Doña Elena entrega el Premio de Restauración a los arquitectos Gómez-Stern y Medina

La infanta Elena ha entregado hoy el II Premio de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos a los arquitectos sevillanos Luis Fernando Gómez-Stern e Ignacio Medina y Fernández de Córdoba, que han visto así reconocido su trabajo en la rehabilitación integral del barrio de la antigua judería de Sevilla.

El secretario de Estado de Infraestructuras, Rafael Catalá, ha acompañado a doña Elena en esta ceremonia, celebrada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde los galardonados han recibido de manos de la infanta la medalla conmemorativa de este premio, dotado con 50.000 euros.

Al inicio de la ceremonia de entrega, el director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Antonio Bonet, ha anunciado que el mecenas estadounidense Richard H. Driehaus, promotor del premio, ha donado hoy a esta institución una maqueta del proyecto original para el edificio que alberga el Museo del Prado, obra del reconocido maquetista Juan de Dios.

Luis Fernando Gómez-Stern (1942), descendiente de una larga estirpe de arquitectos y profesionales de la construcción, ha desarrollado una extensa actividad en la que ha combinado modernidad y tradición y también ha sido presidente de Oficinas Técnicas de Arquitectura e Ingeniería (Otaisa) y profesor encargado de cátedra en la Escuela de Arquitectura de Sevilla.

Su colega Ignacio Medina (1947), duque de Segorbe, presidente de la Fundación Casa de Medinaceli, académico de la Historia y miembro de diversas instituciones internacionales, ha sido un firme defensor del patrimonio histórico y ha proyectado y promovido numerosas restauraciones en diversas localidades españolas.

En su discurso de agradecimiento, Medina ha advertido contra la “obsesión reglamentista”, que genera “construcciones estereotipadas y banales”, y ha lamentado la “dolorosa incongruencia” de que, al renunciar la sociedad civil a hacerse cargo de la conservación del patrimonio, en España se ha “avanzado como nunca en restauración monumental”, pero se ha “perdido muchísimo patrimonio histórico”.

Por su parte, Gómez-Stern ha defendido la vigencia de la arquitectura clásica, puesto que hace “más amable, sostenible y versátil” la vida moderna, y ha subrayado que el proyecto sevillano premiado ha permitido poner el foco “en una arquitectura escondida, esencialmente modesta, que renueva una forma de vida ciudadana”.

Con el galardón entregado hoy, se reconoce la labor llevada a cabo por Medina y Gómez-Stern en la restauración integral del barrio de la antigua judería sevillana, un proyecto iniciado en 1980 y concluido en 2012, que ha permitido recuperar urbanísticamente un área que abarca cuatro casas señoriales que datan de los siglos XV y XVI y 15 inmuebles populares, en su mayoría del siglo XVIII.

El perímetro de este conjunto de edificios señoriales y casas de arquitectura popular -que suman 36 patios- afecta a ocho calles, en el entorno de las iglesias de Santa María la Blanca y San Bartolomé y el Palacio de Altamira, y en su minuciosa y larga restauración se han empleado técnicas tradicionales con medios auxiliares modernos, así como materiales y terminaciones iguales a las originales.

El premio que han recibido Gómez-Stern y Medina es convocado anualmente por la Fundación Richard H. Driehaus y la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame, en Indiana (EEUU) y toma el nombre de Rafael Manzano Martos, arquitecto y académico gaditano que ha dedicado su vida profesional a la preservación del patrimonio arquitectónico y urbano español.

En 2010, Manzano Martos se convirtió en el primer español galardonado con el premio internacional Richard H. Driehaus de Arquitectura Clásica, uno de los más importantes del mundo en esta materia, promovido por este mecenas estadounidense.

Con ocasión de la entrega de aquella distinción, Driehaus anunció la creación de un premio anual con el nombre de Manzano Martos en defensa del patrimonio urbanístico y la tradición arquitectónica española, que desde su primera edición, en 2012, gestionan la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Fundación Mapfre.