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Lo difícil para el PSOE era llegar

Pedro Sánchez

Rodolfo Irago

El PSOE es un partido de gobierno, que se siente cómodo con el BOE en la mano y que, en sus dos etapas anteriores, con sus luces y sus sombras por supuesto, promovió y acompañó las grandes transformaciones sociales y económicas de la España democrática.

El PSOE sufre horrores en la oposición; se divide, se fractura y se deprime. Le pasó en 1996 cuando tardó 8 años en volver a Moncloa y le estaba pasando desde 2011 en un proceso todavía mucho más traumático sumando derrotas históricas, rompiéndose de forma fratricida por la mitad y viendo como crecía a su izquierda por primera vez un auténtico rival que estuvo a punto de darle el sorpasso.

Pablo Iglesias le augura ahora a Pedro Sánchez un calvario para gobernar, pero el verdadero calvario lo tenía el PSOE hasta hace 15 días para llegar de nuevo al poder.

Los socialistas se desconectaron de su gente en 2010 cuando tuvieron que girar bruscamente el barco y tomar medidas durísimas de ajuste para evitar el rescate. Millones de familias se cayeron por la borda de la crisis; un gran porcentaje de ellas eran votantes de Zapatero.

La derrota de 2011 y la mayoría absoluta del PP eran inevitables y su discurso y su credibilidad quedaron completamente desautorizados. Desde entonces, apenas se les escuchaba y sus propuestas eran papel mojado.

El declive del PSOE fue paralelo primero al bombazo de Podemos y últimamente a la escalada constante de Ciudadanos. Los socialistas estaban asfixiados en medio del sándwich de estos dos partidos sin poder rentabilizar la caída libre del PP. En el último CIS de hace solo un mes, eran terceros por detrás de los dos partidos de derechas y los propios dirigentes del partido se daban contra las paredes lamentando su irrelevancia.

Otra encuesta, el 22 de abril en El Periódico, señalaba que solo el 6% de los españoles creía que el PSOE iba a ganar las próximas elecciones generales.

Así estaban las cosas cuando al PSOE le pasó por delante la ultima oportunidad de la legislatura y la ha sabido aprovechar de maravilla. Ahora está en Moncloa con un flamante gobierno feminista, europeísta y solvente, recibido con todos los vientos a favor.

La sociedad española, que se sitúa en el centro-izquierda y que es mayoritaria según todos los estudios de opinión, estaba deseando reencontrarse con el PSOE. Es más, las primeras encuestas señalan incluso que los más optimistas son los votantes de Podemos. Así que Iglesias tiene que medir muy bien los obstáculos que le pone al Gobierno que el mismo acaba de votar.

Pasada la travesía del desierto, al PSOE no creo que le preocupe excesivamente el “calvario” que anuncian algunos. En esta ocasión para los socialistas era mucho más difícil llegar que mantenerse.

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