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Por qué los casos de COVID-19 se han disparado en España pero no, de momento, la mortalidad

Ambiente en Málaga con personas con mascarillas

Belén Remacha / Raúl Sánchez

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España va a la cabeza en incidencia de coronavirus en Europa por mucho: la tasa acumulada para los últimos 14 días es de 189,6 casos por 100.000 habitantes y el país que le sigue es Francia con 70,9. En Italia, que durante la primera ola iba casi a la par, está en 18,5. En cuanto a las muertes, y siempre con los datos oficiales del Ministerio de Sanidad, las cosas son algo distintas, ya que no han crecido en la misma proporción.

La letalidad total por COVID-19 está ahora mismo en España en el 6,6%, es más alta en Francia (11,8%); en Italia (13,4%); en Reino Unido (12,6%) y en Bélgica (12,0%), y para los últimos 14 días, según la Universidad Johns Hopkins, está en España en 0,4%; en Francia en 0,3%; en Reino Unido en 0,8%; y en Italia en 0,6%, teniendo en cuenta que cada país ha contado fallecimientos con metodologías diferentes.

El gráfico muestra cómo ha evolucionado el número de casos diarios de COVID-19 en España desde el inicio de la epidemia hasta el 23 de agosto.

Los datos señalan que la curva de casos detectados está en una situación similar a cuando se declaró el estado de alarma. ¿Estamos tan mal como entonces? Lo explicamos 👇
Para evitar los picos puntuales de un día específico y ver mejor la tendencia, mostramos la media de los últimos 7 días. Ahora detectamos 6.000 casos diarios. En marzo eran 9.000.
Los datos muestran todos los casos que se han confirmado en España. Es decir, toda persona que dio positivo en algún momento en alguna prueba analítica según su fecha de inicio de síntomas.
Y esta es la misma curva pero solo incluyendo a los fallecidos con COVID-19 según la fecha de defunción. ¿Notas alguna diferencia?
La cifra de defunciones apenas ha escalado mientras que la curva de casos confirmados se ha multiplicado por 10 desde principios de julio.

¿Por qué la mortalidad ha descendido tanto en esta segunda curva?
Primero, porque detectamos muchos más casos que antes. Entre marzo y abril, hacíamos muy pocas pruebas y estaban reservadas a casos con síntomas graves y hospitalizados.

Según el estudio de seroprevalencia, en la primera ola detectamos entre un 10-12% de las personas que se contagiaron.
Aunque no existe una estimación de qué porcentaje de los contagios detectamos en los últimos meses, Fernando Simón afirmó a mediados de agosto que estábamos detectando el 60-70% de todos los infectados.
Una tendencia que se repite si se analizan los datos por comunidades autonómicas.

📈 Esta es la evolución de la curva si ajustamos los nuevos casos confirmados a la población de cada comunidad autónoma.
Como vemos, en prácticamente todas las regiones se han multiplicado los contagios en el último mes, con Madrid a la cabeza en la última semana.
Sin embargo, las muertes no han subido al mismo nivel de marzo y abril en ninguna comunidad autónoma.

En abril, cuando muchos fallecimientos no se incluyeron en las estadísticas oficiales por la falta de PCR, en Madrid se superaron las 40 muertes diarias por millón de habitantes.
La única región que ha visto un repunte de muertes comparable al de la primera ola es Aragón: ha alcanzado un pico de fallecidos cercano al 25% de las cifras de marzo y abril.
Para alcanzar este pico de muertes, Aragón ha tenido que detectar el triple de casos en comparación con la primera ola.

Los datos, además, señalan que la región ya está aplanando la curva de contagios y fallecidos.
Hay que tener en cuenta que las muertes tardan varias semanas desde el momento del contagio y, como ahora detectamos antes, las cifras de fallecimientos lleguen más tarde que en la primera ola.
Además, las comunidades están notificando con mucho retraso sus fallecidos al Ministerio, tal y como publicó El Confidencial. Es decir, los datos de defunciones de las últimas semanas pueden estar ligeramente infraestimados.
Aunque existen más cifras que señalan que no estamos en la misma situación que en marzo y abril: el exceso de mortalidad no se ha disparado y la ocupación hospitalaria es todavía muy inferior a la primera ola.

