El cardenal Müller, consagrado ‘Papa’ de los ultraconservadores en un cónclave anti Francisco en Madrid
Fue una coronación en una especie de cónclave en el que no había más cardenales que él. Con la excusa de la celebración del 95 cumpleaños de Benedicto XVI –su aniversario en realidad fue en abril– La Universidad San Pablo CEU consagró este jueves a Gerhard Müller como el Papa de los grupos ultraconservadores de nuestro país. El ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, considerado como uno de los grandes enemigos de Bergoglio dentro de la institución se dio varios baños de multitudes durante los tres días que ha pasado en Madrid, acompañado en varias etapas de su visita por Antonio María Rouco Varela, el otrora considerado 'vicepapa' español.
No defraudó el cardenal alemán en su crítica a la “autosecularización” de la Iglesia actual, y señaló con el dedo al Concilio como causante de todos los males. “El Concilio Vaticano II fue la chispa para la ruptura de la Iglesia”, subrayó, incidiendo que “la Iglesia no es un programa para establecer una sociedad liberal capitalista o social-comunista, ni para crear un nuevo orden mundial en 2030”.
“La Iglesia no puede ofrecer una supraestructura religiosa sin contenido a los estados pluralistas”, apuntó, en una nada velada crítica a la encíclica Fratelli Tutti de Francisco, que aboga precisamente por participar con un mundo plural, en el que la Iglesia no tiene la única –ni la última– palabra.
“Los temas centrales de la Iglesia no deberían ser el cambio climático, la protección del medio ambiente, la política migratoria, los puestos de poder para los laicos, sino el Evangelio de Jesús”, apuntó Müller, quien terminó su alocución con una chanza a Bergoglio. “Pese a todo, cuando el Papa Francisco tiene razón, tiene razón”, lo que desató una carcajada entre el público asistente.
En sus palabras, el purpurado comparó el “posthumanismo” con atrocidades como las sucedidas en Auschwitz o los gulag, basadas todas, según Müller, en “el olvido de Cristo” y el “individualismo” del hombre que se siente “mayor que Dios”. Müller subrayó que el Vaticano tiene que “defender la fe frente a las herejías”, por eso “no depende de si uno se llama amigo o enemigo del Papa, son categorías no cristianas. Nosotros creemos, con la fe, que el Primado de Pedro es dado al Obispo de Roma”, se defendió el purpurado, quien reivindicó la Dominus Iesus (documento de Doctrina de la Fe considerado un varapalo al trabajo ecuménico llevado a cabo desde el Vaticano II). “Es la Iglesia católica, indivisible, la única (…). No hay un pluralismo dogmático, esta tesis es anticatólica”, subrayó.
“Estas iglesias secularizadas, ellos se llaman modernos pero son secularizadas, se han transformado en salas de concierto, discotecas, museos… Es el símbolo de que uno ha renunciado a la Iglesia, cuando deja que la estructura se deteriore (…), y se convierte la catequesis en programas de adoctrinamiento con la locura de la ideología de género”, culminó. “No somos una democracia”, zanjó.
Acompañado por otros de los líderes del episcopado español más conservador (Juan Antonio Reig Pla y José Ignacio Munilla), Müller dio varias conferencias, y concedió algunas entrevistas en las que arremetió contra la situación en España. “No necesito a Pedro Sánchez para que me interprete la realidad”, lanzó Müller, quien aseguró que “la alternativa a los jóvenes para Jesucristo no son Xi Jinping, Biden, Putin o Sánchez. Yo prefiero a Cristo antes que a todos los políticos juntos”. “La Iglesia no es una organización social ni el católico puede hacer depender su fe de un a priori ideológico o de una opción política”, advirtió.
El cardenal alemán también arremetió contra el Camino Sinodal alemán que, con el respaldo de Bergoglio, está defendiendo cambios en la doctrina moral y sexual de la Iglesia, denunciando que tratan de “introducir ideologías materialistas, comunistas o posthumanistas en la Iglesia”. “La mayoría de sus tesis son falsas, contrarias a la fe católica”, incidió.
En una conferencia ofrecida este martes en el Real Casino de Madrid, Müller arremetió contra el “globalismo que no respeta la libertad” y cuestionó “los ataques contra el propio pueblo”, en referencia al “hostigamiento” del Gobierno a los benedictinos de Cuelgamuros (antes Valle de los Caídos). Lo hizo acompañado por Rouco y Juan Antonio Martínez Camino, el llamado “azote de Zapatero” que oficia misas por Franco. El cardenal cuestionó “la interpretación política de la historia” que, en su opinión, supone la nueva ley de Memoria Democrática, que tildó de “un signo de totalitarismo” comparable a la Unión Soviética o a China.
“Somos ciudadanos libres y Dios nos ha dado el intelecto. No necesitamos los consejos de los políticos para reflexionar sobre el sentido de la existencia humana”, apuntó esta semana Müller.
En el encuentro del CEU Müller tuvo dos teloneros de lujo, dos de los obispos más reaccionarios de cuantos han pastoreado por España en las últimas décadas: el recientemente defenestrado obispo emérito de Alcalá, Juan Antonio Reig; y el obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla.
No defraudó Reig en el que suponía su primer gran acto público tras su cese por parte de Francisco. Así, el prelado arrancó señalando que “quisiera tener una conversación con Benedicto XVI para comprender este momento cultural y eclesial que estamos viviendo”, marcado por “los últimos coletazos de la revolución sexual” y la primacía de la “ideología de género, que niega todo lo que signifique la heterosexualidad”.
El prelado lamentó que la ideología de género haya introducido la enseñanza sexual en las escuelas, una de las razones, a su juicio, de “consensos atroces” como los que están surgiendo, en su opinión, en el Parlamento para la aprobación de leyes como la ampliación del Aborto, la eutanasia o la ley Trans. “Hoy nuestras leyes están en lo contrario a Dios”, concluyó Reig, quien insistió en que “las leyes tienen que proteger el matrimonio y la familia, cosa que no está pasando en España. No hay ningún respaldo a la familia y al matrimonio, es un síntoma de una sociedad enferma”.
Tras Reig, el obispo Munilla no se quedó a la zaga, expresando un “deber moral de gratitud” al “tándem indisoluble” formado por Juan Pablo II y Benedicto XVI, los antecesores de Bergoglio. “Hay un gran combate hoy”, recalcó el prelado, quien defendió el trabajo de Ratzinger durante sus 24 años como prefecto de Doctrina de la Fe, seguramente el momento en que más se persiguió a los teólogos progresistas.
“En este momento de tanto confusionismo en el interior de la Iglesia es providencial el Catecismo promulgado por Benedicto XVI”, añadió Munilla. “¿Qué sería de la Iglesia católica si la crisis del catolicismo alemán nos hubiera cogido sin el catecismo? Una crisis en la que se ha propuesto que las fuentes de la revelación no son sólo la Sagrada Escritura y la Tradición, sino la ‘sensibilidad’ de la cultura, la opinión mayoritaria”, lamentó.
“Hoy la mayoría ya la hemos perdido; lo que nos tiene que preocupar es no dejar de ser significativos”, admitió Munilla, quien denunció cómo “destacados miembros del episcopado europeo, y de otros rincones del mundo, están coqueteando con la agenda LGTB, en una dialéctica difícil de entender”.
“El problema del mundo es un problema de fe, el problema que tiene la Iglesia es un problema de falta de fe”, proclamó el antiguo obispo de San Sebastián, volviendo a considerar Mayo del 68 como la causa de todos los males del mundo (y de la Iglesia). “El culto a la libertad nos ha quitado la fe”, culminó Munilla.
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