La nueva polémica teoría que pone en entredicho la autoría de las pirámides y ha provocado la ira de los egiptólogos

Pirámides de Egipto

Héctor Farrés

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La construcción de las pirámides egipcias ha sido estudiada de forma continua por arqueólogos, egiptólogos e historiadores que han documentado con detalle los métodos, materiales y estructuras sociales implicadas en su levantamiento. Las pruebas más sólidas proceden de registros escritos, tumbas de trabajadores y restos de herramientas, todos datados en la época del Imperio Antiguo.

Las investigaciones modernas coinciden en atribuir las principales pirámides de Giza a los faraones de la IV dinastía, con especial protagonismo de Keops. Aun así, en los últimos años han circulado teorías alternativas que proponen orígenes anteriores, ajenos a la civilización egipcia y vinculados a culturas supuestamente desaparecidas. Ese tipo de hipótesis ha cobrado fuerza en determinados círculos mediáticos, pese a la falta de pruebas que las respalden.

Graham Hancock vincula la Esfinge con un periodo muy anterior al Antiguo Egipto

Uno de los defensores más conocidos de esta línea es el británico Graham Hancock, que afirmó en el pódcast American Alchemy que los indicios geológicos y astronómicos contradicen la cronología oficial del monumento principal de Giza. Según explicó en esa entrevista, “los egipcios completaron partes de la Gran Pirámide, pero heredaron un monumento que ya estaba en la meseta”.

Su argumento gira en torno a la erosión de la Esfinge, que atribuye a lluvias intensas ocurridas al final de la última glaciación, hace más de 12.000 años. Esta idea le permite vincular el conjunto monumental con un periodo anterior al desarrollo urbano del Antiguo Egipto.

Hancock sostiene que la erosión del cuerpo de la Esfinge fue causada por lluvias intensas al final de la última glaciación

En ese mismo pódcast, Hancock relacionó además la orientación de las estructuras con la posición de la constelación de Orión hace 12.500 años. Afirmó que “en el 2500 a. C., las estrellas del cinturón de Orión no coincidían, pero en el 10.500 a. C., el alineamiento era exacto con Leo”, en referencia a la posición del sol frente a la Esfinge. Su propuesta parte de la hipótesis de que existió una civilización avanzada anterior a Egipto que construyó estos monumentos con conocimientos astronómicos muy desarrollados.

Los arqueólogos desmontan las hipótesis que cuestionan la cronología oficial

La comunidad científica rechaza esa posibilidad de forma contundente. Entre las voces más conocidas destaca el egiptólogo Zahi Hawass, que lleva más de medio siglo excavando en Giza junto a Mark Lehner. En declaraciones recogidas por el Daily Mail, Hawass explicó que “todo lo que hemos descubierto hasta ahora está relacionado con la IV dinastía”.

El experto insiste en que no existen restos arqueológicos que permitan atribuir las pirámides a otra civilización previa. Uno de los hallazgos más relevantes que menciona es el de las tumbas de los obreros, localizadas cerca de las estructuras, con inscripciones que identifican a los constructores como trabajadores egipcios.

Otra prueba importante que refuerza la datación tradicional es el Papiro de Wadi el-Jarf, considerado el registro escrito más antiguo relacionado con la pirámide de Keops. Se trata del diario de Merer, un inspector que dirigió el transporte de bloques de caliza desde las canteras de Tura hasta la obra en Giza. Según relata el propio Merer, “soy del Delta, fui contratado por Keops y tenía bajo mi mando a 40 trabajadores”. Este documento, conservado en El Cairo, describe con detalle la organización logística del proyecto, incluyendo los puertos artificiales frente a la pirámide y el uso de trineos de madera para mover la piedra.

Las pirámides fueron saqueadas hace siglos, lo que explica la ausencia de restos reales

En relación con el supuesto vacío funerario de la Gran Pirámide, Hancock sostiene que no se ha encontrado ningún cuerpo real en su interior, lo que pondría en duda su función como tumba. Sin embargo, esta afirmación omite que muchas de las pirámides fueron saqueadas en la Antigüedad y que el sarcófago de la cámara principal fue vaciado siglos antes de la llegada de los primeros exploradores árabes. La hipótesis funeraria sigue siendo la más respaldada, basada en la arquitectura interna y en la comparación con otras pirámides que sí contienen restos o ajuares asociados al rito de enterramiento.

Hawass abordó también ese punto en el pódcast Limitless de Matt Beall, donde habló de futuras excavaciones dentro de la pirámide para localizar cámaras selladas. Explicó que “la historia de Egipto no presenta lagunas que permitan situar la construcción de las pirámides hace 12.000 o 20.000 años”. En su opinión, esa franja cronológica corresponde al periodo epipaleolítico, cuando los asentamientos humanos eran reducidos y aún no existían formas complejas de organización social que permitieran una obra de esa magnitud.

Las teorías alternativas carecen de evidencias materiales que las sustenten

La difusión de teorías alternativas no ha venido acompañada de nuevas pruebas materiales. Hasta la fecha, ningún resto orgánico, utensilio, inscripción o estructura atribuible a una civilización anterior ha sido encontrado en el entorno de Giza. Tampoco se han hallado evidencias que permitan reinterpretar la función original de las pirámides fuera del marco funerario y religioso establecido por los egiptólogos.

A pesar de ello, el debate sigue vivo en plataformas de divulgación, donde las versiones no académicas han encontrado un espacio. Lo curioso es que, pese a la insistencia de sus promotores, estas teorías alternativas suelen girar siempre sobre las mismas ideas y sin pruebas.

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