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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Denuncian el sacrificio de gatos “sanos” rescatados tras la muerte de su cuidadora

Izda: Bombero descolgándose por la fachada para rescatar a los gatos. Dcha: Los tres gatos rescatados con jaulas trampa. Fotos: Barcelona Gat i Gos

Concha López

Swaantje Scharre era una activista alemana que había hecho de Barcelona su hogar y el de sus gatos rescatados. Dicen quienes la conocían que poca gente sabe tanto de gatos urbanos como sabía ella. A ellos dedicó su vida, y rodeada de ellos murió en su casa hace apenas unos días. Pero su vida y su trayectoria no han sido suficientes para salvar a todos sus gatos.

Según el comunicado difundido por la asociación Barcelona Gat i Gos, los hechos denunciados comenzaron el pasado 1 de mayo, viernes, cuando una de sus activistas, Magda Giol, recibió una llamada alertando de que un gato se había caído por un balcón. Según los vecinos, se había tirado “por desesperación ante la falta de alimento y agua”. En esa vivienda había fallecido días antes una señora y habían sido retirados varios gatos que convivían con ella. Otros cuatro habían quedado “olvidados” por el servicio de recogida de animales del Ayuntamiento de Barcelona, Help Guau.

Compañeros de Barcelona Gat i Gos acudieron al lugar. El gato que había suscitado el aviso yacía muerto en la calle, pero constataron que en la vivienda quedaba “un número indeterminado” de felinos. Es entonces cuando los activistas desplazados allí se enteran de que la fallecida es Swaantje Scharre, una conocida compañera del movimiento de protección felina, que presidió una asociación ya disuelta, Gats Urbans. Había muerto antes del 15 de abril, pero no se supo hasta el día 21. Dos días después, el 23, diecinueve gatos fueron sacados de su vivienda, y otros dos al día siguiente. Los demás, al menos cuatro, habían quedado allí, y probablemente nada se habría sabido de ellos si uno, desesperado, no se hubiera arrojado por el balcón.

Al conocer esa información, Magda Giol llama por teléfono a la responsable de Bienestar Animal del Ayuntamiento de Barcelona, Anna Ortonoves, que pretende “esperar al lunes 4 de mayo” para actuar. “Le expresamos nuestra disconformidad, nuestra inquietud por la cantidad de días que llevan los gatos sin alimento y agua”, y finalmente “acceden a enviar de nuevo el equipo de recogida de animales”.

Según el relato de Barcelona Gat i Gos, los integrantes de ese equipo pretendían capturar a los gatos mediante lazos, ya que, aseguran no disponee de jaulas trampa para rescatarlos “de forma humana, incruenta y eficaz”. Por ello, la asociación ofrece tres de sus jaulas. A la vivienda, en un cuarto piso pero a una altura correspondiente a un sexto, solo se puede acceder por el balcón, ya que nadie de los presentes dispone de llaves. Fueron los bomberos quienes se descolgaron por la fachada para colocar las jaulas en el interior de la vivienda siguiendo las explicaciones de los activistas que saben manejarlas.

Al día siguiente, el sábado 2 de mayo, una compañera de la asociación acudió al Centre d´Acollida d´Animals de Companya (CAAC) en nombre de tres protectoras alemanas para ofrecer información importante sobre los gatos rescatados e intesándose por su estado, ya que algunos de ellos podían ser adoptados en Alemania. En ese momento, la veterinaria de guardia “se niega a atenderla” y el encargado del centro en ese momento “tampoco la atiende directamente, sino que usa a un trabajador de intermediario, a pesar de estar delante, a menos de dos metros, escuchando las explicaciones”. “Pese a la falta de información oficial, sabemos ya que, de los 21 gatos que han entrado, 10 ya han sido sacrificados”, relatan.

Ese mismo día por la tarde, los bomberos vuelven a descolgarse por la fachada y recuperan las tres jaulas, cada una de ellas con un gato dentro, todos ellos adultos y con buen aspecto, a pesar de haber pasado varios días sin apenas agua ni comida. “Se muestran activos, asustados pero animados”. En ese momento aparece el servicio de recogida de animales del Ayuntamiento para llevarlos al CAAC, a lo que los activistas se oponen “por temor a que acaben también sacrificados”. Anna Ortonoves les dice que tienen “prohibidísimo” llevarse a los gatos, así que piden que no los maten, parecen sanos y quieren hacerse cargo de ellos.

El lunes, desde la asociación insisten en su intención de hacerse cargo de todos los gatos a los que Swaantje cuidaba y que siguen vivos. Especialmente, de los tres que habían sido rescatados “gracias a nuestra insistencia y a nuestro material”, y así se lo transmiten al regidor de Presidencia y Territorio, Jordi Martí, máximo responsable político de la ciudad condal en todo lo relacionado con animales domésticos.

Ante la insistencia, Barcelona Gat i Gos es convocada a una reunión urgente el día siguiente, martes 5, y allí se informa de que la asociación creada en su día por Swaantje se hará cargo de los gatos. Cuando los activistas comentan que ella misma les había informado meses atrás de su disolución, responden “que se ha vuelto a crear”.

