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“La próxima vez quien reciba un tiro del Ejército puede ser alguien a quien amas”

Imagen extraída del vídeo filmado por el propio Ahmed Assem, en el momento en el que un militar le apunta con su arma

Olga Rodríguez

Se llamaba Ahmed Assem, tenía 26 años y trabajaba para Al-Horia Wa Al-Adala, diario oficial del partido político de los Hermanos Musulmanes. En la madrugada del lunes se encontraba fotografiando y filmando la protesta que partidarios del derrocado presidente Morsi protagonizaban en los alrededores de la sede de la Guardia Republicana, en El Cairo.

Según su jefe, Ahmed fue el único periodista que grabó la manifestación desde el inicio.

“En el vídeo que filmó se pueden ver decenas de víctimas. La cámara de Ahmed será una prueba de las violaciones que se han cometido”, ha dicho al diario The Daily Telegraph el editor del periódico en el que Ahmed trabajaba.

En la filmación (aquí enlace al vídeo) se ve cómo un militar dispara desde el tejado de un edificio. Lo hace varias veces. De repente, se gira y apunta en otra dirección, exactamente a la cámara de Ahmed. Segundos más tarde el joven periodista moría de un tiro en la frente, según varios testigos.

En las últimas horas se han difundido varios vídeos más que muestran a militares disparando en la protesta pro Morsi en la que murieron 51 manifestantes y más de 400 resultaron heridos, frente a la sede de la Guardia Republicana. En los enfrentamientos también falleció un militar. Testigos y supervivientes han denunciado disparos por la espalda y ataques completamente arbitrarios por parte de las fuerzas de seguridad. (Vídeo):

El jefe de la Guardia Republicana, un veterano de la represión

El jefe de la Guardia Republicana, cuerpo de élite presuntamente involucrado en esta matanza, tiene a sus espaldas un historial de represión. Amnistía Internacional ha denunciado que se trata del mismo hombre que en diciembre de 2011 fue responsable de los ataques contra manifestantes congregados en acampada frente a la sede del Consejo de ministros en El Cairo.

En aquella operación militar murieron decenas de personas, ciento resultaron heridas y se registraron escenas como esta, que dieron la vuelta al mundo:

Este dato sobre el actual responsable de la Guardia Republicana es una prueba más de la impunidad con la que han actuado durante años las fuerzas de seguridad egipcias, y con la que siguen actuando a dia de hoy.

Amnistía Internacional ha exigido una investigación independiente, urgente y seria sobre la muerte de las 51 víctimas ((aquí se pueden ver fotografías) y ha recordado que “las autoridades egipcias tienen un pobre historial a la hora de ofrecer verdad y justicia en casos de violaciones de los derechos humanos”.

Además ha acusado a los militares y autoridades de “blanquear” abusos del Ejército, y de ocultar conclusiones de un informe sobre matanzas de manifestantes.

“La Fiscalía ha empleado más tiempo en acusar con cargos a críticos del gobierno que en perseguir a la policía y el Ejército por violaciones de los derechos humanos”, ha denunciado la ong, que acaba de publicar un informe titulado “Asesinatos ilegales en las protestas y la violencia política entre el 5 y el 8 de julio de 2013”.

Activistas anti Morsi denuncian al Ejército

La matanza de 51 manifestante pro Morsi, en la que además resultaron heridas más de 400 personas, ha generado indignación y preocupación en diversos sectores egipcios.

“Nunca pensé que pudiera ocurrir algo más inhumano que la masacre de Maspero [fuerzas de seguridad contra manifestantes cristianos en octubre de 2011, murieron 24 personas]. La celebración ante la muerte de 51 personas me demuestra que estaba equivocada”, ha lamentado la activista feminista Mariam Kirollos, públicamente contraria a los Hermanos Musulmanes.

En 2011, bajo el mando del Consejo Supremo militar, las fuerzas de seguridad mataron e hirieron a manifestantes, sometieron a mujeres a abusos sexuales, se registraron arrestros arbitrarios y torturas, y más de 12.000 civiles fueron juzgados en tribunales militares. [En este vídeo se relatan algunos de estos episodios de represión]

“Cuando las autoridades arrestan arbitrariamente a líderes de los Hermanos Musulmanes, cierren canales de televisión, matan manifestantes, nos ponen en riesgo de confrontación”, ha advertido el periodista Simon Hanna, que tampoco ocultó su alegría ante la caída del presidente Morsi. En su cuenta de Twitter, Hanna ha denunciado “la violencia del Ejército contra cualquier manifestante. Apoyo el derecho a protestar de los defensores de Morsi”.

