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Los vecinos de Barcelona enmiendan el modelo turístico de Trias y el alcalde lo esquiva

Manifestación contra los pisos turísticos en la Barceloneta /João França

Jordi Molina

Barcelona —

El concepto confluencia, tan usado últimamente en la órbita política barcelonesa, tendrá un significado especial este martes en la Biblioteca Joan Fuster de la plaza Lesseps. Vecinos de Gracia, Ciutat Vella, Poblenou, San Antoni, Poble Sec o la Barceloneta instarán al Ayuntamiento de Barcelona a replantearse su modelo turístico, que ha condicionado la convivencia de los barrios de la capital catalana en los últimos años. Eso sí, deberán hacerlo sin el máximo responsable del consistorio, el alcalde Xavier Trias, que no asistirá a un acto que se prevé de alto voltaje crítico.

La Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) había pedido expresamente la comparecencia del alcalde, pero finalmente será la teniente de alcalde de Economía, Empresa y Ocupación, Sònia Recasens, quien presida la Audiencia Pública. Igualmente ignorada ha sido la petición de trasladar el acto al Ayuntamiento “por dignidad y por respeto a la ciudadanía”, debido a las limitaciones de la biblioteca Joan Fuster, con un aforo de 240 personas, superado ya según las inscripciones online. “Cerrar las puertas de la sede más emblemática de nuestra ciudad a un acto deliberativo que se anuncia potente y participativo supone devaluar la Audiencia y menospreciar la palabra del vecindario”, lamentan desde la FAVB.

A finales de la semana pasada se reunieron representantes vecinales de toda la ciudad para consensuar una posición conjunta y las principales medidas de choque [ver aquí] que se plantearán durante el encuentro. Asociaciones de vecinos –con especial presencia de los distritos más afectados por el impacto del boom turístico–; plataformas y movimientos –Gràcia cap a on vas, Som Paralelo, FEM Raval ... –; así como colectivos profesionales del sector turístico y portavoces de CCOO, UGT o Ecologistas en Acción; redactaron una ponencia que quiere huir de la dicotomía “turismo sí, turismo no” -una “falsa controversia”, según el texto- y abordar a fondo el debate sobre el impacto del turismo en la ciudad.

Según el decálogo acordado, los vecinos piden, de entrada, una moratoria de la concesión de licencias de hoteles. Una medida que se ha escuchado últimamente en las protestas de la Barceloneta, Gracia y el Paralelo y que ya quedó fuera de juego en la modificación del Plan de Usos de Ciutat Vella, sellada entre CiU y PP. Además, instan al Gobierno municipal a calificar los pisos turísticos como establecimientos hoteleros para limitar y regular su proliferación. En este sentido, cabe decir que en el año 2011 en Barcelona había 2.000 apartamentos turísticos y que ahora, pasados los cuatro años del mandato de CiU, hay 10.000.

Los vecinos también presionarán para destinar la tasa turística a compensar el impacto que reciben los barrios más visitados, regular la fiscalidad de las llamadas plataformas colaborativas e impulsar un plan de protección de establecimientos tradicionales. Además, hacen hincapié en el déficit de participación ciudadana que han comportado determinados proyectos urbanísticos –como el Pla Paral·lel– e instan a una mayor participación ciudadana. Definir la capacidad de carga de visitantes de las zonas monumentales y fomentar el empleo de calidad en el sector son algunas de las otras medidas que se plantearán este martes.

Desde el estallido de la crisis de la Barceloneta, el verano pasado, que tuvo la proliferación de pisos turísticos como epicentro, los vecinos suman meses organizándose para articular una respuesta conjunta al actual modelo turístico. Aquella fue la gota que colmó el vaso y la reacción trascendió el barrio pesquero para traducirse en una oleada de solidaridad impulsada por el resto de barrios que sufren el impacto de la saturación turística. De hecho, se llegó hablar del efecto Barceloneta, haciendo referencia al efecto Can Vies y dos mil personas se reunieron aquel septiembre en la plaza Sant Jaume para condenar las políticas turísticas. Desde entonces, las reuniones para compartir diagnóstico y consensuar propuestas alternativas han sido constantes.

Fruto de esta presión popular, el consistorio reaccionó en octubre y anunció algunas medidas. Entre ellas el encuentro de este martes donde paradójicamente, no contará con el alcalde. La preocupación de la ciudadanía, sin embargo, contrasta con una encuesta publicada antes de ayer por el diario La Vanguardia que concluye que “los barceloneses siguen apreciando muy positivamente que su ciudad se haya convertido en un importante destino turístico”. Según el rotativo del grupo Godó, un 80,6% de los entrevistados mantiene esta opinión, mientras que sólo el 13,1% se observa esta transformación de Barcelona con malos ojos. Hoy martes esta supuesta minoría nada silenciosa se hará notar en la plaza Lesseps.

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