Nuestra principal preocupación es que los casos siguen subiendo y nuestra situación actual es, esta vez sí, mucho peor que en mayo y junio.

En las curvas por comunidades dentro de nuestro país se observa cómo la segunda ola se va asemejando a la primera; pero en cuanto a la letalidad, solo en Aragón –la región más golpeada este verano, incluidas sus residencias de ancianos, y cuya incidencia ahora está en descenso– se ve a simple vista un repunte en julio y agosto. En esa región, tras varias semanas de transmisión descontrolada, las muertes volvieron a crecer. Algo que los especialistas avisan de que puede ocurrir en provincias con la incidencia disparada como Madrid o las de Euskadi en menos de un mes, por los plazos habituales de la enfermedad COVID-19 en el organismo, si no se toman medidas.

Incluso aunque la curva se asemeje, los contagios de julio y agosto no se pueden comparar a los de principios de primavera por múltiples razones. La principal es que entre marzo y abril, epidemiológicamente, solo veíamos “la punta del iceberg”. Durante muchas semanas del estado de alarma, solo se diagnosticó a las personas graves que ingresaban en el hospital. Entonces la prioridad era paliar el colapso de la estructura sanitaria y aligerar los laboratorios de PCR, no conocer las cifras al detalle.

Este lunes Fernando Simón, portavoz del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), explicaba que “si tuviéramos la misma capacidad de detección que entonces estaríamos detectando la séptima u octava parte” de los casos que contabilizamos en este momento. El estudio de seroprevalencia de Sanidad reveló que el 5% de la población española se había contagiado entre febrero y mayo, lo que equivalía a 2.300.000 personas. Por las mismas fecha había confirmadas algo más de 200.000.

Desde que en mayo cambió el sistema de notificación y la pandemia estuvo más controlada, lo más importante pasó a ser detectar el virus cuanto antes en asintomáticos y presintomáticos, aislarlos, y romper así las cadenas de transmisión entre personas. Simón se atrevía el jueves a avanzar que ahora detectan “entre el 60 y el 70%” de los infectados. “Ahora es posible que no veamos todo el iceberg completo, pero sí mucho más”, resume Pedro Gullón, médico de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y coautor del libro Epidemiocracia.

Que la tasa de letalidad vaya bajando es “un buen indicador de que vemos mucha más proporción del iceberg”. Aunque la letalidad, como varios datos de esta pandemia, podría no estar consolidada y no dar aún una foto fija de las circunstancias por el retraso de notificaciones. El 20 de agosto, El Confidencial publicaba una suma de elaboración propia según los datos de las comunidades, que daba casi el doble de fallecidos a consecuencia de los rebrotes que los datos del Ministerio (717 en ese momento).

La media de edad baja y con ella las hospitalizaciones

En todo caso, que la letalidad no suba en la misma proporción está directamente relacionado con cómo ha bajado la edad media de las personas contagiadas. Al principio de la pandemia rondaba los 60 años y en agosto ya está cerca de los 35. Hace seis meses, buena parte de los infectados fueron personas mayores en residencias. Actualmente, los contagios asociados al ámbito laboral y al ocio, a lo llamado “movilidad social”, han rebajado la media. Y por las características del virus, si se contagian personas jóvenes tienen menos riesgo de acabar en urgencias.


¿Cómo ha cambiado la curva de cada comunidad autónoma?

Evolución del número de nuevos casos, ingresos hospitalarios, ingresos en UCI y fallecimientos diarios en cada comunidad autónoma. Los casos se muestran por fecha de diagnóstico, ingresos y UCI por fecha de ingreso y para los fallecidos por fecha de defunción. Haz clic para ver el detalle

Se muestra la situación actual (cifra de hace 7 días para reducir retrasos) en comparación con el pico máximo de casos, ingresos, UCI y fallecidos

Fuente: Ministerio de Sanidad


La tasa de hospitalización también ha bajado mucho este tiempo. Ha pasado del 55% al que se llegó en marzo al 6% actual de la media española. Como en todo, mejor en unas comunidades que en otras, porque en Extremadura y Galicia está en el 2%, y en Madrid y Aragón en el 16% y 13%; y en la primera, en ascenso.

