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Nueve claves para no perderse en las dos semanas de negociaciones climáticas en la Cumbre de Madrid

Activista por el clima en Manila (Filipinas) en noviembre de 2019.

Raúl Rejón

Desde el 2 de diciembre, Madrid se convierte en el centro de la atención climática mundial durante 15 días. La Cumbre del Clima de la ONU tiene su sede en la ciudad española por la renuncia in extremis de Santiago de Chile. El desembarco a toda prisa en España acarrea interés y también dudas sobre qué es, cómo funciona y para qué sirve una COP. También acerca de las circunstancias especiales que rodean esta edición: los consensos se están deshilachando.

Tres conferencias en una cumbre

Esta reunión de partes es un complejo foro donde se discute para obtener consensos. No hay votaciones. En Madrid confluyen tres conferencias. Es COP25 es decir, reunión de las partes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático cuya primera reunión fue en Berlín en 1995. También es la CMP 15 que atañe a los países del Protocolo de Kyoto todavía activo hasta 2020. Y es la CMA 2, la conferencia de los países del Acuerdo de París de 2015. No todos los participantes coinciden y ahí empiezan las complicaciones.

15 días, pero dos fases muy diferentes

Una COP siempre empieza con un plato fuerte: en esta ocasión una reunión de jefes de Estado y Gobierno. Sin embargo, la primera semana de la conferencia oficial gira en torno a los equipos técnicos que preparan el camino para los jefes políticos de las delegaciones. Se abre así el momento para que se oigan otras voces.

La segunda semana, la negociación para cerrar los acuerdos multilaterales copa el tiempo y el espacio. La propia idiosincrasia de la conferencia, que funciona por unanimidad, alarga las sesiones, desespera a los asesores y prolonga muchas veces la conferencia. En Madrid, los puntos por tratar tienen importancia técnica porque deben cerrar, entre otras cosas, los mecanismos para que los países evalúen sus esfuerzos climáticos y contabilicen correctamente sus emisiones. Así podrán revisarse los planes nacionales el año que viene basándose en la realidad y la ciencia. O al menos esa es la teoría. 

La manifestación

Los jóvenes, los grupos indígenas, los agricultores, los científicos, las mujeres... La crisis climática es global y todos estos grupos tienen algo que aportar. El viernes 6 de diciembre la Cumbre Social Alternativa ha convocado una manifestación por el centro de Madrid –que espera aglutinar todas esas voces fuera del discurso más oficialista– entre Atocha y Nuevos Ministerios.

El pesimismo

Casi en cada cumbre del clima afloran cuestiones como ¿sirven de algo? Y tras su cierre se extiende una sensación de oportunidad perdida. Falta de ambición de los que toman las decisiones. La investigadora del Instituto de Ecología Aplicada de Alemania Cristina Urrutia intenta aquilatar ese pesimismo: “Es importante resaltar las posibilidades del multilateralismo. Y más en el caso del cambio climático en el que se actúa por unanimidad. Así, un país puede torpedear la negociación, es cierto, pero también los países más pequeños, los países insulares y más vulnerables tienen una voz en pie de igualdad”. Urrutia explica que esta sensación de frustración puede derivar de tener unas expectativas no realistas sobre qué esperar de una COP. Entonces, ¿cuál es el orden del día?

El artículo 6: la contabilidad

Va a sonar por todos lados. El artículo 6. Se refiere al sexto punto del Acuerdo de París que habla de los intercambios de derechos de emisiones de gases entre partes (estados o empresas). Una parte ahorra CO respecto a los topes que ha asumido y vende ese margen de emisiones, ese volumen de gases, a otra parte que no consigue atajar sus emisiones suficientemente.

En realidad, el punto de discusión es la doble contabilidad que amenaza con falsear la radiografía del planeta. Cómo evitarla fue un escollo insalvable en Katowice (Polonia) el año pasado. La parte que vende no puede restar de su inventario ese gas, ya que la parte que compra sí lo va a hacer para cumplir sus compromisos.

Si no se evita la doble contabilidad, el ahorro de una cantidad X de CO que ya no va a la atmósfera se cuenta dos veces, lo que implica una falsedad sobre la situación real. Al final, las emisiones reales de gases de efecto invernadero resultan ser mayores que lo que se está contabilizando. Así que lo que se impone es que, como en cualquier transferencia bancaria, la entrada en un libro de contabilidad de una parte obliga a una anotación contraria en otro libro.

Ante esta lógica contable, en la cumbre de Polonia hubo países, como Brasil, que trataron de que los bosques del Amazonas le sirvieran para vender derechos de emisión de gases. La Unión Europea –que cuenta con su propio sistema ya en marcha– se opuso. La UE “prefiere que en esto no haya acuerdo a un mal acuerdo”, deslizan. 

¿La contabilidad es importante? Es crucial si se toma en serio la idea de que hay que ser más ambicioso y revisar los compromisos de reducción de cada parte al alza. En 2023 se hará la primera evaluación de cómo está la situación desde la entrada en vigor del acuerdo. Un inventario mundial de emisiones. Si tu contabilidad está falseada puedes presentar mejores resultados.

Transparencia: todos frente al mismo espejo

Tener una fórmula común a la hora de reportar la situación en cada país está pendiente todavía: cómo presentar el inventario de emisiones de gases, hacer el seguimiento de las medidas que cada país está poniendo en marcha para mitigar y adaptarse… Es la primera vez que una cantidad tan grande de países han aceptado exhibir públicamente estos datos de manera que puedan ser evaluados internacionalmente. Un ejercicio de nudismo sobre la soberanía estatal nada fácil. Y saber cómo está cumpliendo cada parte es elemental para conseguir que se acelere la lucha contra el cambio climático y se tomen medidas concretas más efectivas.

El mundo empobrecido reclama

Aunque no lo parezca, las negociaciones climáticas no se circunscriben exclusivamente a discutir cuánto y cómo se recortan las emisiones de gases. O en qué plazos. La mirada y los intereses de los estados ricos (y por tanto grandes emisores históricos de CO) sí se centran en este apartado, pero los países empobrecidos y vulnerables demandan atención en otras patas también recogidas en el Acuerdo de París: la financiación de la transición a economías limpias y el reconocimiento del daño y pérdidas que el cambio climático (no provocado por ellos) les inflige. En Madrid se revisará el mecanismo para amortiguar esas pérdidas. 

Estampida de EEUU

Los delegados de EEUU van a participar e influir plenamente en la conferencia a pesar de que el Gobierno estadounidense inició el procedimiento de abandono del Acuerdo de París el 4 de noviembre pasado. Esa decisión mina el consenso global. Sin ir más lejos, fueron EEUU y China las dos primeras grandes economías mundiales que ratificaron el acuerdo de 2015.

La influencia norteamericana está asegurada porque, primero, la salida real se produce un año después de la comunicación –será al día siguiente de las elecciones presidenciales de 2020–. Segundo, porque EEUU sigue siendo parte de la Convención Marco de la ONU para el Cambio Climático (UNFCCC). La COP25 es la Conferencia de la UNFCCC. Así que EEUU podrá seguir influyendo y reclamando en ambos foros. Acuerdo de París y COP25.

Cerrar la negociación y pasar a la acción

Del éxito de la cumbre en Madrid depende que se cierren los capítulos de negociación entre las partes que han consumido más allá de los últimos cinco años y se pase a la fase de implementación o puesta en práctica de lo negociado. Pasar a la acción. Y el tiempo corre ya que en 2023 se realizará la primera evaluación global del estado de situación. La presión en Madrid es capital.

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