La historia que explica por qué el Tourmalet es una montaña mítica en el Tour de Francia

Los corredores en la ascensión al Tourmalet en la edición del Tour de Francia en 2024.

Andrea Blez

18 de julio de 2025 19:32 h

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El Tour de Francia 2025 afronta este sábado 19 de julio una de sus etapas grandes de montaña con la subida de varios puertos, entre ellos el mítico Col du Tourmalet, que no será meta, pero que se encuentra en un punto medio que aspira en mover la carrera entre los favoritos, y que en 2024 coronó el español Oier Lazkano, aunque esto no supuso victoria de etapa final.

Esta será una nueva ascensión a la que es una de las montañas más míticas del Tour de Francia, siendo uno de los más altos que se suben en el ciclismo profesional, con un máximo de 2.115 metros de altitud a los que se llega.

La primera ascensión del Tourmalet: el inicio de la mítica historia en el Tour

El Tourmalet se puede subir por dos vertientes, por la de Saint Marie de Campan y por Barèges, siendo la primera la que se sube en esta edición con 17,2 kilómetros y una pendiente media del 7,4 %, y una segunda con una pendiente de 7,6 y 18,4 kilómetros que tiene un camino más estrecho.

La historia del Tourmalet en el Tour de Francia se remonta a los comienzos de la carrera, en su octava edición en la que se estrenó, un 21 de julio de 1910 en la que su primer vencedor fue Octave Lapize, cuya estatua del gigante del Tourmalet recibe a todos los que ascienden y que recuerdan a un hombre que realizó la primera gesta de la mítica montaña.

Lapize, tras coronar el puerto icónico del Tour en 14 horas y 10 minutos, se encaró a los directores de la carrera y les gritó que eran unos asesinos. La historia del primer corredor que venció en lo alto del Tourmalet es triste, pues murió en 1917 en plena batalla de Verdún al ser abatido el avión que pilotaba como sargento de aviación en la Primera Guerra Mundial.

La mentira por la que entró el Tourmalet en el Tour de Francia

El Tourmalet entró en el Tour de Francia por una mentira que divulgó el periodista deportivo Alphonse Steinès, quien había sido encargado por el director de la carrera, Henri Desgrange, para encontrar un nuevo puerto duro y un recorrido que supusiera un reto para los ciclistas.

Steinès tenía como propósito encontrar un puerto en los Pirineos, que eran su gran apuesta, y así fue como se encaminó al Col du Tourmalet, que cuando llegó estaba completamente nevado y casi termina con su vida al encaminarse solo a pie a ascenderlo.

Al no regresar, los vecinos del pueblo cercano organizaron una batida y lo encontraron tumbado tras haberse resbalado con la nieve, pero tras ser rescatado, el periodista no dudó y se fue directo a informar a través de telegrama a Desgrange de que había encontrado lo que buscaba.

“Atravesado Tourmalet. Muy buena ruta. Perfectamente practicable”, decía en la nota que escribió y con la que maquilló su aventura, lo que llevó a que en 1910 se subiera por primera vez en la 8ª edición del Tour de Francia y terminara con las quejas a gritos de Lapice y su mítico “sí, sois unos asesinos”.

De esta forma, tanto en su descubrimiento como en su primera subida el Tourmalet confirmó el significado de su propio nombre, que en lengua gascona viene de “montaña lejana” y en francés de “camino de mal retorno”, pero su dureza la ha convertido en un puerto mítico del Tour en el que los ciclistas aspiran a poner su nombre en letras doradas en la historia del deporte.

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