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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Conexiones

Conexiones (Foto: Mariano Cuesta)

Mariano Cuesta

Soy un usuario de internet muy activo. Es un medio en el que me muevo como pez en el agua y paso bastante tiempo ahí. Tanto es así que alguna vez he conocido a gente muy interesante. Empiezas a hablar, te sientes bien, una buena conversación y empiezas a plantearte cosas…

Hay feeling virtual, pasas horas hablando con esa persona, te encanta, le encantas, pero aún no sabe que eres retrón y claro… ¿Es importante que lo sepa? ¿Da igual? ¿Soy más que mis defectos? Surgen muchas dudas. Y a veces lo dices, a veces no lo dices.

Me ha pasado de todo. A veces lo dices con miedo a la reacción que pueda tener esa persona, para prevenir, y entonces sientes que le estás dando una importancia tremenda que eres más que eso y que hay que darle importancia a la persona. Otras veces no lo dices y te expones a la sorpresa.

Tengo que confesar que he pasado por todo… desde escribir un mail explicando la situación y preguntar, con miedo, qué pensaba la otra persona, hasta no decirlo y que la cita durara unos 10 minutos de reloj.

En una ocasión hablando con una chica, antes de conocernos en persona, le escribí un mail contándole la situación… Y yo veía que no decía nada. No sabía si lo había leído, lo había pasado por alto o realmente le daba igual. Y claro, yo tenía la duda. Entonces le pregunté:

-Has leído el mail?

-Sí, pero me preocupaba más que no tomaras nada, que tu actitud fuera producto de sustancias y no de tu carácter.

Esta conversación viene de que yo estaba eufórico porque por aquel entonces. Todo me iba bien, así que desprendía buena onda, tanto que, por lo que parece, podía deberse a sustancias externas, pero no era el caso.

Y claro, uno no sabe si reírse por la mucha importancia que le estaba dando, pero a veces me siento como si tuviera que pasar un examen y eso fuera un punto importante.

En persona la cosa cambia. Una vez os veis empiezan las preguntas, ¿Y esto cómo fue? ¿Qué pasó? ¿Tiene arreglo? Y entonces cuentas la historia, te abres, te escuchan y en cierto modo se crea una confianza y una conexión muy bonitas.

En otra ocasión no dije nada, dándole poca importancia a la situación, nos saludamos y al rato me dijo que cojeaba y le dije que sí que era de nacimiento. Su reacción no se hizo esperar, llamó por teléfono y no volví a hablar con ella. La tarde pasó yo mirando los árboles y ella hablando por teléfono. Al final decidió que se marchaba, Cuando se fue me dejó un sms (antes no había Whatsapp) en el móvil llamándome monstruo.

Me hizo pensar mucho sobre la percepción de las personas, las cosas, las situaciones.

¿Os han pasado cosas del estilo? ¿Cómo os sentís cuando conocéis a alguien por internet? ¿Tenéis ese miedo del que os he hablado?

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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