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El cibercrimen batió todos los records en 2015

Crecen los delitos informáticos

Teguayco Pinto

Durante 2015 se volvieron a batir todos los récords en la creación de programas maliciosos, también llamados malware, con más de 84 millones de nuevas variantes, que afectaron a millones de usuarios de todo el mundo. Así lo aseguran dos de las principales compañías de antivirus en sus informes anuales.

Según los datos publicados, más de un tercio de los equipos conectados a la red, ya sean moviles, ordenadores o tabletas, ha sufrido al menos un ataque web al año. Desde la empresa Panda aseguran tener registradas 304 millones de muestras de malware, lo que significa uno de cada cuatro de estos programas maliciosos creados en la historia de la informática, apareció durante 2015.

La situación en España

Sin embargo, no todos los delitos que se cometen a través de internet están relacionados necesariamente con programas maliciosos. Según los datos ofrecidos por la Guardia Civil, que durante 2015 llevó a cabo un total de 272 operaciones relacionadas con las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones, los principales riesgos a los que se enfrentan los adultos están relacionados con estafas y fraudes. Mientras que los menores se enfrentan fundamentalmente a problemas relacionados con los abusos sexuales y el acoso.

La mayoría de los delitos se realizan a través de correos electrónicos, mensajes de texto móvil, mensajes directos en redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp. Entre los más comunes, sigue destacando el conocido popularmente como estafa nigeriana, un timo en el que se propone a la víctima un negocio millonario o se le informa de que ha ganado cierta cantidad de dinero, pero que para conseguirlo tiene que adelantar una cantidad menor.

Otro de los delitos más habituales es el de sextorsión, en el que se chantajea a la víctima para que pague si no quiere que sean publicadas unas imágenes de contenido sexual en las que aparece. Según la benemérita, en este tipo de chantajes suelen caer hombres adultos que quedan con supuestas mujeres a través de redes sociales. Tras una breve conversación ambos acuerdan mantener una relación de cibersexo, desnudándose delante de la cámara. Habitualmente, el ciberdelincuente utiliza un video pregrabado o descargado de una web erótica y, tras grabar a la víctima, la amenaza con publicar el video en redes sociales como YouTube o Facebook.

Cifrado de dispositivos

Entre los delitos que destaca la Guardia Civil, y que también aparece en los informes antes descritos, está el del cifrado de dispositivos. Los delincuentes envían malware a las víctimas que, una vez descargado y ejecutado, cifra toda la información del dispositivo, obligando a la víctima a realizar un pago, usualmente mediante bitcoins (moneda virtual), para recuperar la información cifrada.

Una de las vías más habituales para este tipo de delitos se basa en la utilización de exploits, programas que explotan vulnerabilidades de programas instalados en las máquinas de sus víctimas. Uno de los últimos exploit en aparecer, surgió el pasado mes de enero y afectaba a Flash Player, uno de los componentes más atacados y que más vulnerabilidades tiene, junto con Java, otro de los grandes agujeros de seguridad presentes en los ordenadores.

Acoso a los menores

En el caso de los menores, éstos se enfrentan normalmente a situaciones de acoso, tanto por parte de adultos o por parte de otros menores. En el primer caso, el objetivo suele ser la obtención imágenes de carácter sexual, en el caso de los pedófilos, o incluso llegar a mantener contacto sexual real con el niño o niña, en el caso de los pederastas. El acoso entre compañeros del ámbito escolar es la práctica conocida como ciberbulling, donde el menor es acosado a través de redes sociales y programas de mensajería móvil.

Otra de las prácticas de acoso cada vez más habituales entre menores implica la utilización de imágenes de carácter sexual que se tomaron en una relación de pareja, pero que son utilizadas por una de las partes cuando la relación se rompe.

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