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Las mujeres se revuelven contra el ‘No’ del Vaticano a que avancen dentro de la Iglesia

Foto de archivo con mujeres de varios movimientos religiosos participando en una protesta para pedir la ordenación de mujeres en la Iglesia Católica Romana, el 15 de octubre de 2008 en la Via della Conciliazione, Roma, cerca de El Vaticano. EFE/CLAUDIO PERI.

Jesús Bastante

en religiondigital.com —
17 de diciembre de 2025 22:05 h

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Tristeza, rabia, indignación, hartazgo. Estos son algunos de los calificativos que salen de la boca de muchas mujeres católicas tras la publicación del informe del grupo sinodal que abordaba la cuestión del diaconado femenino, que concluye con un rotundo ‘No’ a la posibilidad de que las mujeres puedan ser, no ya obispos, no ya sacerdotes, sino diaconisas. Y con el peregrino argumento de que Jesús fue hombre, y que los 12 discípulos (según cuentan las escrituras convenientemente elegidas en el concilio de Nicea, hace 1.700 años) también lo fueron.

“Una vez más, las mujeres católicas nos sentimos profundamente decepcionadas de las decisiones de la Iglesia por seguir manteniendo muros que nos impiden el acceso a los ministerios ordenados, en concreto al diaconado, pese a su existencia histórica, durante siglos, en la Iglesia: una memoria y tradición conocida que se ha desarrollado de manera desigual y con especificidades locales propias” denuncia en un comunicado la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, que lamenta cómo “la negación del diaconado femenino nos parece una contradicción intrínseca, porque nuevamente desde la jerarquía se pretende generar procesos de cambio eclesial sin nosotras, las mujeres”.

Y es que, en sus conclusiones, la comisión determinó “que no podrá existir el diaconado para mujeres, entendido como un grado del sacramento del Orden”, aunque añadió que “por el momento no es posible formular un juicio definitivo, como en el caso de la ordenación sacerdotal”. La comisión presidida por el cardenal italiano Giuseppe Petrocchi indica que “a la luz de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio eclesiástico, esta evaluación es contundente, aunque actualmente no permite un juicio definitivo, como en el caso de la ordenación sacerdotal”. Esto es: si el 'No' al diaconado es rotundo, la negativa al sacerdocio femenino es “definitiva”.

¿La razón? Que Jesús fue hombre

Entre las conclusiones, de hecho, se define que “la masculinidad de Cristo, y por lo tanto la de quienes reciben las órdenes, no es accidental, sino parte integral de la identidad sacramental, preservando el orden divino de la salvación en Cristo. Alterar esta realidad no sería un simple ajuste del ministerio, sino una perturbación del significado nupcial de la salvación”.

“La resistencia al diaconado femenino, entendido dentro del orden sacerdotal, y la negativa a su reconocimiento y puesta en marcha, es una decisión más fruto del miedo a la pérdida del privilegio masculino, que de la audacia evangélica y el reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres instaurada por Jesús de Nazaret”, lamentan desde la Revuelta, insistiendo en que “argumentar la exclusión del diaconado en la masculinidad de Cristo pone en riesgo la teología del Concilio Vaticano II que ratifica la igual dignidad de las mujeres y los hombres y el reconocimiento de las primeras como imagen de Cristo, y la hace exclusiva de los varones”. Esta argumentación, “significaría que las mujeres no son salvadas de la misma manera que los varones, pues no son imagen de Cristo (…). Esto tiene una gravedad enorme”, añaden. “El documento final es un reflejo de los miedos y tensiones internas que la cuestión de las mujeres sigue provocando a la Iglesia”.

