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Una nueva lectura de un canto de druida en Galicia plantea un origen atlántico del gaélico

La investigación descarta otras ubicaciones europeas y vincula las referencias medievales a una urbe costera con faro elevado que encaja con A Coruña

Héctor Farrés

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Los invasores de Irlanda ocupan un lugar esencial en la mitología celta porque explican el origen del poder, la lengua y la legitimidad simbólica de la isla. Estas narraciones describen llegadas por mar, enfrentamientos rituales y pactos con fuerzas naturales que ordenan el territorio. En ese marco, la mitología celta presenta a los invasores como portadores de conocimiento y autoridad, no solo como guerreros, y así fija un modelo de dominio que depende de la palabra y del rito. Esta construcción exige una explicación concreta sobre de dónde procedían esos grupos y qué visión del mundo transportaban consigo, una cuestión que solo puede abordarse mediante un análisis textual detallado.

El estudio de Jorge M. Sobota, publicado en la Review of Historical Geography and Toponomastics, examina el Canto de Amairgen y plantea que ese poema articula una cosmología pan-céltica que apunta a un origen gallego de los invasores legendarios de Irlanda. El trabajo identifica al druida Amairgen Mac Miled como agente principal del canto y lo sitúa en una tradición común compartida por Galicia, Irlanda, Bretaña y Gales. Ese planteamiento convierte el poema en una fuente para rastrear creencias, símbolos y estructuras mentales anteriores a la cristianización, con consecuencias para la lectura del mito fundacional irlandés.

Una ciudad del noroeste peninsular aparece como punto de partida legendario

Uno de los ejes del análisis se centra en la localización de Brigantia, el lugar de origen de los invasores según la tradición. El texto medieval sitúa esa ciudad en España y menciona una torre asociada a la vigilancia marítima. Sobota descarta otras Brigantia europeas, como la alpina o la británica, porque la expedición descrita fue naval y porque el propio relato identifica a Éremón como rey de España. La referencia de Paulo Orosio a una ciudad de Gallaecia con un faro elevado que mira hacia Britannia refuerza la identificación con la actual A Coruña y con la Torre de Hércules, integrada en la leyenda como Torre de Bréoghán.

El trabajo académico atribuye al canto atribuido a Amairgen una estructura común en varios territorios atlánticos

El estudio parte de una investigación comparada que combina toponimia, lingüística y folclore para abordar el Canto de Amairgen. Ese poema, recitado al llegar a Irlanda, adopta la forma de una serie de afirmaciones en primera persona en las que el druida se identifica con elementos naturales. Sobota interpreta esa estructura como una declaración de autoridad espiritual que activa fuerzas del mundo visible y del Otro Mundo, un rasgo que también aparece en tradiciones célticas conservadas en la fachada atlántica.

En el plano lingüístico, el trabajo recoge la hipótesis de Higino Martins, que propone que la lengua céltica prerromana de Galicia tenía rasgos goidélicos. Esa propuesta encaja con la idea, defendida por algunos estudiosos irlandeses, de que el gaélico llegó a Irlanda con los Gaedil procedentes de Brigantia. De ese modo, la lengua y parte de la cultura irlandesa actual tendrían su origen en el noroeste peninsular, una afirmación que reorganiza el mapa tradicional de las migraciones célticas.

La lectura simbólica explica cómo la palabra ordena el territorio conquistado

El relato del Lebor Gabála Érenn resulta fundamental para entender el análisis. La muerte de Íth Mac Miled en Irlanda provoca la expedición desde Brigantia y el desembarco ritual encabezado por Amairgen. El canto pronunciado en ese momento permite la conquista al ordenar el territorio mediante la palabra, un mecanismo que subraya el papel del druida como mediador entre planos de realidad y como garante del dominio.

La lectura simbólica del poema desarrolla una cosmología en la que cada elemento tiene función y significado. El mar actúa como frontera con el Otro Mundo, el toro y el jabalí representan fuerza y violencia ritual, y el salmón encarna la sabiduría ligada a ciclos naturales. El análisis del rocío, presente en tradiciones gallegas e irlandesas, lo vincula a la fertilidad solar y a prácticas aún vivas. En conjunto, el estudio plantea que el Canto de Amairgen conserva una visión del mundo coherente, cuya comparación entre territorios atlánticos permite entender cómo los pueblos célticos ritualizaban su entorno y transmitían su memoria mítica.

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