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Los agujeros negros del 'caso Kutxabank'

El expresidente de Kutxabank justifica el empleo al exdelegado por el terrorismo

Aitor Guenaga

“Ahora estoy más tranquilo”. Con esa frase se despedía al filo de las tres de la tarde el pasado viernes el exdelegado del Gobierno, Mikel Cabieces, una vez que el presidente de la Sección Sexta de la Audiencia de Bizkaia, José Ignacio Arévalo, dejara visto para sentencia el caso Kutxabank: los supuestos pagos irregulares por parte de Kutxabank a Cabieces a través del despacho de abogados de Rafa Alcorta con el que la entidad mantiene una iguala (un contrato para la prestación de servicios en materia laboral) desde la época anterior a la fusión de la entidad bancaria.

El juicio más mediático de los celebrados en los últimos años en los juzgados vizcaínos lo es precisamente por el plantel que se sienta en el banquillo de los acusados: Mario Fernández, el expresidente que, tras la fusión de las cajas y la creación del banco en 2012, dejó Kutxabank con los mejores ratios de solvencia de la banca española. Mikel Cabieces, exdelegado del Gobierno en Euskadi, exalcalde de Portugalete y miembro de la Ejecutiva del PSE-EE cuando estalló el escándalo de los supuestos pagos irregulares. Y el conocido abogado laboralista, con una relación estrecha con la entidad desde la etapa en la que trabajaba para la BBK, Rafa Alcorta.

“Si en vez del político Mikel Cabieces hubiera sido una persona sin relevancia, ¿habría terminado el caso en esta vista oral?” Esta cuestión, subrayada por el letrado de Alcorta, Jesús Urraza, en su informe final ha estado planeando desde el comienzo de la causa, a principios de 2015, semanas antes de que la Fiscalía remitiera al juzgado en febrero de 2015 este caso denunciado incialmente por Kutxabank. La letrada de la acusación popular, Jone Goirizelaia, inició su alegato final precisamente recordando que este caso se produce porque “Mario Fernández recibió una llamada de un alto representante del PP para que hiciera algo concreto para Cabieces”, en un claro ejemplo de “puertas giratorias”, según Goirizelaia. La abogada de la acusación quiso también dejar claro que lo que se estaba juzgando aquí no es el éxito en la gestión de Kutxabank de Mario Fernández, “que es evidente que lo ha he hecho muy bien”, ni el trabajo como asesor laboralista de Rafa Alcorta, que para la letrada también está fuera de duda. Lo determinante sigue siendo el pago por parte de Kutxabank de esos 243.598 euros que cobró Cabieces durante los tres años que trabajó para Alcorta por uno servicios que nunca se prestaron. Cobrar por no trabajar, algo que Cabieces ha negado hasta la extenuación desde el inicio de la causa. Porque como dijo el fiscal, Mario Fernández tenía que haberlo puesto “de su bolsillo desde el primer momento. Jugar con su propio dinero, no con el de la entidad que no era suyo”.

¿Por qué Kutxabank tira la piedra (lleva el caso a la Fiscalía), pero esconde la mano (no se persona como parte acusadora)?

Las defensas intentaron parar el juicio, sin éxito, con este argumento. “Hicimos lo que teníamos que hacer. Intentar esconder una cosa como esta era impensable, y menos en el contexto social en el que se producía. Y pese a que entendíamos que dar ese paso iba a dañar la imagen del banco”, argumenta una fuente de la entidad. De hecho, en la reunión del Consejo de Administración del banco de 26 de diciembre de 2014 en la que se da luz verde a exigir a Fernández la devolución del dinero, también se acordó por unanimidad “no ejercitar acciones de carácter judicial”, entre otras cosas para “evitar o minimizar el daño reputacional que pudiera ocasionarse a la entidad de hacer público los hechos”, según recoge el acta de la reunión. ¿Pero alguien pensaba en su sano juicio que si el caso se trasladaba para su conocimiento al regulador en España (Banco de España) y en la Unión Europea (Banco Central Europeo), como así se hizo, era posible enterrar el escándalo ante la opinión pública?

Precisamente por eso, este hecho alimenta una de las teorías que funcionó al inicio de esta causa: que todo obedecía a una 'vendetta' interna de determinados responsables del banco que nunca aceptaron a Mario Fernández y creyeron verse relegados en la entidad. Cobrada la pieza mayor, ¿para qué seguir ligando el nombre de la entidad a este caso? “A veces es más fácil abonar teorías conspirativas que pensar simplemente que las personas hacen bien su trabajo”, contesta la misma fuente.

Independientemente de esto, el tribunal ya ha decidido que la no personación de Kutxabank en la causa tras llevar el tema a la Fiscalía, decisión adoptada también por unanimidad en otro Consejo de Administración celebrado el 29 de enero de 2015, no influye para nada en el caso y no es razón para anular la causa. Aquel escrito fue para el tribunal, según la propia apreciación de la Fiscalía, un “escrito de denuncia”. Y “una vez presentada la denuncia es irrelevante que se haya renunciado por el perjudicado al ejercicio de la acción penal (...) En estos casos, la persecución del delito no queda a expensas del denunciante” ha zanjado el tribunal, recordando que “Kutxabank tenía la condición de perjudicada y por eso denunció”.

Mario Fernández no suele dejar heridos. ¿Si sale absuelto, el expresidente de Kutxabank iniciará acciones legales contra Kutxabank o su presidente, Gregorio Villalabeitia?

“Mi honor es lo único que tengo, conseguido a base de estar trabajando más de cuarenta años. Nadie me ha regalado nada, y no estoy dispuesto a dejar que cualquiera ponga en cuestión mi honestidad, y menos con Kutxabank”, señaló el mismo día que declaraba por primera vez como imputado ante la jueza que instruyó la causa, el 5 de febrero de 2017. El expresidente del banco vasco siempre ha denunciado el “engaño” de Villalabeitia -que nunca le advirtió que había una auditoría en marcha y que iban a llevar el caso a la Fiscalía- y ese día anunció que emprendería acciones legales, al tiempo que dejaba un aviso para su sucesor: “no suelo dejar heridos”.

Pero lo que cuenta siempre a nivel judicial no es lo que se dice delante de las cámaras a los periodistas, sino las acciones que finalmente se llevan adelante ante el juzgado de guardia o la Fiscalía. ¿Se puede interpretar como un aviso en ese sentido las palabras con las que concluyó su informe el abogado defensor del expresidente de Kutxabank, Carlos Bueren? El letrado de Fernández se dirigió al tribunal para señalar que en esta causa “no está en juego la libertad de mi defendido y su patrimonio solo. Se está jugando el honor de una persona”. 

Ni en la peor de sus pesadilla Mario Fernández pudo vislumbrar una salida tan accidentada de la presidencia de Kutxabank, su niña bonita, su criatura perfecta. Y eso no se lo perdona a su sucesor, Gregorio Villalabeitia, a quien ha acusado en todo este tiempo de haberle engañado. Pero habrá que esperar a la sentencia para dar respuesta a esta incógnita en el 'caso Kutxabank', otro de los agujeros negros de una causa en la que han confluido argumentos de motivación política y de seguridad, con razones de administración bancaria y supuestas vendettas internas. 

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