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El Mediterráneo se llena de peces tropicales llegados del Mar Rojo y el calentamiento del agua abre la puerta a especies venenosas

Pez león

Héctor Farrés

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El aumento de la temperatura del agua describe un proceso físico que modifica la densidad, la circulación y la disponibilidad de oxígeno en el medio marino, además de alterar los rangos térmicos tolerados por muchas especies. Este calentamiento reduce la barrera natural que antes limitaba la expansión de organismos propios de zonas tropicales hacia mares más templados, porque amplía el periodo anual con condiciones adecuadas para su supervivencia.

El fenómeno afecta tanto a la superficie como a capas más profundas, y por eso condiciona rutas de desplazamiento, reproducción y alimentación. Además, el incremento térmico favorece ciclos biológicos más rápidos en especies oportunistas, que encuentran menos restricciones ambientales. En este contexto, el calentamiento del agua actúa como factor de presión continua sobre ecosistemas ya sometidos a pesca intensiva y pérdida de hábitats, y así abre la puerta a cambios duraderos en la composición de las comunidades marinas.

El Mediterráneo oriental mostró antes que nadie los efectos de ese proceso

Investigadores y profesionales del mar documentaron que el calentamiento del Mediterráneo está favoreciendo la llegada y expansión de especies invasoras, como el pez león, con efectos medibles sobre los ecosistemas y la biodiversidad. Este eje resume un proceso observado de forma reiterada en el Mediterráneo oriental, donde el aumento térmico coincide con una mayor presencia de especies procedentes de otras cuencas, y con ello se acelera la sustitución de fauna local en varios enclaves costeros.

Las mediciones en profundidad confirmaron un calentamiento persistente

La proliferación del pez león se ha convertido en uno de los indicadores más visibles de este cambio. Murat Draman, instructor de buceo que trabaja en la costa de Antalya, explicó a la agencia AFP que hace aproximadamente una década era habitual ver uno o dos ejemplares por inmersión, mientras que ahora se observan 15 o 20 en el mismo tiempo bajo el agua. Draman añadió que se trata de grandes depredadores y que los peces pequeños, como los gobios, casi han desaparecido en algunas zonas, porque la presión de caza ha aumentado de forma constante, y así se reduce la capacidad de recuperación de las especies nativas.

Las observaciones de la temperatura marina en Antalya refuerzan ese diagnóstico. Draman relató que en varias inmersiones recientes el agua alcanzó 29°C a 30 metros de profundidad, una cifra que contrasta con los 25°C habituales en agosto a comienzos de la década de 2000. En superficie, la temperatura llegó a rozar los 32°C en determinados momentos del verano, y esa persistencia térmica explica que especies propias de aguas cálidas encuentren ahora un entorno estable para asentarse, con ello se amplía su área de distribución y se consolidan poblaciones permanentes.

Los datos recientes y las proyecciones apuntaron a una transformación duradera

Las advertencias científicas sitúan este fenómeno en un marco más amplio. El profesor Gil Rilov, investigador del Instituto de Investigación Oceanográfica y Limnológica de Israel y docente en la Universidad de Haifa, señaló que el Mediterráneo oriental es la zona más cálida del mar y la que se está calentando con mayor rapidez. Rilov afirmó a AFP que la llegada de especies desde el Mar Rojo comenzó tras la apertura del Canal de Suez en 1869, pero que el aumento de la temperatura y la ampliación del canal en 2015 han facilitado que cada año entren más especies, algunas con capacidad para desplazar a la fauna local.

Los datos respaldan esa preocupación. El centro de investigación Mercator Ocean International registró que el Mediterráneo vivió los meses de junio y julio más calurosos desde que hay mediciones, con una temperatura superficial media de 26,68°C en julio. Estas cifras coinciden con la expansión de especies como el pez conejo, que ya ha colonizado aguas de Malta tras avanzar más de 1.700 kilómetros desde el Canal de Suez. Este tipo de expansión confirma un desplazamiento progresivo hacia el oeste.

Las proyecciones apuntan a escenarios aún más amplios. Un estudio publicado en abril de 2024 en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias advirtió de que el calentamiento del Atlántico podría permitir la migración de especies desde África occidental hacia el Mediterráneo occidental antes de 2050, y que un escenario más adverso llevaría a una tropicalización casi completa para 2100. Ante esta perspectiva, Draman defendió mantener a las especies invasoras alejadas de las áreas marinas protegidas para preservar la biodiversidad, porque la ausencia de depredadores locales permite que poblaciones como la del pez león aumenten año tras año y condicionen de forma duradera la estructura de los ecosistemas.

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