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El Ayuntamiento de Madrid se sube a la ola verde con la Cumbre del Clima pese a sus políticas de retroceso

José Luis Martínez-Almeida y Begoña Villacís en la presentación de Madrid Green Capital. / Ayuntamiento de Madrid

Sofía Pérez Mendoza

La inesperada celebración de la Cumbre del Clima en Madrid ha colocado a la ciudad frente al espejo. La capital lleva semanas atravesada por una paradoja: quiere, y le toca, mostrarse como un referente medioambiental pero su Gobierno está tomando medidas que van en la dirección contraria. El intento del equipo municipal, dirigido por José Luis Martínez-Almeida (PP), de suspender las multas a los coches que entraran en el centro nada más llegar al Palacio de Cibeles, frenado por los tribunales, señaló a la ciudad como la excepción europea y reactivó el proceso sancionador de Bruselas. Ahora, con la cita internacional en casa, el Gobierno bipartito de PP y Ciudadanos trata de subirse a la ola verde y aprovechará la atención internacional para validar sus políticas medioambientales.

“Me siento orgulloso de una cumbre de estas características, que lo que va a generar es un debate esencial y de la que esperemos que salga un acuerdo que no solo beneficie a Madrid como marca”, dijo Martínez-Almeida hace unas semanas. El mismo regidor confesó en septiembre que si gobernara en solitario habría hecho desaparecer Madrid Central, pese que los datos constatan que la zona de bajas emisiones funciona. Sacar coches del centro redujo un 11% la contaminación en toda la ciudad durante su primer año de implantación, que se cumple ahora. 

No pudo hacerlo. Los tribunales impidieron suspender las multas, aunque la medida tuvo un efecto inmediato en Europa. La Comisión Europea anuló la prórroga de gracia que había concedido a España por sobrepasar reiteradamente los límites legales de contaminación y terminó por llevar el caso ante el Tribunal de Justicia Europeo. Con la multa pisando los talones a España, el plan B del Ayuntamiento, gobernado por un bipartito PP-Ciudadanos, es una estrategia llamada 'Madrid 360' que ha sido contestada prácticamente por todos –oposición, organizaciones ecologistas y expertos– por fomentar el uso del coche contraviniendo la política de disuasión que están marcando las ciudades europeas. 

La iniciativa tiene cientos de medidas, entre ellas la creación de líneas de autobuses gratuitas, aparcamientos disuasorios o ayudas para comprar coches eléctricos, pero la más importante ni siquiera convence a su socio de Gobierno, que posó en primera fila el día de la presentación oficial: abrir la puerta a la entrada de más coches en el centro  (los etiqueta C con alta ocupación) sin haber cuantificado el impacto que tendrá en las emisiones. 

Las decisiones controvertidas no acaban ahí. José Luis Martínez-Almeida y Begoña Villacís llevan en su historial de Gobierno la eliminación de jardineras de la calle Galileo que quitaron espacio al coche o la reconversión de un carril bici segregado en un ciclo carril donde también pueden entrar vehículos. Esta última iniciativa valió al Ayuntamiento una reprimenda de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera: “Es provocar una multa a España por parte de Bruselas”. 

Revisionismo vs. Madrid Green Capital

La Cumbre del Clima aterriza en Madrid en medio de este revisionismo, que no solo empuja individualmente el alcalde. El PP ha respaldado las medidas del Ayuntamiento en materia medioambiental y también el argumentario del que beben: la libertad individual de cada ciudadano.“No se puede actuar prohibiendo y diciendo a los madrileños cómo tienen que moverse, sino que los madrileños decidan cómo quieren moverse”, decía el alcalde esta misma semana para justificar su oposición a Madrid Central. 

La formación de Pablo Casado ha coqueteado incluso con el negacionismo y en sus filas hay aún quien siembra dudas sobre la emergencia climática y la urgencia de actuar que reconocen todos los paneles de científicos. La portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, fijó la postura del partido en uno de los debates electorales previos al 10N. “La Cumbre del Clima nos va a dar una ocasión para ir al fondo del asunto y buscar una política de la evidencia. Que no esté basada en puras supersticiones ni de un tipo ni del otro”. 

En todo caso, el Ayuntamiento y la Comunidad –gobernadas por bipartitos de PP y Ciudadanos– intentarán que la acogida de la cita internacional impulse a la capital como una ciudad puntera en la lucha contra la emergencia climática.

La capital se ha puesto sus mejores galas ahora que todos los ojos la miran. El Consistorio ha lanzado una campaña, Madrid Green Capital, con vídeos que muestran imágenes espectaculares de todas las zonas verdes de la capital (Casa de Campo, Retiro...). Pero la iniciativa, presentada personalmente por el alcalde y la vicealcaldesa, ha quedado atravesada por la polémica con acusaciones de “greenwashing” por parte de grupos ecologistas y Unidas Podemos. El nombre elegido para la campaña coincide con un reconocimiento verde europeo que Madrid no tiene: el título de European Green Capital, entregado a las ciudades que son modelo en sostenibilidad. 

Las medidas de marcha atrás también encuentran excepciones en la política de movilidad del Consistorio. Mientras retira carriles bici, construirá otros nuevos, como el de Castellana, separado y seguro dando respuesta a una demanda de las asociaciones ciclistas. En todo caso, ninguna de estas políticas se pondrán en marcha hasta que las cámaras de medio mundo se hayan marchado y la ciudad vuelva a la normalidad. Después, el Gobierno municipal tiene tarea por delante: convencer a la mitad naranja de su equipo de que Madrid 360 será efectivo, obtener el visto bueno de Bruselas y dar respuesta los comerciantes, empresarios y transportistas que ganaron su voto con su oposición a Madrid Central. 

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