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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Lo mejor es no vivir. Por seguridad

Retrón respetando las normas de seguridad

Pablo Echenique-Robba

Si sois retrones, os intentarán impedir vivir muchas veces con un argumento absurdo, con el que, por cierto, también molestan a los bípedos, pero menos, porque los bípedos son ciudadanos de primera y los retrones no. Este argumento es la "seguridad”.

Según este dios que todo lo supervisa y que influye en todo lo que hacemos, es mucho más importante reducir el riesgo de que nos ocurran accidentes alucinantemente improbables que vivir una vida medianamente normal. Además, es típico que, cuando hay alguien en posición de poder, lo utilice como comodín para conseguir lo que quiere: la seguridad en los aviones para meter miedo en la gente, los jabones antibacterias y los niños atados con arneses para que los padres histéricos se queden tranquilos de que sus genes se van a propagar, etc. En el caso de los retrones, como la mayor parte de la sociedad nos trata como niños, esto pasa todo el tiempo. Daremos muchos ejemplos en este blog, pero hoy hablaremos uno concreto: las rueditas antivuelco.

Para los no retrones, me explico. Las sillas de ruedas eléctricas en las que muchos cascaos vamos montados todo el día, llevan un par de rueditas detrás cuando te las compras. El cometido declarado de estas rueditas es, por supuesto, que la silla no se vuelque hacia atrás y el retrón no se desnuque contra el pavimento (aunque esto reduciría el déficit público). La verdad es que este objetivo lo cumplen a la perfección. El problema es que, además de esto, no te permiten vivir.

Nada, un detallito.

Para que me entendáis, resulta que hay muchas rampas en la calle en las que pasa esto:

De manera que la rueda motriz, la grande de en medio, la única que está conectada al motor y, por tanto, puede hacer fuerza, se queda en el aire girando libre, y el cascao se queda parado. Ante lo cual, su única opción es pedir a algún amable transeúnte que le dé un bonito empujón para poder seguir su camino.

Algo similar ocurre cuando se intenta bajar un escalón hacia adelante:

También, cuando vamos a un negocio, bar, edificio, y queremos que un amigo nos ayude a subir un bordillo alto empinando la silla y luego empujándonos, las (tremendamente bien diseñadas) rueditas hacen tope detrás (como se ve en mi hermosa figura esquemática) e impiden que las ruedas delanteras puedan salvar el obstáculo:

Vamos, que el ingeniero que las inventó se cubrió de gloria.

Además, si preguntas cómo puede ser esto, por qué llevan estas ruedas absurdas, por dios bendito, te contestan, como he dicho antes, que es “por seguridad”. Si te da por seguir utilizando la lógica (esa gran desconocida), y preguntas a continuación qué haces entonces con tu vida, no les queda más remedio que sugerirte que vayas siempre acompañado por la calle así te pueden empujar si te atascas, no entres a la mitad de edificios o locales comerciales de España, y/o directamente no salgas a la calle, hombre, que es todo muy peligroso.

Las mujeres en la cocina y los cascaos en la residencia jugando al dominó.

Como si esto no fuera ya lo suficientemente ridículo, encima resulta que la silla que te compras y lleva montadas estas rueditas va a 13km/h, vamos, como un bípedo corriendo, así que, si no es para ir por la calle, ya me dirás para qué cojones es.

¡Si hasta lleva luces como un coche y te permite subir el asiento para que te “integres” más con los bípedos y nadie se dé cuenta que eres cascao!

O sea, un cascao semi-bípedo independiente del demonio dando vueltas a 13km/h por la residencia para no quedarse atascado en la mitad de las rampas y bordillos de España. Esa es la idea, ¿no?, ¿señor diseñador de sillas lobotmizado, drogado y que babea?

Pues sí que debe ser la idea, porque, ya para poner la guinda en esta tarta de despropósitos, resulta que la silla es íntegramente desmontable, excepto las rueditas antivuelco que van soldadas al chasis. Shit yourself, que dirían en London.

Yo, cuando me compro una silla nueva, lo primero que hago es que en mi ortopedia, donde son gente bastante normal, me corten las rueditas antivuelco con una sierra radial. Llevo conduciendo sillas sin rueditas como loco desde hace 20 años y sólo he volcado una vez, y porque llevaba una borrachera bastante seria. No me maté, aquí sigo, y mientras tanto he podido llevar a cabo algunas tareas convenientes, como, por ejemplo, vivir.

Por eso, cuando un comercial de la empresa de sillas me preguntó escandalizado que cómo había hecho eso, me dieron muchas ganas de decirle que todos los bípedos deberían ir todo el tiempo con la maravillosa survivaball de los Yes Men.

Por seguridad.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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