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The Guardian en español

Trump y el efecto desplome: el fabricante de armas Remington se declara en suspensión de pagos

Imagen de un anuncio promocional de Remington.

Dominic Rushe

Nueva York —

Durante 200 años, Remington ha sido uno de los fabricantes de armas más conocidos de Estados Unidos. Las suministró a los soldados durante la Guerra Civil de Estados Unidos, la Primera y la Segunda Guerra Mundial y a muchas generaciones de amantes de las armas de fuego. Ahora se ha encontrado con la horma de su zapato: la presidencia de Donald Trump, defensora de las armas de fuego.

Tras una era dorada en cuanto a ventas durante la presidencia de Barack Obama, ahora los fabricantes en Estados Unidos están en aprietos. Las ventas se han derrumbado, también sus ingresos, y se han quedado con demasiadas existencias en sus manos.

La crisis se cobró su mayor víctima esta semana cuando Remington se declaró en suspensión de pagos. Esta medida no significa el fin de la empresa. Remington aprovecha el capítulo 11º de la Ley de Quiebras de Estados Unidos para reducir 700 de sus 950 millones de dólares de deuda y reestructurar la empresa. Sin embargo, refleja la presión a la que se ve sometido el sector.

En diciembre, American Outdoor Brands, propietario de Smith & Wesson, informó de que sus beneficios han caído un 90%; de 32 millones de dólares a tan solo 3,2. Las ventas cayeron un 36%. Sturm Ruger, el mayor fabricante de armas de fuego de Estados Unidos, anunció en octubre que sus ingresos trimestrales han caído un 35%. Ambas empresas darán a conocer sus resultados más recientes en breve, pero no se espera un aumento espectacular de las ventas.

“Lo llaman el efecto desplome de Trump”, indica Robert Spitzer, un profesor de la Universidad Estatal de Nueva York en Cortland (SUNY) y autor de cinco libros sobre armas de fuego.

“En gran medida, las ventas de armas se han politizado”, subraya. “En los últimos años se compraban armas no solo para tener un nuevo producto sino también para hacer una declaración de principios, no solo por el miedo de que se aprobaran normas más estrictas sobre tenencia de armas sino también para mostrarse en contra de Obama”.

Spitzer subraya que ahora que Trump está en la Casa Blanca, la venta ha vuelto a caer, como ya venía siendo la tendencia de las últimas décadas.

“La posesión de armas ha ido disminuyendo desde los años setenta y ahora hay menos propietarios de armas que nunca”, explica Spitzer. Menos personas cazan, los jóvenes tienen menos interés por poseer un arma y la industria armamentística no ha conseguido atraer a las mujeres y las minorías.

Estados Unidos es el país del mundo con más armas per cápita, 88 armas por cada 100 personas. Lo cierto es que solo el 3% de la población tiene armas, unas 17 de media por persona, y se calcula que el país tiene 7,7 millones de “superpropietarios” que poseen 140 armas.

Con Obama, aumentaron las ventas

Durante la presidencia de Obama aumentaron las ventas en gran parte porque los que ya tenían armas compraron más. Las ventas se dispararon tras la reelección de Obama y después de que este hiciera un llamamiento para endurecer la normativa tras masacres como la de Sandy Hook en 2012, en la que murieron 20 niños y seis adultos.

Remington, propiedad de Cerberus Capital Management, fabricó el rifle Bushmaster, del tipo AR-15, que se utilizó en el tiroteo de Connecticut. Los padres de las víctimas han demandado a la compañía ante el Tribunal Supremo de Connecticut.

Tras el tiroteo, los inversores de Cerberus presionaron al presidente ejecutivo de la compañía, el multimillonario Stephen Feinberg, un destacado defensor de Trump durante la campaña, para que vendiera Remington.

Cerberus no consiguió encontrar un comprador y finalmente accedió a que los inversores vendieran su participación. La declaración de suspensión de pagos permitirá a Cerberus desvincularse de Remington.

Las masacres provocadas por tiroteos han sido una constante desde 2012, entre ellos, el peor ataque de la historia moderna de Estados Unidos, que tuvo lugar el año pasado en Las Vegas. Un hombre armado mató a 58 personas y luego se suicidó.

Sin embargo, como bajo la presidencia de Trump no tienen la presión de que vaya a aprobarse una ley más estricta para la regulación de armas de fuego, los fabricantes no se han beneficiado del aumento de ventas que se producía durante la presidencia de Obama cada vez que había una masacre.

Spitzer indica que podrían venir mejores tiempos para las compañías de armas. En noviembre, los estadounidenses vuelven a las urnas para las elecciones legislativas y, habida cuenta de que la impopularidad de Trump ha alcanzado niveles históricos y del hecho de que el partido en el gobierno suele obtener malos resultados en estas elecciones, los demócratas podrían salir beneficiados.

“Si los demócratas obtienen buenos resultados, sin lugar a dudas la industria armamentística y la Asociación Nacional del Rifle (NRA) lo verán como una oportunidad para advertir de las consecuencias que los resultados pueden tener sobre el derecho a tener y portar armas. Su objetivo es conseguir colocar tantas armas en las manos de tanta gente como sea posible”.

Traducido por Emma Reverter

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