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Sudaderas, dibujos y maquillaje para engañar a los sistemas de reconocimiento facial

Dos ingenieros de la Universidad Católica de Bélgica, probando su invento

David Sarabia

Tenemos cámaras de vigilancia en los aeropuertos, en las carreteras, en los bancos, en las ciudades e incluso en los rellanos de nuestro bloque. Casi dos millones de aparatos “velan por su seguridad” en Reino Unido. En China lo hacen 200 millones y allí ya tienen un potente sistema de videovigilancia para controlar a sus ciudadanos. Nadie sabe si el ejemplo asiático será el que sigan el resto de países en el futuro, pero la preocupación de los estados por monitorizar e identificar a sus habitantes se cotiza al alza estos últimos años.

La comunidad científica puede crear nuevos algoritmos y sistemas que perfeccionen la vigilancia, pero a la par también se inventan nuevas formas de burlarla. La última ocurrencia de varios ingenieros de la Universidad Católica de Bélgica va más por lo segundo que por lo primero: en un paper subido a arXiv la semana pasada, presentan un método para engañar al dispositivo y que en vez de reconocer a una persona, no vea nada.

Estas cámaras son el último grito en videovigilancia. Las tienen los chinos, los coches de Uber y Tesla, los británicos e incluso algunos aparatos médicos. El equipo de ingenieros belga ha conseguido burlar al sistema de Inteligencia Artificial que le hace a la cámara saber que esa masa uniforme de allí “es una persona” o que aquella “es un coche” a través de unos sencillos dibujos que se pueden descargar e imprimir en una hoja de papel.

Son una especie de parches con muchos colorines, patrones y formas que, colgados al cuello por ejemplo evitan que la IA se fije en nosotros. Tampoco es que esto sea nuevo del todo, ya que los investigadores familiarizados con la tecnología llevan años observando cómo el empleo de técnicas adversas en los sistemas de Inteligencia Artificial los confunde y bloquea.

No es que el invento sea muy práctico todavía, de hecho tiene un aire más académico que otra cosa, pero los ingenieros creen que “si combinamos esta técnica con una simulación de ropa inteligente, podemos diseñar un dibujo para una camiseta que puede hacer a una persona virtualmente invisible para las cámaras de vigilancia automáticas”.

La “ropa inteligente” de la que hablan los belgas forma parte de las técnicas adversas para engañar a la Inteligencia Artificial que existen desde hace tiempo. Valgan como ejemplo las gafas que un equipo de la Universidad Carnegie Mellon (EEUU) presentó en noviembre del 2016: un humano con ellas puestas le hacía pensar al sistema inteligente que tenía ante sí a la actriz Milla Jovovich.

El Instituto de Informática de Japón desarrolló otras gafas en 2012 llenas de LEDs que “cegaban” a la cámara, impidiéndole reconocer qué tenía delante.

Adam Harvey y sus capas de invisibilidad

A principios del 2017, durante el 33c3 (Congreso de Hackers de Hamburgo), Adam Harvey dejó al público con la boca abierta al presentar The Hyperface, un proyecto que proponía llenar la ropa de algoritmos para que las cámaras viesen ojos, narices, bocas y mejillas en todo el tejido. El correcto funcionamiento de estos sistemas pasa por identificar los rasgos de la cara de una persona y después cotejarlos con una base de datos para saber quién es.

Como eliminar tus rasgos faciales ante los ojos de un sistema inteligente es complicado, lo que Harvey proponía era sobrecargarlo con información. Que viera caras en todos los lugares para que así no pudiera identificar ninguna. Aunque de forma experimental, según su web, el proyecto hoy sigue en desarrollo.

Antes que eso, Harvey ya había trasteado con la moda e incluso con el maquillaje para evitar que las cámaras supiesen quiénes somos. Trasteó con la posibilidad de engañar a las cámaras térmicas (habituales en drones y UAVs) para que no reconocieran el calor humano empleando versiones de prendas islámicas pero modificadas con un material metálico plateado.

Uno de sus primeros proyectos es CV Dazzle (en el que se apoya The Hyperface), donde propone varias técnicas que pasan por oscurecer el puente de la nariz, los ojos o algunas zonas de la cabeza. También habla de desarrollar looks asimétricos (ya que “los algoritmos de reconocimiento facial esperan simetría entre los lados izquierdo y derecho de la cara”, dice), de maquillarse con tonos oscuros si somos de piel clara (y viceversa) y de usar máscaras.

Tu cara es mi cara

De esto último trata el proyecto de Leo Selvaggio, un artista estadounidense que ha creado una máscara protésica de su cara. El objetivo es que la cámara de vigilancia le identifique a él y no a otro individuo cuando mire: “Mejor que esconderse de las cámaras, simplemente dale una cara que no sea la tuya y que la vigile en medio de una multitud”, explica Selvaggio en la web del Proyecto URME. La careta es bastante realista, ya que es un escáner 3D de la cara del artista, con su barba de dos días, sus granitos y sus imperfecciones.

Hay muchos más ejemplos de moda antivigilancia: los tejidos de Simone C. Niquille estampados de caras de famosos que las cámaras reconocen como personas, una batamanta que bloquea tanto a las ondas de radio como a cualquier sistema que intente conectarse a tu teléfono, paraguas llenos de LEDs que hacen la misma función que las gafas arriba mencionadas o sudaderas y chaquetas que impiden las señales entrantes que tus dispositivos estén recibiendo.

Los productos existen y la tecnología también. Dependerá de los usuarios (y del precio de cada sistema) meterlos o no en el armario. Ninguna empresa o estado escatima en gastos a la hora de vigilar a su población, por eso la moda antivigilancia tendrá que ser asequible para todos los bolsillos. Si no, habrá dado lo mismo.

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