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Un viaje de 10.000 kilómetros de la plaza de Mayo al Valle de los Caídos para pelear por la memoria

Nora Cortiñas, acompañada de Miguel Urbán en el Valle de los Caídos.

Francisco de Zárate

La consigna era que el autobús llegara al Valle de los Caídos con tiempo para ver la basílica y salir antes de las 11.00, hora en que comienza la misa. El eurodiputado de Podemos Miguel Urbán no quería repetir la experiencia del año pasado, cuando grupos de franquistas salieron a su encuentro para amenazarlo mientras visitaba el monumento junto a parlamentarios de otros países. 

El jueves por la mañana, la invitada de Urbán era la argentina Nora Cortiñas (1930), de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Algo más de 10.000 kilómetros separan Buenos Aires y su plaza por la memoria del Valle en honor al dictador Franco. En la capital austral, desde 2015, su centro de detención clandestina y tortura durante la dictadura prolongada entre 1976 y 1983, la Escuela de Mecánicas de la Armad, la funesta ESMA, es un monumento a las víctimas y a la memoria de los ejecutados.

Vestida de negro y con el característico pañuelo blanco, la mujer que hace 42 años perdió a su hijo Carlos Gustavo secuestrado por la dictadura argentina, se asombró por la simbología católica del Valle, “siempre la complicidad de la Iglesia en las grandes masacres y genocidios”, relata y por la tienda de souvenirs: “Que eso esté acá dentro es la humillación total, el corolario del horror”.

“Aquí no hay audioguías ni visitas guiadas porque no hay un acuerdo sobre qué explicar”, resumió Urbán. Las comparaciones entre España y Argentina eran inevitables. Como el Valle de los Caídos, la ESMA es también hoy un lugar abierto al público. La diferencia es que allí se rinde homenaje a las víctimas y no a los dictadores. “En Argentina tuvimos que esperar que un gobierno bien democrático decidiera escuchar a las víctimas y transformar ese centro del horror en lo que es ahora, un lugar de historia viva con los relatos de las verdaderas víctimas”, explicó Cortiñas. “Creo que, quizás, la próxima vez que yo venga a España no va a existir esto así”. 

¿El Valle de los Caídos tendría que reconfigurarse como la ESMA? “Sí que sería posible, claro que sí, y más en este Gobierno, que quiere la exhumación de Franco, una medida sensata desde la que empezar a trabajar para cambiar esto definitivamente, pero lo primero que hay que hacer es sacar a Franco de acá”.

Exhumar el franquismo

A punto de comenzar la misa, un niño de unos once años ordenaba papeles en el atril de la basílica. Alguien le explicó a Cortiñas que allí también tiene su sede el internado Escolanía del Valle de los Caídos. Cuando la comitiva se acercaba a la tumba del dictador, la activista por los derechos humanos dejó claro que no pensaba acercarse. “No quiero verla, ya está”, dijo. “Ya no se va a mover de ahí”, se escuchó decir a alguien. “¿Cómo que no? Hay que moverla”, reaccionó rápido Urbán, que no se conforma con exhumar los restos de Franco. “Hay que exhumar el franquismo”, dijo. 

En un aparte con eldiario.es, Urbán criticó al Gobierno de Pedro Sánchez por aplicar “medidas cosméticas”, como la exhumación de los restos de Franco, pero después votar en contra cuando Podemos propone una modificación a la Ley de Amnistía para que se puedan juzgar los crímenes de lesa humanidad del franquismo. “Estas guerras culturales le dan una imagen más de izquierda, lo dejan en buen lugar, pero no abordan el problema de la impunidad”. El grupo salió del edificio con las primeras notas del órgano y la pareja de guardia civiles que, en todo momento, mantuvo una distancia de entre cinco y diez metros.  Entre los miembros de la comitiva también caminaba José María 'Chato' Galante, una de las víctimas del torturador de la policía franquista Billy el Niño y miembro de la Coordinadora de Apoyo a la Querella Argentina en España.

Para Galante, es paradójico que España haya sido pionera en los principios de la Justicia Universal, condenando crímenes de lesa humanidad en Guinea, Marruecos o Guatemala, pero incapaz de juzgar los crímenes del franquismo. En su opinión, la percepción de la sociedad española sobre la necesidad de justicia para las víctimas del franquismo ha evolucionado desde que comenzó la querella argentina contra crímenes de lesa humanidad del franquismo aceptada en 2010 por la jueza María Servini de Cubrí. “Eso es algo constatable, lo hemos visto nosotros en cómo crecía la atención de los medios y la sociedad, en cómo el problema entró en la agenda política”. Según Galante, España vive un fin de ciclo que ningún eventual cambio de gobierno podrá revertir. “Igual que ya no puede haber marcha atrás en todo lo que tiene que ver con los derechos de las mujeres, a estas alturas no hay quien le dé vuelta a esta nueva percepcion de la sociedad, el relato de la transición ha entrado en crisis y hay que reconstruirlo”.

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