A ello se suma un nuevo indicador más complicado de contabilizar: la saturación de la Atención Primaria, un factor que acaba repercutiendo a todo el sistema, incluido hospitalario, porque las patologías se complican por no atajarse a tiempo, porque no se diagnostican casos que contagian a su entorno, y porque los pacientes acaban acudiendo a urgencias por dolencias menores. Para Simón, la ecuación es clara: Si aumentan los casos leves, “acaba llegando de una forma u otra” a las personas de riesgo y al final todos los indicadores crecen.

De hecho, Pedro Gullón recomienda esperar “tres o cuatro semanas al menos desde que empezó el gran crecimiento en Madrid” para hacer un análisis de la situación. “En esa comunidad, tal y como están las cosas, podemos empezar a ver un pequeño repunte en mortalidad. Desde que se detecta a un asintomático y un evento fatal produce su fallecimiento puede pasar un mes. Las cosas tienen que cambiar en menos de un mes para que las muertes no repunten. Ahora todavía no ha llegado a residencias, parece que eso por ahora se está controlando mejor”.

Álvaro Hidalgo, director del Grupo de Investigación en Economía de la Salud y Gestión Sanitaria (GIES) de la Universidad de Castilla-La Mancha, tiene el mismo temor: “Ahora mismo el denominador de casos ha aumentado respecto a cuando no se hacían test, así que la tasa de letalidad ha bajado. Pero las UCIs van subiendo y si no cambia la cosa, que esperemos que cambie, el plazo que tenemos para que la mortalidad vuelva a repuntar, al menos un poco, es probablemente un mes”.

Diferencias de rastreo y transmisión entre países

Pero todos los países están buscando los casos e intentando cortar las cadenas de transmisión. ¿Qué explica que en España se hayan disparado los rebrotes y casi se triplique las tasas de los siguientes países con más incidencia? Todavía no hay una respuesta de consenso.



Alberto García-Basteiro, investigador en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), insistía en que los casos ahora reproducen a gente más joven que cursa más leve y eso alivia el escenario. Pero este verano en España también ha pasado que “seguimos teniendo una respuesta poco coordinada, el número de rastreadores es insuficiente, y los encuentros familiares y el ocio nocturno no se han reducido todo lo que deberían. Es probable que seamos un país donde nos relacionemos de forma más cercana con nuestras familias y amigos que otros países. Y seguimos teniendo bastante turismo en comparación con otros países”.

“También parece que el uso de mascarillas al aire libre puede que tenga un impacto menor de lo esperado. De todas formas, muchos países están teniendo cada vez más casos y las comparativas a estas alturas puede que no sean del todo justas”, defendía Basteiro. En Alemania y Francia es ahora cuando se empieza a ver cómo la curva crece.

Gullón cree que se combinan dos factores, uno bueno y otro malo. El bueno: “En algún momento, sobre todo al principio, el rastreo se hizo bien en España. Y en algunos sitios sigue funcionando bien aunque haya una saturación ahora evidente sobre todo en Madrid, Catalunya y Aragón”.  La saturación de la que habla se ve, por ejemplo, en cómo en esas comunidades ha crecido la tasa de positividad, o en el retraso en los resultados de pruebas PCR en Madrid, que podría indicar que ahí hay más positivos de los notificados.

El malo es que “el aumento de la transmisión ha sido generalizado. Me resulta muy raro de asumir que en España el rastreo se esté haciendo tan extremadamente mejor que en otros países como para que la diferencia sea tan alta”, como ese 189,6 de España y 70,9 de Francia y 18,5 de Italia.

Además, se da la paradoja de que “cuanta más gente detectas, más asintomáticos detectas a su alrededor, si lo haces bien. Igual eso le pasa a otros países ahora. Si todavía no ha habido ese aumento, todavía no se ha hecho ese esfuerzo de rastreo”, sigue Gullón. Esto es, un buen rastreo puede provocar muchos confirmados, pero un mal rastreo puede provocar la transmisión descontrolada. Así que, reconoce, “hay algo que todavía se nos escapa”.

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