Itálica tuvo el circo más grande que Roma construyó fuera de Italia, un coloso con capacidad para 80.000 espectadores

Recreación del circo y sus cimientos a partir de la prospección geofísica.

Antonio Morente

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Un circo con capacidad para hasta 80.000 personas, más que las que caben hoy en los estadios de Betis y Sevilla, porque en el Benito Villamarín entran 60.000 espectadores y en el Ramón Sánchez Pizjuán unas 45.000. De hecho, es una cantidad de público similar a la del Santiago Bernabéu en Madrid. Con estas dimensiones, el circo de Itálica sería el más grande no sólo de la Península Ibérica, sino de todos los que Roma construyó fuera de Italia, lo que da muestra de la importancia que adquirió la urbe de la Bética.

Estos son los indicios que ha puesto sobre la mesa la campaña con georradar que se ha desarrollado en los últimos meses en el conjunto arqueológico ubicado en término de Santiponce, según la cual este gran edificio se ubicaría cerca de la zona en la que se levanta el teatro, al este de la ciudad romana hoy ocupado por el casco urbano de este municipio sevillano. De esta manera, Itálica desvelaría uno de los secretos que todavía guarda y sobre el que los arqueólogos han especulado largo y tendido, ya que hasta la fecha no existían evidencias físicas.

Del circo se presuponía su existencia básicamente por el calibre de una ciudad como Itálica, que cuenta con uno de los anfiteatros romanos más grandes repartidos por el mundo y también un teatro de apreciables dimensiones. Con estos mimbres, y con una ampliación impulsada por Adriano (la Nova Urbs) a partir del 117 después de Cristo que la dotó de edificios de gran envergadura, era prácticamente imposible que no existiera un circo. Pese a ello, lo más que existían eran indicadores indirectos, como la representación de un gran circo en un mosaico localizado en Santiponce en el siglo XIX y que luego desapareció. A esto había que sumar los grafitis conservados en la orchestra del teatro de Itálica, con representaciones de caballos de carreras en las que aparecían hasta sus nombres.

Triada de edificios lúdicos

Así que no había más que indicios, lo que dio lugar a diversas hipótesis sobre dónde podía haberse construido. El circo viene a completar la gran triada de edificios lúdicos de la ciudad, junto al teatro de época de Augusto (el edificio civil más antiguo de la ciudad) y el anfiteatro que impulsó Adriano, lo que a su vez evidencia que Itálica (la primera urbe que Roma levantó en Hispania) presentaba una importante oferta de ocio para la población.

Lo que la intervención arqueológica ha podido determinar es que estamos ante un gran edificio de espectáculos, que ocuparía más de ocho hectáreas, con capacidad para acoger a unos 80.000 espectadores y una planta colosal: 532 metros de longitud máxima y una anchura de entre 140 metros y 155 metros en la zona donde iniciarían la carrera los carros de caballos. Su planta sería la característica de este tipo de edificaciones, y para eso sólo hay que traer a la mente la carrera de cuadrigas de Ben Hur: con un graderío alargado en torno a un espacio de carreras que se articularía alrededor de un muro central, la denominada spina.

Según estas dimensiones, el circo italiacense le echaría el pulso a otros de referencia como los de Antioquía o Alejandría, y sólo tendría por encima el Circo Máximo de la mismísima Roma, una brutal construcción en la que cabían 300.000 personas, aunque otros expertos rebajan esta cifra a a mitad. Para sostener la estructura la cimentación de la grada del circo de Itálica se habría utilizado como base una losa de hormigón de 30 metros de anchura y una profundidad de seis metros, una fórmula similar a la usada en el anfiteatro y el Traianeum, el templo de culto imperial de la Itálica de Adriano.

Georradar y tomografía de resistividad eléctrica

Lo que sí es seguro es que el de Itálica sería el mayor circo de toda la Península Ibérica, por encima de los de Mérida o Tarraco. De hecho, la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, que es la que este lunes ha hecho público el hallazgo, subraya que el descubrimiento del circo une a Itálica “al selecto grupo de grandes ciudades del Imperio”, como es el caso en la Península Ibérica de Mérida, Tarragona y Córdoba, “que fueron bien capitales provinciales, bien grandes centros ceremoniales del culto imperial”.

Los estudios geofísicos no sólo han localizado restos, sino que incluso permiten avanzar que hasta podría esbozarse una hipótesis de restitución de su forma. Los trabajos que han permitido determinar la ubicación del circo han consistido en 11 perfiles con georradar y otros cinco con tomografía de resistividad eléctrica. En ellos se está aplicando la técnica de tomografía de resistividad eléctrica (ERT), que emplea un dispositivo que inyecta corriente en el terreno y mide la resistencia que generan las estructuras que haya en la zona. Esto permite obtener unas secciones digitales con las construcciones presentes en el subsuelo.

Los trabajos se enmarcan en la actividad arqueológica puntual Estudio geofísico en los anfiteatros y circos romanos de Écija e Itálica, dirigida por el arqueólogo Alejandro Jiménez Hernández, investigador de la Universidad de Sevilla. La conexión entre ambas ciudades iría más allá, ya tradicionalmente se ha dado por hecho que los gobernantes de la antigua Astigi romana copiaron en buena medida el diseño urbanístico y monumental de Itálica, incluido su circo. De los trabajos con el georradar, por su parte, se ha encargado el Instituto Universitario de Investigación Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos de la Universidad de Granada.

Y una vez hecho este descubrimiento, ¿cuál será el siguiente paso? Desde la Junta de Andalucía se anuncia que en los próximos meses se va a desarrollar una actuación arqueológica puntual con la finalidad de “precisar al máximo” las conclusiones del estudio geofísico efectuado. Smorenteerá entonces cuando podrán conocerse más detalles que ayuden a desvelar una de las incógnitas de Itálica, aunque otras, como la de su propia fundación, parece que todavía necesitarán más tiempo para despejarse.

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