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Guía práctica sobre el sarampión en España: ¿quién tiene que vacunarse y por qué?

El ascenso de la epidemia de la gripe se estabiliza

Belén Remacha

En España no hay una alarma por sarampión. La Comisión de Verificación para la Eliminación del Sarampión y la Rubeola en Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) renovó este mismo agosto el sello de país libre de ambas enfermedades, que mantiene desde 2016. No pueden decir lo mismo desde Reino Unido, Grecia o República Checa, que sí lo han perdido.

El Ministerio de Sanidad recuerda esa acreditación de la OMS en la nota a la que remiten como toda información acerca del sarampión. La han elaborado debido a la “confusión general” de las últimas semanas, pero “no hay motivos que justifiquen un cambio de la estrategia ni de recomendaciones”. A algunos centros de salud, según atestigua el personal sanitario, ya están acudiendo pacientes preguntando si deben vacunarse de sarampión. La respuesta corta es que, si naciste a partir de 1970 y dudas sobre si pasaste la enfermedad siendo niño o sobre si estás vacunado, te vacunes. La respuesta larga tiene sus matices, que pasamos a explicar.

¿Cómo se contagia el sarampión?

El sarampión es una enfermedad vírica muy contagiosa, tal y como la define la OMS. Se transmite por fluidos procedentes de nariz, boca y faringe y tiene un periodo de incubación de entre 8 y 12 días. Uno de sus primeros síntomas más comunes es la fiebre, a la que sigue la aparición de un exantema o erupción en la piel. El periodo de recuperación va de 2 a 3 semanas, y puede tener complicaciones.

Desde la Sociedad Española de Epidemiología explican que solo hay dos maneras de ser inmune: “Estar vacunado, o haber pasado ya la enfermedad durante la infancia”. La vacuna del sarampión forma parte de la Triple Vírica, que también protege de la Rubeola y la Parotiditis –las paperas–. Tiene una efectividad “de entre el 95 y el 99%”, según indican desde la misma entidad. La vacuna está implantada a nivel estatal y unificada desde 1981. No es recomendable durante el embarazo y puede no proteger a personas inmunodeprimidas.

¿Quién tiene que vacunarse en 2019?

Las recomendaciones de la nota de Sanidad comienzan por el calendario común de vacunación para toda la vida: se pone una primera dosis a los 12 meses de edad, y una segunda entre los 3 y 4 años. En segundo lugar, Sanidad apela a las personas nacidas en España a partir de 1970 “que no tengan historia de vacunación con dos dosis”. Si solo les consta una dosis, “se administrará una segunda”. Para ello se pueden “aprovechar visitas rutinarias” en el consultorio habitual, donde se valorará al paciente.

En realidad, las personas que más tienen que revisar su cartilla de vacunación son las nacidas entre 1970 y 1980, unas 7,2 millones de personas que ahora están entre los 40 y los 50 años. Son los que Javier Padilla, médico de familia de un centro de salud de la Comunidad de Madrid y autor de ¿A quién vamos a dejar morir? (Capitan Swing, 2019), denomina “generación bisagra: antes de implantarse una vacuna, en este caso en 1981, hay un grupo poblacional del que algunos individuos se vacunan más tarde de lo que les correspondería, y otros que no”. Que ese grupo existía ya se conocía y ya algunas comunidades habían avisado, la novedad es “la amplificación a nivel nacional: ahí el Ministerio ha llevado a cabo su labor de coordinación política”, dice Padilla.

Entre los nacidos en esos años, hay que vacunar “si no hay evidencia de haber pasado la enfermedad, y no se tiene recuerdo de vacunación con las dos dosis ni se encuentra la cartilla que lo verifique. Se puede pasar una serología, pero no se suele porque no es del todo fiable”, explica Padilla. Es el consejo también de la Sociedad de Epidemiología: “No significa que todos tengan que ir corriendo a vacunarse. Es imposible hacer una cobertura al 100% en adultos. Si hay dudas, simplemente hay que cerciorarse de tu estado vacunacional en el centro de salud, y hacerla efectiva”.

“En las personas nacidas antes de 1970 se asume que son inmunes por haber padecido la enfermedad con anterioridad”, describen desde el Ministerio. Es decir: como es un virus tan infeccioso, casi todas las personas nacidas antes de 1970 la pasaron.

¿Hay más grupos en riesgo?

Desde la Sociedad Española de Epidemiología quieren dejar claro que, aunque el grupo más llamado a vacunarse es esa considerada “generación bisagra”, todo aquel nacido a partir de ese año que tenga dudas acerca de si tiene las dos dosis “debe revisarlo”, aunque sería raro porque el calendario ya estaba instaurado. Desde Sanidad también destacan a “los profesionales sanitarios”, que “tienen un mayor riesgo de adquisición de sarampión que la población genera”.

En algunas comunidades hay otros avisos determinados sobre la revisión de la Triple Vírica, pero se deben a cepas defectuosas en lo referido a la protección frente a las paperas. En Madrid hay uno de la Consejería para que los nacidos entre 1985 y 1988 y 1995 y 1998 revisen en su cartilla la Triple Vírica por si su cepa fueran la Jeryl Lynn o RIT 4385, debido a brotes asociados que se han dado.

“Del sarampión se pueden hacer recomendaciones generales a nivel estatal porque la cronología de los hechos es similar en toda España. Este otro tipo de problemas, relacionados con cepas, son territoriales. Lo normal y deseable es que, cuando surge algún brote o sospecha, el Sistema Sanitario acceda a los grupos en riesgo, que no se lance como un globo sonda y cree alarma. Pasa igual con la del sarampión: ahora las comunidades deberán adaptar la información de sanidad a su nivel, institucionalmente y a través del personal sanitario”, comenta Padilla.

¿Hay peligro real de contagiarse de sarampión?

Según la Sociedad Española de Epidemiología, ahora mismo el foco de contagio más probable es externo, es decir, ciudadanos de países donde no esté erradicada –o haya dejado de estarlo– que visiten España y desarrollen aquí los síntomas. Por cada caso, a un nivel de contacto personal medio y entre personas no inmunes, pueden surgir entre 15 y 17. Si alguien se presenta con síntomas de sarampión en un centro de salud, lo habitual es “activar los sistemas de vigilancia epidemiológica y elaborar un círculo de personas con las que ha estado en contacto para preguntar si están debidamente vacunados y evitar un brote”.

La realidad: una situación así se da “muy esporádicamente, no está ocurriendo. Y si pasa, la mayoría de la gente en España va a estar correctamente inmunizada”. Por ello, a corto plazo no hay peligro de perder el sello de la OMS. “Se reitera que no estamos ante una situación de urgencia”, insisten en Sanidad.

“España tiene buenas tasas de vacunación”, continúa Padilla. “Cuando ha habido casos de brotes de sarampión lo primero es analizar por qué: gente que no se quiere vacunar, mal acceso a la información, fallo del sistema sanitario”. Remite a un brote en Sevilla en el año 2011 de un grupo de personas en riesgo de exclusión social.“Cuando se detectó, se abordó de forma directa aumentando las tasas dentro de ese grupo”. Y a otro en Granada en 2013, en cuyo caso se debía a más de 300 personas antivacunas. Aquel acabó judicializado y se obligó a las familias a vacunar.

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