El documento final es un reflejo de los miedos y tensiones internas que la cuestión de las mujeres sigue provocando a la Iglesia

Algo similar plantea la teóloga colombiana Consuelo Vélez, quien lamenta que el documento vaticano “está reconociendo el sexismo en el plan de salvación, y eso es una afrenta, una exclusión, una violencia contra las mujeres”. “Se muestra con claridad el miedo clerical a perder la hegemonía masculina” insiste Vélez, observa como “premio de consolación” que se amplíe el acceso de la mujer a ministerios no sacramentales (acólitos o lectores). Incluso, ahí, recuerda, “hubo un voto en contra”. Y es que hay quienes, en los círculos de poder, que continúan pensando que el papel de la mujer en la Iglesia debe ser el del servicio, no el de la acción.

“¡Qué vergüenza! que la Iglesia que le pide a la sociedad civil justicia, equidad, inclusión, igualdad, es incapaz de avanzar en su seno con los cambios necesarios para hacerlo realidad, con respecto a las mujeres. Y ¡qué desproporción! considerar que invocar la masculinidad de Jesús sigue siendo un argumento válido para la conciencia teológica y eclesial actual”, lamenta la teóloga. “En las democracias ganan las mayorías y, muchas veces, esas mayorías también retrasan el devenir histórico. Pero la Iglesia que se gloria de no ser una democracia y tiene la misión de ”escuchar lo que viene del Espíritu“, no parece dispuesta a escucharlo”.

Un inmenso error

Por su parte, Isabel Gómez Acebo, una de las pioneras en España en defender el derecho de las mujeres a ser consideradas ciudadanas de primera en la Iglesia, califica las conclusiones de la comisión vaticana de “inmenso error”.  

Isabel Gómez Acebo: "Invito a muchas mujeres a seguir peleando por conseguir en la Iglesia el puesto que como seres humanos nos pertenece. En estos momentos de cambios enormes en la sociedad estamos a tiempo de configurar una comunidad de iguales"

“No soy nadie, una mujer laica que ha luchado toda su larga vida para tratar de igualar el trato de las mujeres con los hombres, tanto en la sociedad como en la iglesia. Y me duele que nuestra institución no sea la abanderada de esta lucha” reflexiona. “Al revés, a lo largo de los años añadió leña al fuego con descalificativos: éramos inferiores en inteligencia, de inmadurez perpetua, frívolas, charlatanas, amorales, tentadoras de Adán… Todas estas virtudes desembocaban en el deseo de Dios de una presunta subordinación femenina para evitar males mayores”, subraya.

Sobre los argumentos de la negativa, que Jesús fuera hombre, “me hacen gracia”, sostiene la teóloga, quien se pregunta “cómo reflejan a Jesucristo, que era de raza blanca, los hombres de raza negra o china”. “¿Se puede hoy afirmar, la masculinidad de Dios? ¿No fue necesario convertir a María de Nazaret en una diosa para compensar la falta de feminidad en el Creador?”.

¿Qué hacer en el futuro? “Yo invito a muchas mujeres a seguir peleando por conseguir en la Iglesia el puesto que como seres humanos nos pertenece. En estos momentos de cambios enormes en la sociedad estamos a tiempo de configurar una comunidad de iguales” concluye, tajante, Gómez Acebo.

La Iglesia no reconoce la igualdad de las mujeres

Por su parte, Silvia Martínez Cano se muestra harta: “Ya no se me ocurre qué hacer para que los jerarcas entiendan que sin las mujeres no hay ni habrá sinodalidad”. La teóloga se muestra pesimista: “No verán mis ojos la ordenación femenina en la Iglesia católica. Hoy me siento muy defraudada de nuevo. Gracias a Dios, el ser humano (varón) no es Dios”.

“No hay voluntad, es un tema que está enquistado, que es cada vez más escandaloso porque vivimos en un modelo social donde la Iglesia no ha firmado los derechos humanos porque no reconoce la igualdad de las mujeres”, zanja. Como reza el lema de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, muchas no cejarán “hasta que la igualdad se haga costumbre”. Mal que pese a los actuales líderes, todos hombres, de la Iglesia jerárquica.

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