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Los tres ingredientes del estado de hipervigilancia chino: reconocimiento facial, videovigilancia y crédito social

El sistema de vigilancia chino

David Sarabia

Hace algo menos de dos años, China aprobó una polémica ley de ciberseguridad que no ilusionó a las empresas extranjeras, asustadas ante el posible espionaje del que serían fruto y a las limitaciones relacionadas con su capacidad de negocio. Pero el propósito principal de la norma, según la Administración del Ciberespacio de China (CAC), era más bien tratar de “salvaguardar la soberanía en el ciberespacio, la seguridad nacional y el interés público, así como los derechos y los intereses de los ciudadanos”.

La seguridad, en este caso, viene acompañada de hipervigilancia. El gobierno ha creado por ejemplo un plan para crear un vasto sistema de reconocimiento facial que pueda identificar a la gente en menos de tres segundos y con un 90% de aciertos. Ya funciona en varias ciudades del país aunque no a pleno rendimiento y por el momento, su uso se centra más en la detención e identificación de delincuentes comunes, además de en la verificación de los pasajeros en los aeropuertos como ocurre ya en otros países.

Este solo es un engranaje más de la maquinaria de vigilancia china, que utilizando más de 200 millones de cámaras de videovigilancia (según The New York Times), potentes sistemas de Inteligencia Artificial y la interceptación de las comunicaciones de sus ciudadanos, extiende su capacidad de control a su población con mecanismos como estos.

Reconocimiento facial y videovigilancia

En China existe una gran base de datos de 90 terabytes que incluye la información personal de cada ciudadano. Estos datos se cruzan con un entramado de cámaras de vigilancia distribuidas por las principales ciudades del país que conecta con la base de datos y ofrece, casi al momento, la identidad de cada uno que pasa ante la lente.

La policía ya ha atrapado a varios criminales haciendo uso de este método: de hecho, hace un año, un hombre huido de la justicia fue identificado entre una multitud de 50.000 personas. El sistema también lo han usado para identificar y multar a los peatones incautos en la ciudad de Shenzen: las autoridades mostraron sus fotos en un concurrido cruce en abril del 2017 y un año después, comenzaron a subirlas a Internet.

El sistema de crédito social

Solo queda un año para que se cumpla el plazo que el Gobierno chino maneja en lo que se refiere al sistema de crédito social. Esta idea pone a funcionar a todo el tejido industrial, financiero y social del país con un objetivo: mejorar el comportamiento de sus ciudadanos. Los que no escarmienten, podrán ser incluidos en listas negras y vetados en algunos servicios.

No hay informes oficiales que expliquen cómo funcionará exactamente el sistema, pero este reportaje de Wired el pasado enero describe de una manera bastante aproximada algunas de sus peculiaridades. En la ciudad de Rongcheng, por ejemplo, cada uno de sus habitantes recibió 1.000 puntos. Cuando alguien comete algún delito o es reportado a las autoridades, va perdiendo puntos. De manera contraria, los ciudadanos también pueden ganar puntos (por ejemplo, donando a la beneficencia) y ser mostrados como ejemplos a seguir para el resto de la comunidad.

Aunque muchos medios estadounidenses consideran que este sistema será como un capítulo de la serie Black Mirror, lo cierto es que otros como Foreign Policy, rechazan la visión tan apocalíptica. Este artículo de esglobal también va más allá, diferenciando entre los diferentes sistemas de crédito social chinos.

Por otro lado, algunas empresas privadas ya están poniendo en marcha otro tipo de sistema basado en puntuaciones para los individuos y que en última instancia les permitirá (o negará) el acceso a determinados servicios, como optar a un crédito, reducir tiempos de esperar en un hospital, probar un nuevo coche o descuentos en tiendas.

En torno a esto, China está desarrollando otra funcionalidad que permitirá a los ciudadanos pagar, entrar a ciertos lugares o reservar servicios tan solo poniendo su cara ante la cámara de la tienda en cuestión. Para eso, el Gobierno tiene que cruzar los datos e imágenes que recopila por las ciudades con las empresas y los servicios financieros del país.

Bonus track: drones en forma de paloma

En verano del año pasado, según el diario independiente hongkonés South Morning China Post, “más de 30 agencias militares y del gobierno” desplegaron estos drones en, al menos, cinco provincias chinas. El proyecto, conocido como “Dove” (paloma en inglés), consta de cientos de dispositivos con forma de pájaro que pueden volar a distintas altitudes, bucear e incluso replicar “en un 90% los movimientos de una paloma real”. Pesan 200 gramos y pueden volar a velocidades de hasta 40 kilómetros hora durante un máximo de 30 minutos.

[Actualización: este artículo ha sido modificado tras su publicación para aclarar la diferencia entre el sistema público y los sistemas privados de crédito social así como para incluir más puntos de vista sobre el posible impacto del sistema]

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