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Barcelona se proyecta a las licencias libres

Un encuentro de la pasada edición del Barcelona Creative Commons Film Festival

Yeray S. Iborra

El pasado 15 de marzo Pablo Molano dejaba un profundo agujero en las entrañas de los movimientos sociales en Barcelona. La Base, el espacio en el Poble Sec que él había ayudado a edificar, estaba de duelo. A iniciativa de su madre, se decidió después de varias asambleas, dar una gran despedida a Molano: un día y medio de duelo, un día y medio de honra y celebración.

Como relata el miembro del colectivo Compartir Dóna Gustet y creador audiovisual, Marc Sempere, aquello fue una despedida traducida en un “acto político y poético”. El duelo duró casi una semana.

El miércoles de aquella misma semana por la mañana, el cuerpo de Pablo seguía vitoreado por su comunidad.

Marc acudió a la Base aquel miércoles por la noche, cuando se veló el cuerpo. Allí encontró amigos, viejos conocidos y saludados: mucha gente. Una colectividad dando testimonio de un ritual que hoy en día entendemos de otra época. Al día siguiente, unas 600 personas marcharon durante horas junto a su cuerpo malogrado, al cántico de “Oh, no hay que llorar, ¡que la vida es un carnaval!”. La acción acabó con una manifestación el sábado y la posterior ocupación de La Rimaia.

Marc Sempere vivió en 2016 una escenificación y celebración del duelo que creía perdida allá por 1921: un intercambio cultural en toda regla. Ajeno a industrias, precios y copyrights. “La sensación que tuvimos, más allá de la tristeza, era de paz. Nos habíamos despedido”, recuerda Sempere.

Sempere asegura al otro lado del teléfono que entiende mucho mejor el duelo y qué relación guarda éste con la cultura popular y libre gracias a aquel episodio. “Cultura libre no es sólo una licencia: música, gastronomía, cine... En Compartir Dóna Gustet lo relacionamos todo... Los velatorios y las licencias libres, al final, hablan de lo mismo... De una manera de relacionarse con el mundo: libre, anónima. Y por supuesto, una manera de entenderlo que no está pasada, que no es folclore... Sólo cabe mirar el velatorio de Pablo. Para nosotros —sostiene Marc Sempere— creative commons tan sólo quiere decir compartir, que la cultura debe circular. Y que no toda es mercancía”.

El creador valenciano explora todo esto también en la película documental El ball del vetlatori: la historia del duelo personificada en la figura de Tomás y su viaje de regreso al pueblo después de una pérdida. “Que se haya perdido el velatorio, y que el duelo se haya convertido en algo mecanizado e industrializado, hace que hayamos perdido un espacio de comunidad”, matiza Sempere.

La pieza, a medio camino entre la poética audiovisual y lo documental, se expondrá este jueves en la séptima edición del Barcelona Creative Commons Film Festival (BccN).

El pase de El ball del vetlatori será una de las veinte proyecciones audiovisuales, con posterior coloquio, que realizará BccN del día 11 al 15 de mayo en Barcelona. El festival, que arrancó hace siete años en el Espai Jove La Fontana con un evento de un día, ha ampliado las fechas paulatinamente.

Un crecimiento “sostenido” —destaca Fernando Paniagua, coorganizador del festival— basado en la idea de elaborar un evento de proximidad y gratuito. Y no ha ido nada mal. El festival, que también está registrado con licencia libre, ha generado estos años hasta 17 clones en diferentes ciudades del mundo (México DF, Lima, Bogotá o Medellín). “Cualquier entidad sin ánimo de lucro puede coger nuestros contenidos y exponerlos. Es una gran oportunidad para que los creadores muestren sus películas en el mayor número de ciudades: estamos generando una red descentralizada, nodos autónomos”, explica Paniagua.

El festival no sólo está basado en la proyección y los coloquios con los autores, también propone mesas de debate para “extender la cultura de lo libre y plantear nuevas preguntas”. ¿Cómo cuantificamos el retorno social del cine? ¿Cómo gestionar los derechos de autor? ¿Qué hacemos si libre no quiere decir gratis? Tres debates, una mesa redonda, un taller de videocreación y un workshop ahondarán en estas cuestiones. El encuentro, financiado a partir de subvención pública —“hacemos malabares”, sostiene Paniagua— y una aportación privada de parte de el Col·lectiu Ronda, pagará este año por primera vez a los directores.

“El barco de la industria ya se ha hundido, nosotros nos encargamos de generar preguntas. Y lo hacemos en positivo, con creaciones y reflexión”. Todas las actividades del festival son abiertas al público; de hecho, apelan al público directamente: “Queremos una experiencia colectiva que lleve a la discusión. Por eso no ponemos alfombras rojas en nuestro festival, nos centramos en las persones”, responde Paniagua este miércoles, a pocos minutos del inicio de la primera sesión en los Cines Texas de Barcelona.

Uno de los primeros rounds del festival hablará, el jueves, de vida, muerte, duelo y celebración; la cultura libre llevada un paso más allá. Y lo hará con música. Canto de Maria Arnal y el propio Marc Sempere en el Espai Germanetes, a las 19:30h, y explicación del proyecto colectivo Compartir Dóna Gustet, impulsado allá por 2008; desde entonces, el colectivo ha promovido infinidad de proyectos (Sempere trabaja ahora en un documental con El Niño de Elche)... E infinidad de paellas: la paella es el símbolo del grupo. Un rito en comunidad, horizontal y transversal. “Todo el mundo hace su versión... Se le ponga pimentón o no, se hace en colectivo. Y eso es lo importante”, se sonríe Sempere.

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