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La nueva revolución invisible

Carmen López

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Nada de lo relacionado con Comité Invisible es fácil, ni siquiera su propia definición. Durante la última semana de mayo, dos personas: “Que dicen ser aquellos a los que la policía francesa acusa de ser las personas que han escrito bajo el nombre de Comité Invisible”, según sus propias palabras, han pasado por Madrid, Valencia y Barcelona para presentar el libro A nuestros amigos (editado por Pepitas de Calabaza en colaboración con la editorial mexicana Surplus) con una ristra de complicaciones bastante llamativa.

En un inicio estuvieron dispuestos a responder preguntas a la prensa vía correo electrónico. Casi al instante cambiaron de opinión y no solo una vez para que finalmente no hubiese entrevistas. Pero, paradójicamente, sí que se llevaron a cabo presentaciones en las tres ciudades, abiertas al público y con turno de debate. La razón [entendida por ellos] de su negativa a ofrecer declaraciones fue el evitar el registro de su presencia e identidad: en los eventos no estaba permitido sacar fotos o grabar la charla y, evidentemente, nadie sabía el nombre de los conferenciantes. La judicatura francesa les ha prohibido juntarse por sus problemas con la justicia.

El Comité llegó a la fama gracias al revuelo causado por su libro La insurrección que viene (publicado por Melusina en 2007) que consiguió escandalizar una gran parte de la sociedad occidental más conservadora. Aquella demonización del panfleto por parte de algunos iluminados como Glenn Beck, presentador de The Glenn Beck Program, consiguió un estupendo efecto Streisand que empujó la popularidad del libro internacionalmente. Algunas publicaciones como The New York Times o personajes públicos como Michael Moore hicieron referencia al éxito del texto, uniéndose así a su proceso de viralización. Incluso llegó a adaptarse al teatro en 2010, de la mano de Coline Struyf.

Para más inri, en 2008, Julien Coupat y otras ocho personas, acabaron en la cárcel acusados de sabotear las líneas ferroviarias de la SNCF y de haber escrito el libro de la Insurrección. Coupat fue el último en salir de prisión, bajo una fianza de 16.000 euros, sin que hubiese ninguna prueba que pudiese inculparles directamente ni a él ni a sus compañeros de ninguno de los dos sucesos. El caso aún sigue coleando, de ahí todo el secretismo y también el renombre del grupo.

Sólo no puedes, con amigos sí

Sólo no puedes, con amigos síEn Barcelona varias decenas de personas abarrotaron el ateneo La Base (supuestamente sin infiltrados dispuestos a sabotear su exigencia de anonimato) expectantes ante el discurso que los dos franceses iban a dar sobre la última publicación del Comité. “Uno de los efectos extraños de la ley antiterrorista han hecho que hayamos ido por diferentes lugares presentándolo sin ser los autores. Este libro no quiere dictar ninguna verdad sobre lo que sería un movimiento revolucionario, sino que quiere abrir un debate internacional sobre qué significa hoy una iniciativa revolucionaria”. Así comenzaba el acto en el que explicaron, una por una, las ideas esenciales que se recogen en el volumen.

Su intención principal es identificar los obstáculos invisibles que las revoluciones contemporáneas se han ido encontrando y la manera de superarlos para que no las vuelvan a paralizar. La crisis, el gobierno, el poder, la cibernética, la contrainsurrección, la sociedad, la comuna y la cuestión generacional son los puntos en los que se estructura la publicación.

“Los movimientos antiglobalización se politizaron y se cansaron de actuar cada seis meses y pasar el resto del tiempo escuchando punk en una okupa. Ahora están enraizados y pensando en lo local. Pero la revolución no puede ser una suma de movimientos locales. Hay que plantear una lucha internacional que no sea una organización”.

Esa es una de las máximas de su planteamiento revolucionario, que pone como ejemplos concretos los sucesos de Frankfurt del mes de marzo y los de Milán el pasado 1 de mayo. “Son dos conflictos locales que se levantan contra el Banco Central y por la defensa de la vivienda respectivamente. En los dos hay una suma de fuerzas de todo el mundo que fueron a apoyar una lucha local desbordando los dispositivos policiales previstos”.

Su recorrido también pasa por el planteamiento de la democracia actual, en tanto en cuanto sólo parece haber dos vías posibles que realmente son falsas: una, la de un gobierno que se sitúe por encima de los ciudadanos y otra, que es la del autogobierno. Su propuesta es la de abrir una tercera que sea, básicamente, que no haya ningún tipo de gobierno. Ahí enlazan con su enaltecimiento de la comuna, no como una mera forma de autogobierno y economía alternativa sino como una forma de dejarlos atrás. “Lo que está en juego en la comuna es el juramento de mantenerse juntos ante el poder”.

Ese último concepto también es clave en su discurso. Uno de lo golpes de efecto de las presentaciones es el momento en el que uno de ellos saca un billete de 20 euros y explica que en el papel moneda ya no aparece la imagen de un soberano sino que se puede ver el dibujo de una infraestructura, que es en dónde reside el poder actual. De ahí que el acto reflejo en las manifestaciones sea ir a bloquear autopistas, por ejemplo, desde los piqueteros argentinos a los enfrentamientos de Ferguson.

A nuestros amigos supone un manual para llevar a cabo una nueva revolución que consiga triunfar de una vez por todas. Por el momento sus ideas han provocado algo de agitación intelectual, al menos entre las mentes cercanas a sus planteamientos. El tiempo dirá si su obra acaba convirtiéndose en un nuevo catecismo revolucionario o en una teoría más de cómo cambiar el mundo que repose en las mismas estanterías de siempre.

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