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Cooperativismo y sindicalismo, ¿dos opciones reñidas?

Una operaria de una trabajadora agrícola.

Garikoitz Montañés

¿Cooperativismo y sindicalismo son dos movimientos enfrentados? Emilio Huerta, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), afirmaba en declaraciones a eldiarionorte Navarra que la presencia de sindicatos en una cooperativa no tendría sentido siempre que toda la plantilla fuera socia. No parece haber margen para la pelea de las centrales cuando las y los trabajadores son propietarios, ya que ellos marcan las reglas, por lo que el foro adecuado para debatir los horarios o el salario son los respectivos Consejos Sociales de estas sociedades. Entonces, cabe preguntarse si una cooperativa asegura las buenas condiciones de la plantilla, una cuestión a la que responden dos representantes de ELA y CCOO.

Para el responsable de Negociación Colectiva del sindicato abertzale, Joseba Villarreal, habitualmente se trata de una cuestión de volumen. Cuanto más crece una cooperativa, mayor es el riesgo de que se olvide de sus principios originales, aquellos en los que las decisiones colectivas y la participación son las claves. “Cuanto más cedan a las presiones del mercado liberal y capitalista, más posibilidades hay de que caigan en incoherencias con ese espíritu de participación”, valora. Por su parte, la secretaria de Acción Sindical y Mujer de CCOO, Pilar Arriaga, también cree que el proceso de crecimiento de una cooperativa exige cuidado porque, al final, puede convertirse en una empresa al uso, a pesar de que “estrictamente, sus dueños no son empresarios”.

Lo cierto es que, según los datos del Gobierno central, el número de cooperativas ha aumentado en Navarra: en junio de este año, había 353 y reunían a 6.834 socios. A finales de 2007, eran 5.593. Un fenómeno habitual a la hora de crear cooperativas, y especialmente en periodos de crisis, es el de empresas cuyos propietarios arrojan la toalla pero la plantilla quiere seguir adelante con la actividad. En el sector industrial navarro, el último ejemplo, aún en estudio y con dificultades de seguir adelante, es el de la empresa de mobiliario industrial de frío Koxka. Desde la asociación de empresas de economía social de Navarra, Anel, ya destacaron que esta apuesta por la economía social asegura un trabajo a largo plazo, puesto que las ganancias se reinvierten en el negocio, que se ponga el foco en las personas y que las decisiones residan en el conjunto de la plantilla y no solo en un dueño o dueña alejados de la mano de obra.

Pero, ¿apostar por el cooperativismo es olvidarse del sindicalismo? Villarreal detalla que, en la actualidad, muchos proyectos de cooperativas cierran la puerta a la posibilidad de estos sindicatos. Arriaga explica que, si todos son socios, no son trabajadores por cuenta ajena, por lo que no se les aplicaría el Estatuto de los Trabajadores. En general, la clave está en la cantidad de personal asalariado por cuenta ajena que la cooperativa tiene a su cargo, que según la Ley Foral de Cooperativas de 2006 no puede ser más del 30% de las jornadas de trabajo. Cuanto mayor sea ese porcentaje, más se puede parecer la cooperativa a una empresa habitual. Y ahí los sindicatos sí tienen cabida, igual que, si se apuesta por la figura de la Sociedad Anónima Laboral, donde hay socias y socios y personal que no lo es, las centrales también puedan ejercer sus funciones.

Asesoramiento sindical

El representante de ELA cree, no obstante, que, independientemente de estas figuras y porcentajes, hay margen para que los sindicatos puedan colaborar con las cooperativas, por ejemplo en labores de asesoramiento. Algo que, sin embargo, en la práctica no se da. “Sindicalismo y cooperativismo no tienen por qué estar reñidos”, apunta.

No obstante, las centrales también insisten en que la formación de cooperativas no pude ser la solución para cualquier negocio. También hay sus peros. CCOO, como ya afirmó Huarte, insiste en que los cooperativistas a menudo capitalizan el paro para invertirlo en un negocio que, si no es acertado, les puede poner en aprietos, al perder su capacidad financiera y su trabajo. Villarreal, por otro lado, recuerda el caso de Fagor Electrodomésticos, y cómo, si se cede a las presiones del mercado, se puede optar por tomar decisiones como trabajar más y ganar menos y adaptarse a un modelo de sacrificio laboral que, por ejemplo, han pregonado desde las instituciones. Ambos, en cualquier caso, reconocen el papel interesante que las cooperativas suponen en la democratización de la empresa; siempre que esa democratización se mantenga.

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