su poder institucional y vuelvan a pedir explicaciones al líder nacional de su partido y le reclamen un reajuste en su estrategia o un cambio de rumbo.

Los populares no son en Catalunya el “líder del constitucionalismo”, como sentenciaba Casado en el último mitin de la campaña. Es más, el PP queda relegada como la quinta fuerza del espectro no nacionalista, por detrás de PSC, Ciudadanos, En Comú Podem y Vox.

Contra Vox y también contra Bárcenas

La campaña de las catalanas fue la primera en la que el presidente del PP se enfrentó cuerpo a cuerpo contra la extrema derecha, tras escenificar su ruptura con Vox en octubre, durante la fallida moción de censura presentada por el partido de Abascal a Pedro Sánchez y en la que los populares votaron 'no' tras un durísimo discurso de Casado contra la ultraderecha. En los últimos días él había tratado de diferenciarse de Vox, rechazando proyectos “que dividen y de ingeniería social”. “No creemos en una España monocolor, sino diversa, vertebrada, unida y plural”, dijo el viernes.

Aunque el miércoles se cumplieron dos años de la conocida como foto de Colón que reunió en una misma concentración a los líderes de PP, Vox y Ciudadanos –que después pactaron gobiernos autonómicos y municipales–, Casado reconoce que de esa imagen de unidad de acción solo quedan esos pactos de gobierno porque, según ha dicho, “nunca más” situará a su partido dentro de un “bloque”. “Nos gusta la España autonómica, la concordia, y el seny tan catalán y tan español”. “Nosotros no tenemos que sobreactuar”, ha remachado.

La campaña de las últimas dos semanas había resultado ser la más complicada para Casado desde su triunfo en las primarias de 2018. A la amenaza de Vox, cuyo sorpaso, confirmado este domingo, aventuraban prácticamente todas las encuestas, se unieron las revelaciones de Luis Bárcenas sobre el pasado corrupto del partido del que fue tesorero conocidas en plena campaña y al inicio, el pasado lunes, del juicio sobre la financiación ilegal –la llamada caja B– de la formación conservadora.

Tratando de justificar el mal resultado de este domingo, Casado ha atribuido todos esos contratiempos en la campaña catalana a una estrategia premeditada de la izquierda. A su juicio, en las últimas semanas el PP ha sido víctima de “todo el juego sucio que solo sabe hacer la izquierda”. “Han intentado por tierra, mar y aire boicotear el proyecto que defiende Alejandro Fernández”, aseguró el presidente de los populares el viernes en Barcelona, en el mitin de cierre de campaña.

Según su teoría, el crecimiento de Vox se debe a la supuesta “pinza” entre la extrema derecha y el PSOE de Pedro Sánchez, una alianza “de fuerzas extremistas” que ahoga al “centro”, donde Casado ubica al PP, y que se evidenció en la votación del decreto del Gobierno sobre los fondos europeos el pasado 28 de enero, en el Congreso de los Diputados, cuando el partido de Santiago Abascal se abstuvo y permitió al Ejecutivo sacar adelante su iniciativa pese al 'no' de PP y Ciudadanos, pero también de ERC, socio de PSOE y Unidas Podemos en otras votaciones como la de la investidura de Sánchez o la aprobación de los Presupuestos.

Abascal: “Vox es la primera fuerza nacional en Catalunya”

En el contexto de la derecha dividida en tres –PP, Vox y Ciudadanos– Casado se ha movido en las últimas semanas entre la moderación que ha tratado de defender en todos los actos electorales con el fin de atraer al electorado de su otro rival y a la vez socio, Ciudadanos –al inicio de la campaña Génova 13 llegó a especular con la posibilidad de lograr más votos que el partido de Inés Arrimadas–, y la escenificación del PP más radical para competir con Vox, con la que los populares han compartido mensajes como los referidos a la lucha contra la inmigración o frente a los okupas.

En la campaña catalana, el líder popular dejó esta última tarea de 'poli malo' en manos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que viajó a Catalunya en dos ocasiones, desplegando allí un discurso incendiario –“El sueño de la independencia es una pesadilla y hay que sacar a Catalunya de esta delincuencia”, dijo el miércoles– y hasta de una de sus rivales internas, la exportavoz de los populares en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo, que por primera vez tras su destitución en agosto por parte del propio Casado reapareció la semana pasada en un acto de partido acompañando al candidato a la Generalitat, Alejandro Fernández, y junto a uno de los fundadores de Vox, el exeurodiputado del PP Alejo Vidal-Quadras.

Las intervenciones de ambas dirigentes y los esfuerzos de Casado no han sido suficientes ya que, con su estrategia, el líder del PP no ha conseguido frenar a Vox, que este domingo se ha convertido en la primera fuerza de entre las tres derechas españolas en Catalunya. “No hemos conseguido una victoria pero hoy se inicia una esperanza para muchísimas personas. Vox ha sido recompensado y gana terreno”, celebraba Santiago Abascal este domingo. “Vox es hoy la primera fuerza política nacional en Catalunya y el único partido que se presenta en toda España”, zanjaba, informa Carmen Moraga.

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