“A la hora de preguntar por el estado actual de los gatos, los números no cuadran: faltan gatos”, dice Barcelona Gat i Gos. Esgrimen aparentes excusas, como que fueron dos los que cayeron por el balcón, o que a veces los trabajadores del servicio de recogida “mienten en los números”. Cuando se preguntó por qué varios de ellos habían sido sacrificados, enseñaron fotos de la vivienda, “en una muestra total de falta de respeto por nuestra compañera”. La reunión se termina porque Ortonoves “se tiene que ir”, a pesar de que muchas dudas siguen en el aire.

El viernes 8 de mayo Plataforma Gatera, de la que forman parte 23 entidades proteccionistas, celebra una reunión en la que una de las personas presentes confirma que esos tres gatos que habían sido rescatados con jaulas trampa y cuya custodia se había solicitado insistentemente han sido también sacrificados.

Al día siguiente, representantes de Barcelona Gat i Gos junto a representantes de otras entidades pertenecientes a Plataforma Gatera se personan en el CAAC para comprobar el estado de los gatos y confirmar los datos. Swaantje cuidaba de 25 gatos. Uno de ellos llegó muerto, el que se había tirado por el balcón y había alertado de lo ocurrido. Otros ocho estaban en el CAAC, dos habían sido adoptados y 14 sacrificados, entre ellos los 3 que salieron de la vivienda en jaulas trampa. “Tras mucho indagar”, supieron que de todos los gatos sacrificados, tres lo habían sido “por razones humanitarias” y los otros once “por falta de salida”. Que un animal “no tenga salida” apenas unos días después de haber sido rescatado no es justificación. Pero, además, en este caso, sí tenían salida: “Nosotros éramos su salida”, dicen desde la asociación.

PRESERVAR EL DIÁLOGO PARA SEGUIR AVANZANDO

Barcelona Gat i Gos denuncia que el Ayuntamiento “presume” de ser una ciudad amiga de los animales y pionera en el sacrificio cero, pero en esta ocasión ha preferido “matar gatos sanos antes que entregarlos a una conocida asociación protectora de la ciudad”. La asociación agradece su colaboración a los Bomberos y a la Guardia Urbana “por su gran profesionalidad y sensibilidad”, y por el riesgo asumido, en el caso de los bomberos, para colocar y recuperar las jaulas trampa. “Lamentamos tener que informarles de que arriesgaron su vida para que luego los gatos fueran injustamente sacrificados”.

Quienes formulan esta denuncia no cuestionan los logros alcanzados por Barcelona en materia de protección animal. Han sido partícipes de pasos tan importantes como la ordenanza municipal en esa materia y de los avances en la gestión de las colonias felinas, y valoran el diálogo que lo ha hecho posible. Un diálogo que quieren preservar. Por eso denuncian lo ocurrido en este caso y reclaman explicaciones a Jordi Martí.

Plataforma Gatera envió el pasado lunes a Martí un burofax para pedirle los informes veterinarios de los 25 gatos que convivían con Swaantje, y de la actuación de Help Guau en su domicilio. También reclama información sobre el protocolo de actuación en el caso de recogida de animales en domicilios particulares cuando muere la persona responsable de ellos, y datos sobre los casos de este tipo que se registraron durante todo 2014. Desde Plataforma Gatera piden a Martí que contacte con ellos para crear una comisión de trabajo con el objetivo de mejorar ese protocolo y evitar nuevos casos como el de los gatos de Swaantje.

Quienes han vivido este caso en primera persona señalan otro frente de lucha en la defensa de esos gatos y del legado de Swaantje: despejar las dudas sobre la adecuada atención que daba a los animales de los que cuidaba. El número de gatos y el estado en el que estaba la vivienda días después de su fallecimiento, cuando por allí había pasado la policía judicial, agentes de la Guardia Urbana etc., dieron pie a quienes quisieron zanjar el asunto como un posible caso de síndrome de Noé.

No era el caso, aseguran quienes la conocían. Entre ellos, el veterinario Salvador Cervantes, que participó junto a la presidenta de Plataforma Gatera, Agnès Dufau, en la presentación del 'Manifiesto Felino' en el Congreso de los Diputados, el pasado mes de abril.

TODO ERA ESENCIAL SI ERA POR LOS GATOS

Después de conocer la muerte de Swaantje, Salvador Cervantes recordaba que la conoció cuando solo tenía tres gatos, justo antes de acoger a una gata leucémica que resultó que estaba preñada y que poco después parió cuatro gatitos, todos positivos. “Este hecho la hizo cambiar”, y con ella cambió su entorno. “La cantidad de experiencia que nos hizo ganar”, decía, “fue brutal”. Después montó la asociación Gats Urbans y estuvo años llevando al veterinario entre tres y cinco gatos cada día. A pesar de todo, “trabajó la mayoría del tiempo sola”, quizá porque no era fácil trabajar con ella, “era muy testaruda, perfeccionista y protocolaria”. Para ella, recuerda, “todo era esencial y todo merecía discusión si era para el bien de los gatos”. Era muy cansado, “pero me obligaba a estar alerta, a reciclarme y a aprender”.

Salvador Cervantes cree que murió “agotada, cansada de luchar por una tarea que no se acaba nunca en un país que apenas despierta ante la protección animal”. Murio acompañada de sus gatos, de esos gatos por los que dio su vida y que pocos días después fueron sacrificados. Dice que la imagina allá donde esté organizando protocolos y sistemas más eficientes para ayudarlos. Si es así, varios de sus gatos están con ella, y su legado se ha quedado con nosotros para seguir defendiendo a los que viven entre nosotros. Seguiremos luchando, Swaantje.

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