Otra activista también contraria a los Hermanos Musulmanes, Salma Said, considera que “los millones que tomaron las calles demandando la marcha de Morsi no pueden apoyar al Ejército matando a los seguidores de Morsi”.

“Esta es la policía de Mubarak. Nunca hubo una purga. Nunca estaré de su lado contra nadie, ni siquiera contra los Hermanos Musulmanes”, ha subrayado el activista socialista Hossam El Hamalawy, quien ha denunciado la presencia de “remanentes del régimen de Mubarak” en el llamado campo revolucionario:

“El término Revolución 30 de junio es un intento siniestro por parte de medios de comunicación públicos y privados para borrar la revolución de enero de 2011 y absolver a los oficiales de la policía y el Ejército”.

Hamalawy, al igual que otros activistas que estos días se están expresando en contra del Ejército, celebró la caída de los Hermanos Musulmanes.

La periodista egipcia Sarah Carr, clara oponente a los Hermanos Musulmanes, autora de una página en la que recoge, con voluntad de denuncia, las declaraciones más polémicas de la Hermandad, escribía ayer una reflexión en la que terminaba advirtiendo de los peligros de justificar la violencia:

“La próxima vez quien reciba un disparo del Ejército podría ser alguien a quien tú amas”, remataba Carr.

“La revolución real tendrá lugar cuando el Ejército deje de estar involucrado en la política”, señala Sarah Carr, quien ha escrito un artículo defendiendo la inclusión de los grupos islámicos:

“Tienen que ser incluidos, porque no se van a ir a ningún sitio. El maltrecho sistema político nacido en enero de 2011 ha sido reemplezado por algo más frágil aún: Un escenario fraccionado sin visos de solución, los militares como árbitros y una Hermandad musulmana incendiada que siente que ha sido engañada. Abróchense los cinturones”.

La crispación es tal que algunos sectores de la sociedad están viendo con malos ojos la defensa de los derechos humanos para todos. Ante ello, la activista Mariam Kirollos ha comentado: “Defender derechos humanos no me hace pro Morsi, al igual que defender los derechos de los animales no me convierte en una vaca”.

También la conocida activista Gigi Ibrahim, que participó en las manifestaciones contra Morsi y celebró su caída, condena el papel de la cúpula militar:

“El Ejército está jugando un juego sucio intentando borrar la revolución de 2011 y atribuyendo a los Hermanos Musulmanes todos los crímenes pasados. Los Hermanos son culpables, pero no de los crímenes del Consejo Supremo militar”, advierte, y arremete contra las lecturas simplistas que están surgiendo al calor de la polarización:

“Estar contra el Ejército y la cúpula militar no me convierte en partidaria de Morsi, ¿podemos parar ya tanta estupidez?”, ha dicho Gigi Ibrahim, que ha recordado el pacto entre bambalinas -con tensión, eso sí- existente entre los Hermanos y el Consejo Supremo militar hasta poco antes del golpe.

Dentro de Egipto diversos activistas y organizaciones de derechos humanos expresan su temor a que las autoridades mantengan la represión, lo que podría radicalizar a los grupos castigados o marginados y alimentar la exclusión.

“Actos arbitrarios” contra los Hermanos Musulmanes

En este sentido se ha expresado la sección egipcia de la organización Human Rights Watch, que ha exigido al gobierno militar de El Cairo que detenga “sus actos arbitrarios” contra los Hermanos Musulmanes y contra medios de comunicación afines. La ong ha denunciado el cierre de medios y el arresto de líderes de la Hermandad “aparentemente solo por ser miembros del grupo”.

Además, ha advertido de que las autoridades militares no han informado del paradero de Morsi y otros diez líderes de los Hermanos, ni de qué se les acusa. También exige la puesta en libertad del derrocado presidente y sus asesores, “al menos que los fiscales tengan pruebas de que han cometido crímenes según la ley egipcia”.

“Tanto el general Al Sisi como el presidente interino prometieron un proceso político de transición inclusivo, pero estas violaciones de derechos políticos básicos significarán que los Hermanos Musulmanes y otros quedarán fuera de la vida política”, advierte HRW.

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