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ACÚSTICO

Dayna Kurtz, el country eléctrico y la onda magnética

Patricia Godes / Miguel Campos / Alejandro Navarro Bustamante

El Club Bilderberg del rock está formado por una élite de favoritos de los medios generalistas. Sting, Leonard, The Boss, Bobby, Keith (a Mick le gusta demasiado la jet set para ser aceptado), Van The Man, Neil, Elvis (Costello, no ese otro redneck de los trajes blancos), etc. De vez en cuando se deja asomar la nariz a miembros más jóvenes, como Norah Jones, pero suelen quedarse en un rincón al lado de la puerta. En otro rincón está gente como Richard Thompson, Aaron Neville, Dr. John y un sector B de gente que inexplicablemente no acaba de alcanzar los grandes privilegios.

Dayna Kurtz se codea desde la media distancia con esta aristocracia musical pero su puesto está detrás, llevando la cola del manto de los soberanos. Joni Mitchell, Bonnie Raitt, Mavis Staples y Marianne Faithfull también se han tenido que conformar toda la vida con el papel de damas de compañía. Es el doble rasero del patriarcado musical.

Con esta introducción lo que queremos es señalar que, aunque su reputación la coloca en un escalón secundario, Dayna Kurtz es una cantante, compositora e intérprete de primerísima categoría. Como sus compañeras de la antecámara del trono, Dayna es una mujer de talento. Una artista con una fuerza expresiva única. Es intensa y cálida y posee una bella voz profunda. La calidad de sus interpretaciones y su profesionalismo la hacen comparable a las cantantes de 50 años atrás como Patsy Cline, Loretta Lynn o Tammy Wynette cuando se tenían que ganar el respeto del público noche a noche sin el apoyo de los medios y sin el lavado de cerebro de campañas de marketing. Luchando a brazo partido con el escepticismo, el desinterés y la falta de respeto de los espectadores, mucho antes de que se estableciera el mesianismo rockero.

Dayna es una cantante de Nueva Jersey establecida en Nueva Orleans que se puede catalogar como country. Pero decir country se queda corto si hablamos de Dayna, como se quedan cortos todos los géneros cuando se aplican a los artistas de verdad. Y no porque Dayna se dedique a esos mejunjes llamados mestizajes, fusiones y experimentos mezclando lo que sea a tortazo limpio en aras de la originalidad, sino porque su personalidad supera todos los tópicos y presupuestos.

Country tradicional, un poco más allá

Una buena prueba de ello es su último disco, Rise & Fall, publicado en marzo de este año. La mayor parte de canciones tienen una línea country formalmente tradicional. Entre las que más se separan de la fórmula está If I Go First, lenta y sobrecogedora, que habla de reencontrase con la persona amada, pero la voz de Dayna y los sentimientos que logra imprimir nos hace sentir que la reunión va tener lugar en algún lugar más allá de la muerte y de la tumba.

Como el resto de las canciones excepto una, ha sido compuesto por Dayna. El disco ha sido producido por Dayna en Union City, Nueva Jersey, en el estudio de su co-productor Randy Crafton y es muy bueno. Lleno de soul y de alma y con algún guitarreo distorsionado como en la canción folk Raise the Class y muchas piezas espectrales y profundas.

Dayna ha conseguido en España un puñado de seguidores muy fieles, gracias sobre todo a sus presentaciones en directo y a la cercanía con la que se comunica con el público. En escena, Dayna es una mujer fuerte y digna. No necesita más que su presencia y su voz. Sus ojos verdes despiden rayos eléctricos y sus cuerdas vocales ondas magnéticas que hipnotizan los corazones de los oyentes.

Nadie se mueve en un concierto de Dayna.

La corte de los milagros de la aristocracia musical puede esperarle sentada: Dayna no necesita el boato de su compañía ni el oropel de las alabanzas hipócritas de los cortesanos. Ella es de verdad. Sencillamente.

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