‘Line of Duty’: la delgada línea del honor

Nunca me cansaré de ver y recomendar ficciones británicas. Aquellas que por su formato se convierten en productos breves y concisos perfectos para maratonear y disfrutar. Esta semana escribo sobre el thriller policiaco ‘Line of Duty’ que finalizó su tercera temporada hace unos pocos días. Y aunque este género está bastante trillado me ha causado un efecto ‘novedoso’ y fresco. La serie marca BBC -sinónimo de calidad- y está creada por Jed Mercurio.

El sargento Steve Arnott (Martin Compston) fracasa en una operación antiterrorista donde una persona inocente resulta muerta. Como consecuencia Arnott es trasladado al departamento de anticorrupción, uno de los más odiados por la policía. Aquí conocerá a la detective Kate Fleming (Vicky McClure) y al superintendente Ted Hastings (Adrian Dunbar) con los que formará equipo. Su primer caso será el de investigar a Tony Gates (Lennie James) uno de los agentes más reputados, prestigiosos e intachables que lidera un equipo con el mayor número de casos resueltos en Londres.

La serie, enfocada en el departamento de anticorrupción o lo que algunos pueden llamar ‘asuntos internos’, sirve de excusa perfecta para navegar por los límites de la ética y moral de la policía. Además, en ‘Line of Duty’ realmente nada es lo que parece y siempre aparecen motivos, causas o problemas que difuminan las líneas finas del honor y del deber. Así, se irá desgranando una narración poliédrica y compleja con unos personajes repletos de fantasmas interiores.

En cada temporada ‘Line of Duty’ trata un caso distinto pero, en realidad, el espectador se irá dando cuenta que cada vez se irá adentrando en un laberinto narrativo más complejo donde todas las temporadas tendrán un fuerte nexo de unión. Las tramas se irán entrecruzando y dando significado unas a otras. Un texto que está perfectamente estructurado con unos giros de guión y catarsis elaborados quirúrgicamente.

El guión de ‘Line of Duty’ es lo que hace especial a una ‘simple’ ficción policiaca. Logra dar un paso más y traslada al espectador una historia interesante en el mismo corazón policial londinense. Un texto muy cuidado que maneja a la perfección los tiempos además de imprimir un ritmo narrativo perfecto. Los giros son las guindas de un pastel que juegan con una carga importante de tensión y una narración trepidante. La calidad se palpa cuando todas las piezas del enigma empiezan a cobrar vida y con el paso de los episodios encajan y dan otro nivel a la serie.

La construcción de los personajes es otra de las claves principales de una ficción que los convierte en pilar central de la narración: llenos de matices y con desarrollo psicológico envidiable. El trabajo del reparto es verdaderamente sobresaliente y hace que los personajes tengan un nivel más: Lennie James, Keeley Hawes, Vicky McClure, Martin Compston, Adrian Dunbar, Neil Morrissey o Craig Parkinson, entre otros. Así, se conjugan todos los elementos para que se produzcan grandes confrontaciones dialécticas que dan como resultado escenas de gran fuerza dramática.

Una ambientación fría y gris, muy ‘british’, da paso a una técnica muy depurada en la dirección que deja secuencias y escenas que quitan el aliento: interrogatorios perfectamente montados y realizados, y unas secuencias de acción niqueladas. Incluso se le da a veces un tono semidocumental con esa utilización de la cámara en mano.

‘Line of Duty’ es un producto muy interesante de eso que por desgracia, a veces, no tienen la relevancia suficiente. Una serie altamente recomendable con temporadas cortas -seis episodios cada una- y que está renovada por un cuarta temporada que se estrena el próximo año, así que tenéis tiempo para poneros al día con ella.