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Alumnado gitano, una educación marcada por el absentismo y la necesidad de soluciones integrales

Estudiantes gitanos asisten a una clase / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

“Imagina un hogar con cuatro o cinco menores y en una familia con problemas de exclusión. Muchos días, al levantarse, el padre y la madre piensan más en si tienen algo que ofrecer a sus hijos para comer que en la educación. Cuando tienes un montón de problemas, todo se convierte en una cuestión de prioridades, y puede entonces que la educación no lo sea”. Ricardo Hernández, coordinador de la Federación de Asociaciones Gitanas de Navarra Gaz Kaló, explica de esta forma sencilla un problema muy complejo: los porqués de los malos resultados de la comunidad gitana en el mundo educativo. Como el absentismo y el fracaso escolar. Pero insiste en que la solución no solo pasa por implicar al alumnado, sino también por lograr políticas integrales, que no se centren únicamente en los menores, sino en toda la familia, y no solo en educación, sino también, por ejemplo, en políticas sociales y salud.

Navarra cuenta en la actualidad con alrededor de 8.000 personas gitanas y, de ellas, en torno a la mitad vive entre Pamplona y la cuenca. Asimismo, se trata de un colectivo importante al hablar de pobreza infantil, puesto que además de sus dificultades, dan la vuelta a los resultados: frente al cada vez más escaso número de niños y niñas en Pamplona, en la etnia gitana la pirámide está invertida, y el 50% de ellos tiene menos de 25 años y alrededor del 40%, incluso menos de 16, según datos aportados por las asociaciones gitanas.

Los problemas educativos de la comunidad gitana en Navarra se recogen en el informe elaborado por un grupo de investigación de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) para el Ayuntamiento de la capital navarra. En él, se mencionan cuestiones como, por ejemplo, el abandono prematuro de la escolarización, antes en Primaria y ahora, sobre todo, en Secundaria y, en especial, según fuentes consultadas, entre 2º y 3º de la ESO. La cifra es tal que, según datos de Gaz Kaló, en toda España (y el dato es aplicable a Navarra), entre siete y ocho chicos y chicas gitanos no terminan la Educación Secundaria Obligatoria. La Fundación Secretariado Gitano, por su parte, sitúa esa cifra en torno a los seis. En cualquier caso, la directora territorial de la entidad en Navarra, Inés García, habla de una situación “dramática”.

“A menudo se destacan los grandes resultados académicos de Navarra y, por ello, la brecha con estos casos es aún mayor”, señala García. Un dato a tener en cuenta, por ejemplo, y recogido en el informe de la UPNA, es que el bajo nivel educativo de los padres y madres también influye en la vulnerabilidad de los menores: casi 2.000 menores de niños y niñas en Pamplona viven en un hogar en el que ninguno de sus progenitores tiene un nivel educativo básico. Esos problemas para poder ayudar en un momento dado a los estudiantes, según explica Hernández, tambien afectan al alumnado gitano, al igual que el desfase curricular que acumulan, así como los problemas de absentismo (y por los que en muchos centros, lamenta, no saltan las alarmas). De ahí que se pueda dar a estos estudiantes como casos perdidos.

No obstante, desde las asociaciones vincualdas al mundo gitano advierten de que, aunque la implicación de las familias en invertir esta tendencia es inexcusable, no se puede poner el foco únicamente en ellas y en cómo valoran el sistema educativo. De ahí la necesidad de esa respuesta integral de la que habla Hernández. García, por su parte, recuerda que se trata de estudiantes de familias que “parten en desventaja”, pero que tienen “el derecho a ir a la escuela”. “Para el profesorado no es fácil trabajar con alumnado con entra y sale, que arrastra desfases, pero no es justo focalizar este tema solo en las familias”, apunta.

Medidas para lograr la “inclusión”

De ahí que en el informe elaborado por la UPNA se hable de la necesidad de estudiar medidas en general pero también en concreto para el alumnado gitano, para así lograr su “inclusión”. Y desde la Fundación Secretariado Gitano insisten en que los proyectos implantados (ahora, por ejemplo, se trabaja en el Departamento foral de Políticas Sociales en un plan centrado en el colectivo gitano) logran buenos resultados.

Uno de ellos, por ejemplo, es el que ahora desarrolla la trabajadora social Itziar Vicuña en los colegios Mendialdea 1 y 2, de modelo G y D y ubicados en Berriozar. Este municipio navarro es uno de los que concentran una importante representación de familias gitanas y, ahora, se ha conseguido que el 100% de los niños y niñas residentes en él se matriculen en Infantil; otra cuestión es que sigan adelante en Secundaria. El proyecto de la Fundación Secretariado Gitano arrancó en 2006 y pretende acompañar a las familias, trabajar rutinas como la asistencia o la puntualidad, resolver conflictos y mejorar la convivencia entre el alumnado gitano y no gitano. Muchos de esos avances, no obstante, serán a largo plazo, especialmente cuando muchos estudiantes no aseguran su asistencia diaria ni, por ejemplo, la realización de las tareas necesarias. Con todo, las fuentes consultadas coinciden en dos cuestiones: la preocupación por los datos actuales y la necesidad de que ni las familias ni las instituciones tiren la toalla por ellos. “No nos podemos quedar solo con los resultados y tenemos que intentar darles la vuelta”, apunta Vicuña.

(Edición actualizada).

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